viernes, 10 de junio de 2011

Seis notas personales sobre los resultados del Bloco de Esquerda.

Fernando Rosas/esquerda.net/Traducción de Adrián Sánchez

Las derrotas, cuando son bien analizadas, nos enseñan seguramente más que las victorias.

1. La derrota del Bloco en las elecciones legislativas es suficientemente expresiva para dispensar tergiversaciones. Ella es responsabilidad de la dirección del BE en su conjunto y debemos discutirla colectivamente con seriedad, dentro del Bloco y con sus simpatizantes, con el espíritu de reforzar nuestra unidad en torno de las políticas que nos habiliten para los durísimos combates que tenemos por delante. El BE perdió una batalla y debe prepararse para vencer en la guerra. Las derrotas, cuando son bien analizadas, nos enseñan seguramente más que las victorias.

2. Desde mi punto de vista, la izquierda portuguesa y el BE en particular, a semejanza de situaciones similares en otros países europeos en crisis, no consiguió contrarrestar la ola del voto del pánico, del voto en la ilusión de una solución, de un acuerdo, que, aunque con algún sacrificio, ha de llevar, al fin y al cabo, al regreso a la normalidad del empleo, del salario, de la pensión, de los ingresos domésticos. Un voto que quiere ver en el acuerdo con la Troika –cuyo significado fue deliberadamente ocultado en la campaña por los partidos suscriptores del mismo– una tabla de salvación ante el desastre inminente. Y que castigó a los que “se excluyeron”, los que “no podían influenciar”, los que parecían no tener nada para darles cuando –se decía– a partir de junio ni dinero para los salarios habría. Esta visión fue, por otra parte, masivamente difundida por los media en una campaña ideológica sin precedentes de “irresponsabilidad” (“vagos”, marginales de la política, radicales, indignos de la confianza del pueblo angustiado…) del BE y de sus propuestas alternativas, por otro lado sistemáticamente presentadas y bien defendidas por nosotros.

3. A pesar de que el BE, en mi opinión, ha conducido, desde el punto de vista del discurso político, una de las mejores campañas políticas electorales de su corta historia (propositiva, pedagógica, realista, con contenidos) y a pesar del empeño de sus militantes y simpatizantes por todo el país, eso no fue suficiente para contener la ola del voto a la “seguridad” y al mal menor. Y por ahí perdimos millares de votos populares hasta hacia el PSD y algunos hacia el PP. La gravedad y extensión catastrófica de la presente crisis empujaron el voto del electorado popular flotante hacia el refugio aparente de la “seguridad” y de la “protección” de la derecha y de sus tutores externos de la Troika. La impopularidad inmensa de Sócrates y del gobierno PS hizo el resto.

4. El voto útil al PS, alimentado por los sondeos que durante semanas daban un “empate técnico” con el PSD, naturalmente también funcionó, sobre todo en ciertos márgenes más politizados de nuestro electorado flotante. No me parece, con todo, que haya sido el factor determinante. Tal como que la abstención, igualmente, penalizó sobre todo a la izquierda. El PCP, escorado en su aparato sindical y municipal, con un electorado tradicionalmente fijo, defendió con más eficacia su espacio social y político de siempre y hasta algún voto de protesta. Pero creo que la situación que originó este gran viraje a la derecha tiene que ver con algo más vasto y profundo. Está claro que podemos agarrarnos, también, a la discusión de algunas decisiones tácticas que realizó el BE en los últimos meses (presidenciales, moción de censura) y de su posible influencia en estos resultados. Se que una u otra opción originaron dudas y oposiciones de militantes y votantes del BE. Pero creo que la extensión de las fugas de votos indican con seguridad que son movidas por opciones que en mucho sobrepasan los círculos más politizados e informados en torno al Bloco eventualmente influenciables por tales elecciones. Es para la naturaleza política y social del nuevo ciclo político para la que debemos mirar. Y aprender.

5. El coro de tertulianos de la derecha parece querer transformar las secuelas electorales en un ajuste de cuentas rabioso con Francisco Louçã. Que no se engañen. La derecha quiere dos cosas: silenciar al portavoz de esta izquierda subversiva y firme en la denuncia del orden establecido y, con eso, sueña cambiar el color del BE. Fingen no percibir que en este partido, en luchas de esta envergadura, no hay responsabilidades individuales. Ni en las victorias, ni en las derrotas. Creo que es preciso saber ser nosotros, colectivamente, los que hagamos este balance siempre con el objetivo de lograr una unidad superior en torno a una política adecuada. El balance de las elecciones tiene que hacerse no en los periódicos sino en los órganos democráticamente electos por la Convención. Es la diferencia entre ser la derecha quien lo haga o nuestro colectivo del BE.

6. Incluso en esta situación excepcionalmente difícil y compleja, objetivo de un ataque ad odium y concertado sin precedentes, el resultado del BE demuestra que es un partido seguramente enraizado en sectores importantes del pueblo que de Norte a Sur del país continuaron haciendo de él su partido y su voz. Al contrario de lo que los plumíferos y tertulianos de la derecha volvieron excitadamente a anunciar, el BE perdió, disminuyó, pero aguantó el embate. Tiene raíces que esta tempestad no quebró ni romperá. Y ahora es el momento de balance y de lucha. Con una certeza. En los duros combates que se avecinan, en las difíciles condiciones que tenemos por delante, los trabajadores, los jóvenes, los desempleados, los pensionistas, los precarios, saben donde encontrarnos: en la primera línea, dentro y fuera del parlamento, defendiendo sus derechos, combatiendo la barbarie neoliberal, batallando por el socialismo. Es así. Quien viene de lejos y quiere ir más lejos todavía, no desfallece.


Fernando Rosas es dirigente del Bloco de Esquerda, historiador y profesor universitario.

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