domingo, 15 de diciembre de 2013

Los trabajadores de la Lavandería necesitan todo nuestro apoyo

Javier Cordón
Las trabajadoras y los trabajadores de la Lavandería están en huelga indefinida desde el día 6. El motivo es su negativa a aceptar el empeoramiento de las condiciones laborales: la rebaja salarial es de casi el 50% y la jornada ha pasado de 37,5 a 40 horas. La empresa adjudicataria es Flisa del grupo ONCE. Esta empresa tiene 27 lavanderías en toda España y más de 3000 trabajadores, de los que el 86 % son personas con discapacidad.

La oposición a la privatización la llevan por la vía legal. Aunque la mejor garantía de que este centro vuelva a ser público es que la ciudadanía de Madrid lo tome como un objetivo a conseguir, utilizando para ello todos los medios que puedan desgastar al PP (en el nivel estatal, autonómico y de ayuntamientos) y desvelar el carácter antisocial de la ONCE.

La huelga la está siguiendo la práctica totalidad de la plantilla, más allá de que la Consejería, como parte interesada del conflicto, les ha impuesto unos mínimos cercanos al 50 %. Y cuentan con pleno apoyo de la parte de plantilla que no ha querido firmar con la ONCE, y se ha ido al paro. La plantilla que ha quedado son 117 trabajadores y los que se han ido al desempleo unos 80. También tienen el apoyo de gran parte del personal fijo (123) que han sido trasladados a otros hospitales.

La organización de la movilización está basada en la asamblea de los trabajadores, la mayoría de los cuales está afiliada a la Asociación de Empleados que ellos crearon hace meses. La huelga ha sido convocada por CCOO, dado que la Asociación no tiene capacidad jurídica para ello.

Las consecuencias de esta privatización afectan a la calidad del servicio de lavandería: la ropa viene peor a los hospitales, los horarios de los camiones son irregulares y, en los hospitales donde esta empresa llevaba tiempo, como el H. Ramón y Cajal, poco a poco y con la connivencia de la Dirección se han ido poniendo restricciones que han reducido la carga de ropa que esta empresa tiene que lavar y así aumente su negocio.

Las consecuencias laborales también son graves. Destrucción de casi 350 empleos públicos: todos los contratados que trabajaban allí y los temporales de los hospitales a los que, teniendo en cuenta la experiencia de otras privatizaciones, es muy probable que desplacen los fijos que han llegado por traslado forzoso. Y también se ha producido una reducción de empleo global, ahora la plantilla no llega ni a 150, es decir que ha reducido casi 200 empleos. Y, como hemos dicho más arriba, les han impuesto un grave empeoramiento de las condiciones laborales. Así, el ahorro, que es la justificación del PP en todas las privatizaciones, se hace en detrimento de la calidad del servicio, del empleo y de las condiciones laborales, para beneficio de la empresa que entra.

La justificación de la Consejería es que se les aplica el convenio de Lavanderías, que además está firmado por CCOO y UGT. Pero, aunque la firma de estos sindicatos sea lamentable, es una justificación sin base. Todas las administraciones, cuando privatizan o hacen simples cambios de contratas, están aprovechando para hacer reducciones de sueldo, de plantilla y, en consecuencia, de la calidad de las prestaciones. Y nada cambia porque este empeoramiento de condiciones lo firmen, o no, tales o cuales sindicatos.

UN ESLABÓN DE UNA LARGA CADENA DE PRIVATIZACIONES

Hay datos que permiten pensar que la importancia de este conflicto va más allá de la privatización de un centro. Tanto porque cada paso que da el gobierno del PP se enmarca en una estrategia general de privatización de la Sanidad, como por la dimensión y publicidad que ha logrado el conflicto, probablemente mayor de la esperada por los privatizadores.

Es muy probable que Ignacio González quiera usar a estos compañeros como cabeza de turco, pues esta lucha ha partido con unas condiciones desfavorables para los trabajadores: 117 trabajador@s golpeados recientemente por un recorte de plantilla y una bajada brutal de sueldo y que están en un centro con apariencia de ser ajeno a la asistencia sanitaria y para colmo no tienen ni un comité de empresa propio. En estas condiciones el PP puede ver ahí la ocasión para dar un escarmiento, que haga olvidar las derrotas (relativas) que ha tenido en sanidad y en barrenderos. Son derrotas relativas, pero muy dañinas para un partido y un gobierno que usan la prepotencia como una baza y están acostumbrados a arrollar. Para llevar adelante un plan de privatizaciones tan ambicioso necesitan aparecer ante las empresas privatizadoras garantizando que estas no tendrán que enfrentarse a conflictos y ante trabajador@s y usuarios como una fuerza ante la que es inútil resistirse.

Si el PP logrará este propósito se sentiría con más fuerza para seguir con el proceso privatizador y sin duda intensificaría este. Por ello, el resultado de esta lucha no puede dejarnos indiferentes y debemos buscar los medios para que ni el PP ni la ONCE ganen esta batalla o para que, en cualquier caso, les suponga graves costes.

El fracaso, aunque sea provisional, en la privatización completa de los seis hospitales, ha llevado al PP a sustituir el ataque frontal y generalizado por ataques parciales y, aparentemente, desligados los unos de los otros, pero permanentes. Esperando que las reacciones sean también locales y sin conexión. Es decir, el gobierno regional no ha renunciado al proceso privatizador, sino que va dando pasos uno tras otro: la Lavandería, el Centro de Extracciones de Sangre, los almacenes del hospital de Alcalá de Henares, no son casos aislados, sino eslabones de una larga cadena.

Es de justicia apoyar a estos compañeros; pero además, su caso no es una excepción. A todos, a unos antes y a otros después, nos va a golpear el proceso privatizador: sea con recortes de presupuesto; sea con privatizaciones o cierres de centros o servicios; sea con derivaciones, que traerán más cierres, o con la puesta en pie de Unidades de Gestión Clínicas. Y si sólo respondemos cuando nos toca vamos a terminar con una derrota estrepitosa. La unidad que nos dio fuerza – entre trabajador@s de todas las categorías y entre trabajador@s y ciudadan@s- hay que mantenerla, o mejor, tratar de reconstruirla en circunstancias más difíciles.

NECESITAN NUESTRO APOYO

Nuestros compañeros de la Lavandería están demostrando que su decisión de luchar es muy fuerte. Esta decisión se alimenta de sus asambleas en las que por si mismos deciden lo que van a hacer y en el apoyo de sus familias y de todos los que hasta hace unos días han trabajado allí. Hasta el momento su moral es muy alta. Y están decididos a seguir a pesar de estar perdiendo dinero y de permanecer muchas horas en la calle pasando frio. Sin embargo la Consejería y la ONCE cuentan con eso termine más pronto que tarde. De hecho la empresa dijo algo así como, “a ver lo que aguantan”.

Por todo ello, animamos a prestarles la mayor ayuda posible. Que cada uno aporte lo que pueda o se le ocurra. Aquí se plantean algunas propuestas.

1.- Dar publicidad con todos los medios posibles de la agresión a la ciudadanía y a los trabajadores que en este caso está desarrollando el tándem PP-ONCE. 2.- Colaborar con la huelga, de todas las formas posibles y en especial con la caja de resistencia. 3.- Apoyar las acciones que lleven a cabo, como concentraciones o cualquier otra. Especialmente participando en la CONCENTRACIÓN ANTE LA ONCE (CALLE PRIM, Nº3) EL MARTES 18 A LAS 19 HS.

A los compañeros de la Lavandería les ha robado años de esfuerzo y los quieren hundir en la pobreza de ganar 650€. Todo para que aumenten las ganancias de los bancos, grandes empresas y empresas que se autodenominan “Sin ánimo de lucro” como la ONCE. Han sido engañados, humillados y ofendidos, pero resisten con dignidad, Son 117, pero están llenos de valor. Y además son de los nuestros. No podemos dejarlos solos.
Javier Cordón, trabajador del hospital Ramón y Cajal e integrante de Patusalud
Nº DE CUENTA DE LA CAJA DE RESISTENCIA 0049-1758-07-2490031888
TITULAR: LAVANDERÍA CENTRAL.
CONCEPTO: HUELGA SERVICIO DE LAVANDERÍA

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