Declaración de Izquierda Anticapitalista tras el 22-M
1.- Una impresionante demostración de fuerza, construida desde abajo, con reivindicaciones rupturistas.
El 22-M, ha sido la culminación de una iniciativa de acción,
construida durante seis meses, y en la que han confluido gran parte del
sindicalismo alternativo, movimientos sociales diversos, redes de
acción contra el paro, mareas, sectores y empresas en lucha,
organizaciones políticas de izquierda, centenares de colectivos de
diferentes ámbitos y miles de personas activistas, aglutinadas en torno a
los contenidos del Manifiesto estatal y al apoyo y cobertura de las
columnas que marchaban a Madrid.
Una iniciativa que permitía un alto grado de descentralización y
autoorganización, con cientos de actos y declaraciones de apoyo y
extensión de sus principales reivindicaciones en territorios, sectores y
empresas y movilizaciones locales y zonales, que complementaban y
reforzaban la convocatoria central.
Esta autoorganización se ha plasmado en la construcción de numerosas
coordinaciones territoriales para impulsar la iniciativa: las Marchas,
se han convertido así en un crisol que permitía recoger múltiples
indignaciones y malestares y juntar diferentes actores socio-políticos
dispuestos a canalizarlos y darles expresión en la acción y hacerlo con
vocación de masas.
El Manifiesto estatal ha permitido trasladar un conjunto de
reivindicaciones de ruptura con las políticas de la Troika, y el régimen
del 78 desde el plano político al social para intentar convertirlas
en demandas de masas: el impago de la deuda ilegítima, la derogación del
articulo 135, y la reivindicación del derecho a decidir, se
complementaban con la exigencia de pan, trabajo y techo.
El 22-M, ha sido un éxito rotundo a pesar del bloqueo mediático, del
silencio del aparato del PSOE y del apoyo formal y de última hora de las
direcciones de CCOO/UGT, a través de la Cumbre Social. Su impacto y
masividad, se explican entre otras por varias razones: la combinación de
malestar social e indignación presentes en amplios sectores populares y
de trabajadores duramente golpeados por la crisis y las políticas de
austeridad, la negativa e incapacidad de las direcciones sindicales de
CCOO/UGT, a encabezar una movilización contundente y sostenida contra
las políticas de austeridad y el gobierno que las aplica, la
credibilidad de las organizaciones que han aparecido como principales
impulsoras de la iniciativa y de sus dirigentes, el protagonismo de una
forma de acción – la gente que marcha, mucha de ella parada – que es
sinónimo de esfuerzo y entrega con la que la gente se identifica y la
configuración práctica de las Marchas, como una movilización construida
con tiempo y paciencia, en buena medida autoorganizada y que permitía la
incorporación de quien quisiera sumarse.
2.- Un golpe al gobierno en vísperas de las elecciones europeas.
El 22-M significa entre otras muchas cosas la visibilización del
rechazo a nivel de masas que suscitan las políticas del gobierno del
PP. Muestra también que el discurso gubernamental de “.. vamos por el
buen camino..”, no ha calado entre amplios sectores populares y que el
movimiento de resistencia contra los recortes y la austeridad mantiene
aún una importante capacidad de movilización en la calle.
Es pronto para saber si el 22-M es el inicio de un nuevo ciclo de
movilizaciones pero en todo caso ha puesto fin a la desmovilización que,
a nivel general y estatal, hemos vivido desde noviembre y lo ha hecho
desde planteamientos y propuestas que cuestionan de raíz aspectos
centrales de las políticas de austeridad y del régimen que las sostiene.
Esta ausencia de movilizaciones centrales es la que permite que vaya
ganando audiencia entre los sectores populares más atrasados el discurso
del gobierno, apoyado en los datos macroeconómicos del fin de la
recesión. Es este elemento- fin de la desmovilización general -junto a
la inyección de moral, autoafirmación y avance programático que el 22-M
podría tener sobre la conciencia de amplios sectores dispuestos a
resistir, lo que explica la actitud del PP ante las Marchas: del
silencio informativo a la provocación, para finalmente pasar
abiertamente a la criminalización, aprovechando los incidentes del final
de la manifestación.
3.- Visualización de la crisis del sindicalismo de concertación y de sus direcciones.
La foto de Toxo y Mendez junto a Rajoy mendigando la apertura del
dialogo social mientras miles de personas marchaban hacia Madrid
exigiendo el fin de las políticas de austeridad y de los gobiernos que
las llevan a cabo, ilustra por sí misma la desorientación en que la
política de concertación social y la institucionalización han sumido a
las direcciones de CCOO/UGT.
Al mismo tiempo, numerosas estructuras de CCOO llamaban a su
afiliación a secundar y a apoyar las Marchas. Pero el 22-M no solo ha
mostrado que es posible otra orientación – la movilización sostenida y
contundente – y otros objetivos, sino que ha visualizado en varios
terrenos, la crisis y la incapacidad del sindicalismo de concertación y
sus direcciones para enfrentar hoy la ofensiva gubernamental-patronal.
El 22-M refleja más claramente que otras movilizaciones el fin del
monopolio de las direcciones de CCOO/UGT sobre las convocatorias de
movilización de masas en la calle. También muestra en la práctica cómo
debe construirse una gran movilización: con tiempo, dando participación a
todo el mundo, dejando espacios para que la gente y los colectivos se
autoorganicen, con formas de acción con las que la gente se identifique y
en las que se reconozca. El contraste con las convocatorias de las
cúpulas sindicales, desde arriba y a golpe de pito, es más que evidente.
4.- Mantener vivo el espíritu de las marchas.
Además del éxito de convocatoria y de su impacto los principales
activos del 22-M necesarios para darle continuidad son: el Manifiesto
estatal, como marco de referencia programático; el fortalecimiento de
los lazos entre organizaciones de la Izquierda sindical; y la
experiencia de trabajo unitario realizada en numerosas coordinaciones
territoriales entre organizaciones, colectivos y personas, especialmente
la de coordinación estatal. Valorarlos y mantenerlos es fundamental
para continuar.
También hay que entender que para perdurar las coordinaciones
territoriales deben encontrar ejes propios de trabajo, sin depender en
exclusiva de las iniciativas que surjan de la coordinación estatal.
Por otro lado la coordinación estatal debe enfrentar adecuadamente
varios riesgos: las prisas por convocar nuevas movilizaciones, la
tentación de trasladar de manera mecánica la capacidad de movilización
expresada en la calle a las empresas, y los liderazgos excesivos. Si
esto se consigue se habrán sentado las bases para mantener vivo el 22-M.
1 de abril de 2014
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