Millones de
personas se manifestaron en toda Francia el 11 de Enero en reacción
al ataque de Charlie Hebdo y la toma de rehenes. La mayor parte se
manifestó por la libertad de expresión, contra el antisemitismo y
todas las formas de racismo. Por las luchas y aspiraciones
compartidas, como la indignación, la tristeza y la rabia, pero con
sentimientos también contradictorios. Lo hicieron también como
reacción espontánea a una temible espiral de violencia.
El NPA había
decidido no unirse a la “marcha republicana” de París para no
participar de la instrumentalización y de la manipulación
orquestadas por Hollande y Valls en nombre de la “unidad nacional”
que ha sido construida para tratar de hacer creer a los franceses en
los intereses comunes de los de arriba y de quienes sufren su
política. “París, capital del mundo” exclamó el presidente de
la República en su recibimiento a los jefes de estado, los mismos
que ante otras masacres no se unieron ante los medios.
Todas las
“sanguijuelas del mundo” se habían dado cita para manifestarse.
Así, al lado de Hollande, Valls y Sarkozy, estaban presentes
Netanyahu, el fascista Orban y el representante de Putin que
encarcela y asesina a periodistas, dictadores africanos, los primeros
ministros británico, español, italiano y griego, los campeones de
la austeridad y de las políticas racistas, los mejores defensores de
la troika y de la OTAN. ¿Es que no son ellos mismos terroristas? De
Siria a Irak, de Libia a Mali, su coalición produce el terrorismo
que dice combatir.
Para el NPA
y la izquierda anticapitalista, la lucha por la libertad de expresión
y los derechos democráticos y contra todo tipo de racismo es
indisociable de la lucha contra la islamofobia y el antisemitismo,
contra las leyes represivas, contra la política del gobierno, las
medidas económicas antisociales de los gobiernos y las
intervenciones militares imperialistas. Continuamos este combate que
se va a intensificar y no podemos ir de la mano de este gobierno.
Es urgente
dar un nuevo impulso a las movilizaciones antifascistas y
antirracistas. Más allá de lo siniestro de compartir lemas Hollande
y Marine Le Pen, a nadie se le esconde que es el Frente Nacional, los
islamófobos y antisemitas los que salen reforzado. La “unidad
nacional” es una trampa que halaga los prejuicios chovinistas y
xenófobos contra las aspiraciones de la gran mayoría trabajadora
que salió a las calles. Trata de imponer unas políticas al servicio
de la gran patronal y los bancos.
La
carrera de velocidad entre la catástrofe social y política
producida por la lucha de clases librada por los capitalistas y la
capacidad de resistencia de los explotados, se ha acelerado
brutalmente. Es por eso que las y los revolucionarios tendremos que
tomar la iniciativa. Es urgente que los asalariados, los jóvenes,
las clases populares, se expresen de forma independiente de quienes
dirigen una guerra social e imperialista contra el conjunto de los
trabajadores y los pueblos.
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