
Es
decir, que las instituciones actuales interpretan la Historia
eliminando de ella a las clases sociales y a la lucha de clases,
defienden el modelo de democracia burguesa que ahora tenemos y que
tuvo también España entre 1931 y 1939, y deciden restituir la
dignidad a las personas que fueron víctimas del franquismo por
defender la democracia legalmente constituida.
Pero
la Historia se presta a interpretaciones menos burguesas, menos
liberales y menos kantianas desde el momento en que quien la escribe
o la investiga se da cuenta de que los individuos no solo se
identifican por su manera de pensar o de opinar sino por sus
intereses de clase. Y cuando se hace eso una ya no ve en la II
República Española o en la Guerra Civil Española un choque de
opiniones, sino la expresión de la lucha de clases, una ve una
Revolución Social en marcha. Y cuando una ve eso, ya esto de la
“memoria democrática o histórica”, institucionalizada por IU
gracias a su pertenencia al gobierno de la Junta de Andalucía, no le
parece ni tan convincente ni tan dignificador de las víctimas.
La
burguesía y sus asalariados políticos e intelectuales no tienen
ningún interés en que la memoria histórica recupere el recuerdo de
cómo obrerxs y jornalerxs españolxs intentaron muy en serio llevar
a cabo una revolución social, una profunda transformación social y
económica en España en aquellos años, porque seguramente
recuperando el recuerdo recuperarían también la consciencia de
pertenencia de clase y de coincidencia de intereses materiales, más
allá, mucho más allá de simples opiniones, y se darían cuenta de
que quien acabó con la Revolución Española fue la misma burguesía
que ahora pretende, a través de sus asalariados políticos e
intelectuales, dignificar a sus antepasados, convertidos en víctimas,
cuando en realidad su verdadera dignificación debe consistir en
restituirles su condición de luchadorxs obrerxs.
Las
voces y las palabras escritas de quienes sí ven en la República y
la Guerra Civil una Revolución, ven la hermosa Revolución Española,
y ven también a quienes cayeron como luchadorxs y no como víctimas
del mal, no son pocas, pero les es difícil hacerse oír y entender.
Por eso estoy muy contenta por una pequeña publicación que este año
pasado ha salido. Es un libro muy breve y muy modesto en su edición.
Lo ha escrito y lo ha editado Ignasi Toribio Chiva, y se llama
República y Revolución en
Guadix. 1931-1939. Vale la
pena, por lo menos para salir del empalagamiento en que las
instituciones y lxs escritorxs institucionales nos imponen con sus
trabajos de investigación archivística, llevada a generar tablas
estadísticas, o arqueológica, que tiene como resultado la sepultura
cristiana de quienes seguramente nada querían saber de la religión.
Y vale la pena también porque nos habla de lo que sucedió aquí, en
los pueblos donde vivimos y porque al leerlo nos damos cuenta hasta
qué punto el franquismo, el brazo armado y fascista de la burguesía,
no lo olvidemos, no solo acabó con la vida de individuos, sino con
la esperanza de revolución y emancipación de la clase obrera.
Obras
como esta y como muchas otras son o debemos entenderlas como dignas
continuadoras de lo que ya L. Trotsky supo ver en tiempo real y
escribió en su obra La
revolución española.
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