
La huelga del 30 de noviembre por la defensa de las jubilaciones del sector público fue la más importante desde hace una generación.
El 30 de noviembre, más de 2,5 millones de trabajadores hicieron huelga, en la sanidad, los servicios municipales, los ministerios, lo nunca visto desde hace mucho tiempo. 30 sindicatos estuvieron implicados, de los cuales los tres más grandes, Unite, Unison y el GMB. Muchas manifestaciones tuvieron lugar en numerosas ciudades, incluso en aquellas en las que ya no había habido ninguna desde la guerra de Iraq en 2003. Más de 50 000 personas se manifestaron en Londres y más de 15 000 en Belfast. Hubo incluso una manifestación de 100 personas en Lerwick en el archipiélago de Shetland. Para la inmensa mayoría de los participantes, se trataba de su primera huelga. Dos cada tres escuelas dos estaban cerradas, así como los museos y los tribunales, mientras que las operaciones no urgentes, en numerosos hospitales, fueron anuladas.
La huelga ha sido un gran éxito no solamente por su amplitud, también porque todo el mundo sabía que no se trataba solamente de las jubilaciones sino también de la defensa de los servicios públicos y en definitiva de saber quien tiene que pagar la crisis. La huelga también ha levantado la cuestión general de las jubilaciones. El gobierno dirigido por los conservadores ha declarado que era injusto que los trabajadores del sector público recibiesen una mejor pensión que los del privado. Pero no ha dicho nada sobre los salarios anuales de varios millones de libras que reciben los banqueros como por ejemplo los de los directores de Barclays y Royal Bank of Scotland. Más de 2,5 millones de jubilados viven por debajo del umbral de pobreza con 178 libras por semana (832 euros mensuales). La pobreza de los jubilados en Gran Bretaña es una de las peores de Europa, justo después de la de Chipre, Letonia y Estonia.
La huelga del 30 tardó en llegar. En cuanto salió elegido, el gobierno dirigido por los conservadores anunció que llevaría a cabo una guerra contra los servicios públicos, y contra la remuneración y la condición de vida de los trabajadores en general. Aunque el TUC (unión de los sindicatos) decidiera en septiembre de 2010 organizar una manifestación nacional de 500 000 personas el 26 de marzo. A pesar del éxito importante de esa manifestación, las direcciones de los tres grandes sindicatos y del TUC fueron reticentes a seguir con la movilización. Es sólo después del inmenso éxito de la huelga del 30 de junio, organizada por los sindicatos de enseñanza (UCU, NASWUT y NUT) y por el sindicato de los funcionarios PCS, que todos los demás sindicatos y el TUC decidieron finalmente convocar a sus afiliados a la huelga.
Los dirigentes de la mayoría de los sindicatos han sido empujados a organizar la huelga bajo la presión de sus miembros y porque ya no tenían mucha más elección. El gobierno ha dado largas a las negociaciones desde el principio del año sin ninguna concesión e incluso llegó a imponer modificaciones sin negociación alguna a los regímenes de jubilación, como por ejemplo el retraso a los 67 años para que los jóvenes trabajadores puedan jubilarse.
El gobierno acelera los ataques contra la clase trabajadora en un momento en el que la recesión está a punto de transformarse en depresión: los trabajadores de sector público, que padecen ya una congelación de los salarios de dos años, verán a continuación todo aumento techado en 1%. Con una inflación del 5,4%, esto corresponde a una bajada del 20% de los salarios en 4 años. El gobierno ha anunciado la supresión de 710 000 puestos de funcionarios que se añaden a la cifra de 400 000 anunciada el año pasado. Osborne, el ministro de las Finanzas, ha declarado que haría “todo lo necesario” para reducir el déficit. Esto significa rebajas fiscales para los ricos y dinero recuperado en los bolsillos de todos los demás.
La huelga del 30 de noviembre sólo puede ser un principio en la resistencia contra el gobierno. El movimiento debe ser intensificado con fechas previstas para principio del año que viene en relación con los trabajadores del privado. Los jóvenes y los estudiantes deben implicarse ya que el retraso de la edad de jubilación tendrá un efecto inmediato de cara al paro de los jóvenes de menos de 25 años que alcanza actualmente un nivel record con un 20%. La huelga del miércoles 30 en Gran Bretaña fue seguida al día siguiente de una huelga general de un día en Grecia y el viernes de una jornada sindical unitaria en Bélgica. La solidaridad a escala europea y la acción común es más que nunca necesaria para hacer retroceder el asalto neoliberal a todas nuestras conquistas de la posguerra.
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