martes, 23 de julio de 2013

Valoración de Antarsya del Congreso y giro a la derecha de Syriza

El primer congreso de SYRIZA constituyó básicamente la prevista confirmación de un giro a la derecha y de control interno del partido por Alexis Tsipras y el grupo dirigente que lo rodea, procedente de la mayoría del antiguo y ahora disuelto Synaspismós. El programa político fue sustancialmente rebajado desde las elecciones de Junio de 2012. Este funesto giro a la derecha se hizo completamente visible el Sábado 13, día de las votaciones, con el voto de rechazo por parte de Tsipras y la mayoría de los delegados que consiguió controlar, de todas las enmiendas que se propusieron dentro de una deseable y propositiva orientación de izquierda anticapitalista por parte de Panagiotis Lafazanis y la Plataforma de izquierda que agrupa mayoritariamente a DEA y Kokkino:

Se votó en contra de la enmienda por las acciones unilaterales y completa eliminación de la deuda. Igualmente fue rechazada la enmienda de nacionalización bajo control obrero y social de los bancos y sectores de importancia estratégica y enfrentamiento y salida de la eurozona como respuesta a los chantajes de la troika. Se desestimó por completo “la preferencia a colaborar con otras fuerzas en un desplazamiento a la izquierda y no a presiones de repliegue de SYRIZA al centro-izquierda y falsas ilusiones socialdemócratas”, mucho más con fuerzas del centro-derecha, aunque contrarias a los memorándum, representantes políticos de la burguesía”.

Contrariamente a lo que se esperaría, en lo que concierne a la deuda, la propuesta que resolvió el congreso de SYRIZA es en esencia una propuesta de “renegociación” que conduce de facto a una aceptación de una parte considerable de la deuda a la que serán invitados a seguir pagando los trabajadores y el pueblo griego. Las bravuconadas verbales (del tipo “Este mandato deberá ser respetado, quieran o no quieran, la señora Merkel y el señor Schauble”) que lanzó Tsipras en el congreso incluso más de una vez no responden en ningún momento a la cuestión del cómo. ¿Por qué su “renegociación” sí será más exitosa que las de Papandreu, Benizelos y Samaras? Se convierten en palabras vacías cuando él mismo y la dirección de SYRIZA una vez más rechazan las acciones unilaterales, mostrando confianza en la UE y la eurozona.

La propuesta política que formuló Tsipras en el congreso fue una clara apertura al centro-izquierda en busca del abrazo de DIMAR y en menor medida a la derecha del “liberalismo político” en contraposición a la extrema derecha de Samaras y su partido. Un giro a la derecha que no afecta tanto al acercamiento de votantes que podrían insuflar apoyos transversales a SYRIZA, sino a las colaboraciones con el objetivo de un gobierno de salvación nacional, un “frente amplio de victoria popular”. “SYRIZA ya viene. La izquierda radical considera que, incluso si gana mayor confianza en sí misma y su capacidad de diálogo, es necesaria y urgente la alianza de diferentes fuerzas sociales y políticas para cambiar el país” como escribió en concreto el periódico progresista Amanecer, describe perfectamente cuál es la nueva y futura orientación y perspectiva netamente electoralista. “Hoy nos encontramos en un momento que hace necesaria la transformación de la izquierda en una fuerza protagonista, de liderazgo y hegemónica, algo que intenté transmitir en la presentación el año pasado de nuestro programa económico hablando de la necesidad de una maduración violenta de la izquierda”, resaltó por su parte Dragasakis, protagonista y ministro de la otra “transformación hegemónica de la izquierda” que condujo a la colaboración de PASOK-ND del gobierno de coalición de Tsanetakis 1989-90.

La necesaria “maduración violenta” de la izquierda
Para Tsipras, Papadimoulis, Dragasakis y todos los demás artífices de esta maduración violenta que tanto urge, las referencias a la Comuna, a la Akronauplía y a otros símbolos históricos de la izquierda griega en el discurso inaugural de Alexis Tsipras fue una necesaria distracción para este giro a la derecha, que sin embargo resultó difícil de tragar no sólo a la Plataforma de izquierda.

Manolis Glezos no aceptó presentarse como “cargo honorífico” del congreso y estuvo deliberadamente ausente en la conferencia inaugural de Tsipras, mientras que en su intervención sostuvo que SYRIZA no habría crecido del 3% al 27% si no se hubiera producido el giro a la izquierda de los anteriores años y las declaraciones contra los memorándums: “Synaspismós no lo habría logrado por sí solo, y en aquel tiempo unas veces entraba y otras no en el parlamento”. La vibrante intervención del histórico líder de la resistencia durante la ocupación nazi iba dirigida a Nikos Konstantopoulos, antiguo y reciclado diputado PASOK, cuya última aparición al lado de Tsipras evidencia el giro de SYRIZA a los brazos socialdemócratas de Synaspismós y su línea de “izquierda de progreso”, e incluso más hacia atrás.

“SYRIZA lucha por un gobierno de la izquierda, no del centro-izquierda ni con el centro-derecha antimemorándum” dijo Panagiotis Lafazanis, subrayando que “si nuestro partido llega al gobierno en tales condiciones, posiblemente se mantenga en el poder durante un pequeño y triste paréntesis”. Giannis Theonás por KEDA (Movimiento por la unidad de acción de la izquierda) hizo una abierta crítica al acercamiento al centro-izquierda utilizando el ejemplo italiano de la liquidación de Rifondazione.

La conexión con el movimiento obrero trató de cubrirse con la invitación y presencia en el congreso de los presidentes de POE-OTA, GENOP, DEH y POSPERT (sindicatos sectoriales), que constituyeron el contrapeso frente a la presencia de “representantes institucionales”, como por ejemplo el vicesecretario de la embajada de EEUU.

Un congreso fundacional controlado y afónico
Sin embargo, tanto infravalorada como desaparecida – desgraciadamente desde todas las tendencias – estuvo en el congreso la necesidad apremiante de hacer diferentes propuestas para intensificar las acciones de lucha en forma de huelgas sostenidas y ocupaciones. Justo en el momento en que en los puestos de trabajo se extienden las huelgas y ocupaciones contra los despidos masivos, dentro del congreso brillaron por su ausencia llamadas expresas a la coordinación de movilizaciones sostenidas.

En lo que afecta a los procedimientos, a la etapa precongresual y al congreso en sí, dudas, si no frustración, trajo a bastantes militantes de SYRIZA la baja participación y la falta de debate en las asambleas y comités locales, el pobre diálogo previo y el propio congreso, desarrollado ante un auditorio medio vacío e indiferente en varias ocasiones, con una puesta en escena demasiado electoralista, según algún delegado.

La propuesta de elección del presidente por el congreso y no por el comité central, donde la pluralidad ideológica es mayor, reveló el intento de control interno por parte del grupo dirigente de SYRIZA – de un modo similar al llevado a cabo hace años por el PASOK – utilizando directamente el apoyo de su base para cerrar la boca a los que se oponían al mensaje conciliador (en el congreso) de Alexis Tsipras. Exactamente al mismo objetivo sirvió tanta insistencia de meses en la disolución de las organizaciones componentes en nombre de “un único partido de sus militantes”.

Este intento de control fue derrotado por una parte no despreciable de los delegados, como muestran los resultados en la elección para presidente de partido: Tsipras recibió 2477 votos, los otros dos candidatos sumaron juntos 179 votos, 688 delegados votaron en blanco y hubo 68 papeletas nulas. En las votaciones para el comité central al final la Plataforma de izquierda aumentó en representatividad superando el 30%, y sus enmiendas, rechazadas, fueron votadas por más delegados de los esperados.

Sin embargo, Tsipras consiguió controlar las tres cuartas partes alcanzando una gran mayoría de apoyos. Este dato no era inevitable. Fuel resultado de un proceso de conformidad, conciliación y a veces silencio cómplice del ala izquierda de SYRIZA en los últimos meses en nombre de la “unidad”, para que “no asustemos a los futuros votantes” de cara a la victoria electoral que viene. Pero también en su timidez en el nivel de la lucha de clases dentro de los puestos de trabajo, donde tiene base y fuerza.

En lo relativo a los antiguos “componentes”, unos autodisueltos una vez completado el giro a la derecha, como KOE (maoísta) y Synaspismós, y otros a disolver en un “tiempo razonable” (por medio de un acuerdo común), demostraron estar muy por debajo de las circunstancias y del papel radical que reivindicaron que tendrían a lo largo del proceso congresual de SYRIZA.

El giro a la derecha que se registró en el congreso de SYRIZA demostró la importancia que tiene hoy la construcción de un tercer polo de la izquierda anticapitalista revolucionaria no sólo en lo que afecta a las luchas, sino también ante la perspectiva de una futura reconfiguración de la izquierda no gestionaria. Para cancelar al completo la deuda, lograr la nacionalización de los bancos, la salida de la eurozona, el control obrero y un programa anticapitalista de lucha como el que representa ANTARSYA.

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Traducción de Tomás Martínez para Izquierda Anticapitalista

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