Ayer,
14 de diciembre, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acudía a
Murcia a la celebración de la convención regional del PP que se
celebraba en el auditorio Víctor Villegas, en lo que se convirtió
en una “fiesta”
en honor al presidente saliente de la región, Ramón Luis Varcárcel,
que parece que pone rumbo a Europa.
En
las inmediaciones, desplazados por la Policía Nacional hacía un
callejón a más de 300 metros del lugar del acto, se concentraban
más de 200 personas de diferentes colectivos sociales y ciudadanos
convocados por la Marcha de Mareas para protestar y hacer visible el
descontento ciudadano por las políticas que se están llevando a
cabo tanto a nivel estatal como en la Región de Murcia y que están
provocando el crecimiento de la pobreza y de la desigualdad social.
La concentración transcurrió sin ningún tipo de altercado con la
policía, y siempre de forma pacífica se lanzaron consignas y se
mostraron pancartas y carteles en contra del gobierno regional y
central y a favor de los derechos de los ciudadanos.
A
las 12:30, una vez que se dio por terminada la manifestación en la
que no hubo ningún altercado, y cuando los allí concentrados se
dirigían a sus casas, un nutrido grupo de antidisturbios rodeó a
una treintena de manifestantes con la intención de identificar a dos
personas concretas arbitrariamente y sin motivo ni explicación. En
un gesto de solidaridad, los manifestantes hicieron un círculo
alrededor de los ciudadanos a los que se quería identificar,
sabiendo que podrían recaer sobre ellos multas injustificadas,
pidiendo a la policía que identificaran a todos y todas visto que
todos los allí presentes habían actuado de la misma forma.
Durante
el intercambio de opiniones con miembros de la policía, y sin
provocación previa, la policía empezó a cargar
desproporcionadamente contra los manifestantes que en todo momento
mostraron un actitud pacífica. Uno de los chicos, que finalmente fue
detenido, fue empujado y dio con su cabeza contra la pared; otra
chica recibió un rodillazo en la barriga y fue esposada mientras
estaba inmovilizada de cara al suelo. Finalmente, se llevaron a los
detenidos mientras el resto de personas gritaban “¡vergüenza!
¡vergüenza!”
ante una nueva actuación policial desproporcionada, excesivamente
violenta, que busca la criminalización de la protesta pacífica.
Abogados
de las diferentes organizaciones y colectivos que componen la Marcha
de Mareas se desplazaron a cada una de las tres comisarías que
existen en Murcia, en donde sin éxito, intentaron averiguar a donde
se habían llevado los detenidos para que tuvieran asistencia
letrada. Casi dos horas después de la detención, y sin que los
abogados supieran donde se habían encontrado los detenidos en ese
espacio de tiempo, aparecieron en la comisaría de San Andrés, donde
permanecieron durante más de seis horas incomunicados y esposados.
Solamente
hasta pasadas las nueve de la noche los detenidos pudieron ver a su
abogado y los pasaron a declarar en la misma comisaría de San
Andrés, donde se negaron a ello. Finalmente fueron trasladados al
Juzgado de Guardia, en la Ciudad de la Justicia de Murcia, donde
prestaron declaración delante del juez y fueron puestos en libertad
con cargos. A la salida de los juzgados los esperaban una veintena de
personas que expresaron su apoyo y cariño a dos jóvenes cuyo único
delito había sido la de manifestarse pacíficamente contra las
políticas de unos gobiernos que llevan a la mayoría social a la
miseria y la pobreza.
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