Entrevista Con Armelle Pertus, profesora en Gennevilliers y
portavoz del NPA. La conferencia nacional (CN) del NPA reunida a
finales de marzo decidió presentar la candidatura de Philippe Poutou
a las elecciones presidenciales de 2017, y para llevar a cabo una
campaña colectiva ella fue designada como portavoz junto a Olivier
Besancenot y Chistine Poupin.
1-¿En
qué la campaña que viene será diferente de la de 2012?
Lo será por una razón muy simple: en 2012 Hollande pasaba por ser
el que iba a pasar página de la política reaccionaria de Sarkozy.
Desde entonces las ilusiones han desaparecido, pues el gobierno no ha
tenido más que un único objetivo: proteger a la patronal en
detrimento de l@s trabajador@s. En 2012 el eslogan del Front de
Gauche de “Revolución por las urnas” parecía más creíble que
nuestro programa de lucha, pero de nuevo no se resiste más tiempo a
los hechos: Tsipras y Syriza – la “izquierda de la izquierda”
en el poder en Grecia – son los arquitectos de un plan de
austeridad peor que el que habían conocido l@s trabajador@s y al
juventud de este país. Han arruinado las falsas esperanzas que
habían creado, según las cuales sería posible satisfacer las
reivindicaciones obreras y populares sin enfrentarse a los
capitalistas.
No podemos saber hoy cuál será el resultado del movimiento actual
contra la Ley del trabajo: la situación sigue siendo ampliamente
abierta. Sea cual sea, abordamos la futura campaña presidencial en
un contexto de movilización de nuestro campo social. El “todos
juntos” y la huelga reconducible no son ya un dulce sueño, sino un
objetivo compartido entre quienes se han puesto en huelga, se han
manifestado y han ocupado las plazas y teatros desde el 9 de marzo.
2-¿Por qué l@s revolucionari@s no pueden más que llevar a cabo
una campaña electoral en total independencia de las fuerzas llamadas
“reformistas”?
En estos últimos cuatro años, en los sectores tanto público como
privado, han sido much@s l@s trabajador@s que han luchado. Estas
manifestaciones o explosiones de rabia a veces han provocado una
amplia solidaridad, como cuando el episodio de la camisa arrancada en
Air France, pero todas se quedaron aisladas. La izquierda reformista
y sus sucursales en las direcciones sindicales no han tomado ninguna
iniciativa para reagruparlas, ni siquiera al nivel de un sector. Un
ejemplo: el gobierno atacó frontalmente a mi sector con la reforma
de los horarios escolares, luego cuestionando la educación
obligatoria y finalmente la reforma de los colegios. A nivel nacional
el sindicato no trató de crear una correlación de fuerzas que
permitiera la retirada de estas reformas.
Ya se trate de Mélenchon y de su “Francia insumisa”, del
llamamiento de las “cien” personalidades para una alternativa de
izquierda o incluso del PCF (Partido comunista), todos buscan sacar
provecho del movimiento actual para da vida a la “verdadera
izquierda” en 2017. Para nosotr@s no es concebible escribir un
programa electoral común, llevar a cabo una campaña política con
organizaciones cuyos dirigentes están más preocupados por sillones
institucionales que por la preparación de la huelga general. En el
parlamento, casi la totalidad de ell@s ni siquiera ha sido capaz de
oponerse a la intensificación de las intervenciones militares y al
estado de emergencia.
3-En un contexto marcado por la movilización, ¿no es aplazarla
preparar una candidatura a las elecciones presidenciales?
El sentido del voto no cambiará la vida, al menos la de nuestro
campo social, Si fuera el caso, las elecciones estarían prohibidas.
Pero en las elecciones presidenciales, en un periodo de tiempo muy
concentrado y a una escala de atracción de millones de personas,
podemos intentar popularizar un programa de emergencia para el mundo
del trabajo y la juventud. Un programa de reivindicaciones que
plantee necesariamente la cuestión de cómo imponer las medidas: las
luchas y el enfrentamiento del poder de los capitalistas.
La lucha contra la Ley del trabajo ha revelado otros muchos más
enfados que los partidos burgueses sueñan con enterrar antes de
2017. Hace falta una candidatura para hacer escuchar estas
humillaciones y esta sed de dignidad. Diremos en las elecciones lo
que diremos hoy: contra la Ley del trabajo y contra su mundo, tenemos
que luchar tod@s junt@s.
4-Tanto en las movilizaciones como durante las campañas
electorales, defendemos la idea de un mayo-junio del 36 o de un mayo
del 68 “que vaya hasta el final”, ¿qué quiere decir esto?
Esto significa que la transformación radical de la sociedad no puede
venir más que de una movilización de una amplitud excepcional, a
través de la cual nuestra clase se organizará para imponer su
control sobre la economía y la sociedad. Es una forma de evocar la
revolución: lo que Trotsky decía que “había empezado” en junio
de 1936, lo que temía De Gaulle cuando preparaba sus tanques en
Alemania a finales de mayo de 1968.
La revolución social es el único horizonte para revertir esta
sociedad capitalista basada en la explotación de la mayoría de
nosotr@s por una minoría de parásitos que obtienen sus beneficios
de nuestro trabajo. Los únicos capaces de decidir qué, cómo y para
qué necesidades quieren producir son las y los propi@s trabajador@s.
Y son precisamente las huelgas, las asambleas generales, las
manifestaciones las que nos unen a cada un@ de nosotr@s, parando el
trabajo y rompiendo la rutina impuesta para tomar confianza en
nuestra fuerza colectiva.
Nuestro papel es el de participar en la construcción de un partido
revolucionario ampliamente implantado, cuyos militantes sean
suficientemente reconocidos para poder ayudar a que la movilización
“vaya hasta el final” sin dejarla en las manos de los que no
tienen otra idea que organizar una nuevas elecciones.
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