
No, no me callarán, no me haran echarme atrás o esconderme en mi casa. Sigue siendo la hora de luchar.
Luchar por otro mundo es un delito, o eso es lo que nos quieren hacer pensar. Día tras día intentan obligarnos a rendirnos, a que nos dobleguemos ante los poderosos...ya sea con las palabras o con las porras, su violencia nos recuerda quien detenta el poder y quien tiene que arrodillarse ante éste.
En primer lugar, quiero expresar mi más sentido agradecimiento a todxs esxs compañerxs que se han preocupado por mi y han estado presentes en las concentraciones. Desde los calabozos de la comisaría sus gritos me dieron más calor que cualquier manta que me hubiesen facilitado en las instalaciones policiales. Escuchar los cánticos y saber que había mucha gente que no te va a dejar en la estacada, algunos más conocidos y otros menos es lo mejor que te puede pasar cuando te encuentras en una situación como esta.
En segundo lugar, quiero contar mi historia. El 29 de Noviembre,entre las 18:30 y las 19:30 de la tarde aproximadamente fui detenido mientras tomaba un café con un compañero. Como si de un delicuente se tratase, se desplegó todo un dispositivo policial con el único objetivo de criminalizarme publicamente. Sin decirme porque se me pedia que acompañara a los agentes de la seguridad y el orden se me sacó a la calle y se me introdujo en un coche patrulla, mientras se me leían mis derechos y se me acusaba de haber atentado contra la autoridad. Las luces azules, las placas y las esposas se disponian de manera que pareciese el más criminal de los criminales. ¿Por qué tanto teatro? ¿Por qué esta puesta en escena? ¿Por qué se me detiene sin haberme citado? ¿Por qué se me persigue por la calle en donde vivo?
Según la acusación, por haber agredido a un policía en la acción de protesta del movimiento 15-M el domingo 20 de Noviembre. Esa misma acción en la que nadie resultó herido, en la que ningún miembro del movimiento rompió con los principios pacíficos de éste, y en la que la policía hundía sus puños en nuestro estómagos mientras nos golpeaba en las piernas con sus botas de seguridad.
Extrañamente en ninguna parte queda constancia de que había agentes heridos en aquella jornada hasta unos días después, cuando el SUP declara que hay tres policías maltrechos mientras subdelegación de gobierno habla solamente de uno. Y, transcurrida más de una semana, se me detiene mientras estoy en la calle. ¿Por qué esas incongruencias? ¿Por qué el SUP pide que la policía tenga más libertad para poder proceder hasta las últimas consecuencias? ¿Por qué se exige más sangre y represión?
Creo que las respuestas a todas estas preguntas están claras. Nos temen. Tienen miedo a la gente que, como yo, se organiza. Milito en Izquierda Anticapitalista, en la Coordinadora Sindical Estudiantil (CSE) y soy activista en movimientos sociales como el 15-M. A los poderosos, a la clase dominante, no le gusta que lxs de abajo se autoorganicen y peleen por mejorar sus condiciones más inmediatas de vida y por acabar con un capitalismo que solamente beneficia a unos pocos mientras perjudica a una inmensa mayoría de la población. Un sistema que rescata a los responsables de la crisis mientras que desahucia, despide y degrada los servicios públicos de la gente trabajadora, dejando sin futuro a una generación como la mía.
Todo esto es una historia que se repite: quieren asustarnos, retirarnos de las calles por medio de la criminalización y de la violencia, de las humillaciones, los golpes y las esposas. Ahora he sido yo pero podría haber sido cualquiera de lxs compañerxs que se juegan su puesto de trabajo o su futuro luchando por vivir mejor. Intentarán reprimirnos de manera que acaben con toda respuesta en la calle. Toda respuesta de aquellxs que, señalando a los verdaderos culpables de la crisis capitalista, se opongan a unas reformas que siguen haciendo cargar sobre los hombros de lxs de abajo el precio de la crisis de los de arriba. La respuesta en la calle es la que más temen, ya que, como la historia ha demostrado en muchas ocasiones, puede llegar a tumbar sus reformas y privilegios.
Y digo intentarán porque no se lo vamos a permitir. Ante sus ataques y su violencia, resistiremos y seguiremos exigiendo otro reparto de las riquezas. No dejaremos de enfrentarnos a las injusticias ni de pelear contra esa clase dominante y sus políticas que tanto nos afectan. No cejaremos en nuestro empeño de que la calle un día se llene de tanta gente que hablar de revolución no sea un futuro ni un condicional sino un presente. Y para construir ese presente habremos de pelear unidos y mostrar solidaridad y apoyo entre nosotrxs, porque la represión será una constante que se agudizará cuanto más peligrosxs seamos para ellos.
Este 30 de Noviembre he salido con libertad provisional y a la espera de juicio. Pero no, no me callarán, no me haran echarme atrás o esconderme en mi casa. Sigue siendo la hora de luchar. Y si alguien en algún momento siente miedo, que recuerde una cosa, ellos tendrán millones pero nostrxs...nosotrxs somos millones.
Adrián Mora González
Militante de Izquierda Anticapitalista, miembro de la Coordinadora Sindical Estudiantil (CSE) y activista en el movimiento 15-M
Adelante compañero! Salut desde Catalunya!!!
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