domingo, 8 de julio de 2012

¿Sin novedad en el Alcázar?

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Curiosa esta visita parlamentaria al Alcázar de Toledo para el próximo 18 de julio. El lugar no solamente permanece ligado a la “épica” franquista, también fue un lugar de peregrinación de Pinochet, y otros héroes populares.

Curiosamente, también ayer jueves 5 de julio, en las postrimerías del acto que organizó Revolta Global con Spyros Niakas, representante de SYRIZA, un camarada comentó lo “jodido” que lo tenían los griegos con el ascenso nazi, y suscitó la discusión sobre la hipótesis fascista, bien como soporte a la política del miedo del “gran dinero”, sea como una alternativa que tenían en cuenta. Spyros lo explicó bien, no se trataba de un grupo populista sino de un grupo neonazi puro y duro. En cuanto a sus soportes apuntó algunas cosas, por supuesto la existencia del detritus moral que resulta propio a este cartel, pero también el sentimiento que lleva a mucha gente a apuntarse a lo más duros. Esto sin olvidar que el 20% de su electorado provenía de la clase empresarial. Al comentario: “Ostias, pues lo tienen duro”, Lluís, uno de nuestros veteranos añadió: “Sí, sí, pero aquí no olvidemos al Ejército “nacional”, y los monstruos que duermen en su seno”.

No he podido por menos que acordarme de la conversación esta mañana, cuando he leído en “Público” la noticia de la visita “protocolaria” al Alcázar en una fecha tan señalada como el 18 de julio. El diario digital recuerda lo emblemático del lugar que “trae a la memoria los 76 años que han pasado desde la sublevación militar de los franquistas que acabó devorando la República. El segundo remite a la fortificación donde se atrincheraron los rebeldes contra el Gobierno legítimo del Frente Popular”, a lo que, cuanto menos, habría quizás que añadirles otros detalles. A mí personalmente me viene uno a la memoria: la lectura de una pequeña noticia allá por 1971 de la visita de la delegación de militares chilenos justo en un momento en el que el ruido de sables empezaba a sentirse como la opción que la Trilateral ya había votado para Chile.

Miren por donde, el representante del PP, así como Carlos Salvador, diputado de UPN, se han mostrados "perplejos" por lo que llama la "hipersensibilidad de la izquierda". "Me parece que los fantasmas de Moscardó [quien encabezó la sublevación en el Alcázar], Miaja [figura clave en la defensa republicana de Madrid] y Franco verían con gusto que una España en la que todos cabemos visite con normalidad institucional el Museo del Ejército". Salvador sí puso una pega: entiende que este tipo de viajes institucionales deben emplazarse "en lunes o viernes", "cuando menos actividad parlamentaria hay". Extraña normalidad en la que, por ejemplo, Miaja no tiene dedicada ni una callejuela, y el franquismo aparece por todas partes como la gran advertencia. La misma que repitieron en el curso de la Transición, y la misma que subyace en esa política de “superación” que ni tan siquiera permite que alrededor de 150.000 asesinados por el militar-fascismo en la retaguardia, sean reconocidos como lo que fueron. Gente que creía en la libertad y en la igualdad.

Decía Einstein que existían al menos dos infinitos, el del espacio y el de la imbecilidad humana. Creo que el sabio de ideario socialista se dejó otro infinito quizás mayor: el del cinismo. Los beneficiarios del franquismo lo pueden ejercer casi sin oposición. Decimos casi porque al menos en estas cuestiones siempre nos queda Joan Tardá, que ha expresado en una nota: “No sabemos si es una broma macabra o una desacomplejada, vergonzante y peligrosa nostalgia. Aunque visto de otro modo, ejemplifica perfectamente la función histórica del Ejército español y la complicidad de la derecha española con los Gobiernos predemocráticos. Casos como estos demuestran la baja intensidad de la democracia española en la persecución del franquismo, que sigue presente a pesar de los tímidos intentos de la Ley de Memoria Histórica". Menos clara nos resulta la perplejidad de José Luís Centella, secretario general del PCE, que ha debido de recordar aquello de “sin acritud” al declarar: "Esta visita está fuera de lugar, es un despropósito, una falta de respeto a la memoria democrática. Pediremos que se aplace el viaje", lo que parece dar a entender que haría la visita, por ejemplo en agosto.
Las declaraciones de CiU podrían considerarse como un homenaje a este cinismo infinito. El diputado tuvo a su padre en prisión por militar en una Convergencia clandestina, su padre, ¿y quién más?, pues, Jordi Pujol. Vale, pero nadie me negará el beneficio de lo que casi se pudo considerar como una “buena inversión”. Por otro lado, recordar que han pasado 30 años, se podría interpretar justamente al revés. El tiempo pasa pare la Real academia de Historia invierte un capital en un Diccionario en el que la definición de Franco y del franquismo habría resultado aceptable hasta para la dictadura.

Lo del PSOE confirma el diagnóstico de Pepe Martínez, el “alma mater” de “Ruedo Ibérico”, cuando dijo que era un partido franquista en el sentido que era un producto del franquismo. Después de que Felipe se viera tentado a reciclar “El Azor”, el yate de Franco y que aceptara la definición de éste como “autoritario”, y de otras tantas delicadezas con el “antiguo régimen", no resulta extraño que su portavoz en Defensa, Diego López Garrido, declare que no hay que dar "más vueltas al tema". De este señor, me viene a la memoria un flamante artículo en “El País” en la época en que dejó IU, y en el que afirmaba que ser de izquierdas entonces significaba aceptar la globalización, sin cuestionarse todo lo que esto significaba. Y hablando de recuerdos, tenemos muchos de José Bono. Por ejemplo, su presencia en un acto de beatificación de varias decenas de “mártires” católicos con ocasión de la Comuna de Asturias de 1934, acto glorioso en el que asistió de la mano de Carlos Menem, aquél que vendió Argentina. Este hombre que se arrodilla ante los “mártires” de los “rojos”, como ante las entidades financieras –entes supremos e intocables-, nos ofreció el año pasado un discurso sobre el 75 aniversario de la guerra civil de juzgado de guardia, sobre todo si tenemos en cuenta que representaba a la “izquierda” en el gobierno. Con su cinismo habitual, tomó prestada unas palabras de Azaña en el contexto de una guerra en la que Franco declaró que estaba dispuesto a exterminar media España para imponer sus “principios” de su “Movimiento”, con la intención de " rendir homenaje a quienes murieron en defensa de sus ideales y ojalá sirvan también para desterrar el odio y la intolerancia de nuestras vidas" Este tono de “superación” me recuerda cosas que se escuchaban durante la dictadura, también me recuerdan frases como las de la señora de Pinochet, quien días después del golpe de su marido declaró que “lo importante era creer en Dios”.

Está claro que “nuestra derecha”, ni tan siquiera reconoce esta evocación a la paz, de ahí que cuando habló Bono ningún diputado de la primera fila de la bancada del PP, donde se sienta la dirección del grupo parlamentario, aplaudió. Daría algo por ver la cara que hubieran puesto los mandos del Museo del Ejército (nacional), de haber disfrutado de la presencia de sus señorías de izquierda durante una visita al alcázar un 18 de julio. Para mondarse.

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