
Hace más de una semana la Presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, llamaba a l@s parad@s “parásitos” por recibir prestaciones y no trabajar. No se quedaba ahí sino que, al mismo tiempo, pedía al gobierno del PP una nueva reforma laboral que volviera a reducir la indemnización por despido o siguiera reduciendo los salarios y ya puestos a pedir que aboliera el salario mínimo. El mismo día, la Comisión anticorrupción pedía subir el sueldo de l@s políticos para evitar que se dejen tentar por los “sobres” y se dejen corromper.
A principios del mes de abril se hacía pública la propuesta de reforma fiscal que un grupo de economistas escogidos por el PP había estado preparando durante casi un año. Como era previsible, estos supuestos “expertos” han diseñado una reforma del sistema impositivo para favorecer a los sectores más adinerados, y agravar aún más la injusticia y desigualdad en el pago de impuestos. Recordemos que los grandes grupos empresariales pagan como Impuesto de Sociedades apenas el 3,6% de sus beneficios, y que somos los asalariados quienes aportamos casi el 82% de la recaudación conjunta del IRPF y el Impuesto de Sociedades. Si a esto sumamos la recaudación del IVA, que recae básicamente sobre las economías de las familias trabajadoras, comprobamos que el pago de los gastos del Estado corre a cargo casi exclusivamente de los que viven del trabajo asalariado, de una pensión de jubilación o cobran el subsidio de desempleo.
Mientras tanto entidades bancarias como el grupo Santander anuncian una ganancia de más de 1300 millones de euros en el primer trimestre de 2014, un 8% más que en el mismo periodo del año anterior y Cáritas anuncia que en 1.400.000 hogares nadie tiene trabajo y que 500 000 hogares están sin ingresos.
Esta es la doble cara de una misma moneda de la crisis del sistema capitalista. Por un lado unos pocos que no dejan de enriquecerse ayudados por el gobierno de turno y por otro, la mayoría de la sociedad, que sólo cuenta con su trabajo para subsistir y que sufre en primera persona las decisiones politicas que hacen que los de abajo paguemos los platos rotos de una crisis que no hemos provocado.
Sin embargo y a pesar de esos datos, no podemos perder de vista que l@s asalariad@s y la juventud tenemos la fuerza para poder cambiar dicha realidad. Compartimos un mismo interés de clase y debemos reivindicarlo movilizándonos. Los de abajo somos la mayoría pero además somos los que producimos las riquezas. Debemos de tomar conciencia de nuestra fuerza y defender otras reglas del juego. Para ello, debemos empezar a decidir sobre todo lo que nos atañe. La política no es cosa de unos cuant
Nosotr@s no somos los parásitos. Los parasitos son ellos. Son los que no viven de su trabajo sino de la especulación, la explotación o los sobresueldos. No los necesitamos para que la sociedad funcione. Por tanto es hora ya de declararles una guerra social en la calle y de echarlos a todos.
Para ello, hay que exigir un plan de movilización que nos permita estar a la altura de las necesidades actuales que tiene nuestro bando. El próximo 1 de mayo hay que movilizarse para exigir un calendario que sea sostenido en el tiempo y con citas que permita la convergencia de las luchas existentes y de las que están por llegar. Conflictos como los de PANRICO o los de COCA COLA son ejemplos concretos. Las Marchas por la Dignidad han sido un intento de golpear tod@s junt@s. Hay que seguir en esa dirección y la convocatoria de una nueva huelga general duradera en el tiempo debería estar en el horizonte cercano. Y para que no se quede en un sólo día y en un desfile, de nosotr@s depende que empecemos ya a contrsuirla. Para ello, las direcciones de CCOO y UGT deben abandonar de una vez el diáologo social y sumarse al conjunto de fuerzas políticas, sociales y sindicales que vienen apostando por una movilización social sostenida en el tiempo.
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