
1.- La Unidad Popular, ¿un concepto nuevo?
El debate sobre la unidad popular en el Estado Español recuerda debates y experiencias históricas como la Unidad Popular Chilena de los años 70 pero también los Frentes Populares de los años 30 o los diferentes intentos de unión de la izquierda.
Aunque existan diferencias entre unas experiencias y otras y a su vez entre esas y el debate que tenemos hoy en día en el Estado Español. Por ejemplo la implantación en el movimiento obrero no tiene nada que ver en los frentes populares y en PODEMOS. Sin embargo, también es cierto que hay similitudes que merecen ser analizadas. Dichas similitudes tienen que ver con elementos programáticos, con la relación con las instituciones con el respeto de la propiedad así como con la cuestión de la falta de autoactividad de la clase trabajadora.
A lo largo del dossier iremos detallando estas cuestiones. En lo que se refiere a los programas - aunque estén mucho más a la izquierda que los de PODEMOS o los de candidaturas municipalistas como Ahora Madrid por ejemplo - no asumen la cuestión del enfrentamiento de clase. Existe un respeto del orden burgués y de la propiedad privada. Lo cual puede acabar conduciendo a una futura colaboración de clase como ha sido el caso por ejemplo en Grecia con Syriza.
En el Estado Español, el Frente Popular no proponía la nacionalización de la banca bajo control obrero y en cuanto a la reforma agraria, los repúblicanos no aceptaban el principio de nacionalización de la tierra y su entrega gratuita a los campesinos. El Frente Popular mantenía también fuertes compromisos institucionales con la burguesía con respecto a la cuestión nacional y al derecho de autodeterminación de los pueblos o con respecto a la cuestión colonial (Marruecos).
En cuanto a la Unidad Popular en Chile, la nacionalización de la banca se “limitó” a la compra de acciones de bancos privados al igual que con la nacionalización de empresas (indemnización y compra de acciones). En cuanto a la reforma agraria, se entregaron tierras pero a la vez se respetó a la burguesía agraria.
Otro elemento importante para el análisis es que ese tipo de unidad, de frente no tenía como finalidad poner en movimiento a la clase ya que su objetivo no era romper con la lógica capitalista. Eran acuerdos por arriba entre direcciones y aparatos que estaban muy supeditados a la cuestión electoral. Es lógico por lo tanto que dichas direcciones no tuvieran ningún interés en poner en movimiento a la clase trabajadora ya que esa es la clave para tratar de desbordar por su izquierda a dichos aparatos con el fin de ir mucho más allá que darle un simple rostro humano al sistema. Por ejemplo en Chile, los comités de unidad popular tenían una vertiente básicamente electoral y no estaban orientados hacia la acción tal y como lo acabaron denunciando los Cordones industriales.
Por tanto, esos frentes no iban acompañados de lo que Trotsky llamaba Comités de acción (compuestos por todos los órganos y grupos que participan en la movilización en centros de trabajo por ejemplo) para favorecer la unidad de la clase por la base. Dichos Comités tendrían como función aportar respuestas a problemas como los salarios, los despidos y cierres de empresa, el salarios mínimo, las nacionalizaciones...lo cual dificultaría que las direcciones reformistas rompieran con esas demandas. Por esa razón éstas nunca hacen llamamientos apelando a la necesidad de unidad por abajo construyendo reuniones intersindicales, asambleas en centros de trabajo o en barrios. La unidad que suelen defender está relacionada con la unidad en las elecciones y en base a un control por arriba con el fin de controlar los procesos. Los reformistas no buscan la ruptura con el sistema capitalista sino en todo caso darle un rostro más humano. Sin embargo para l@s revolucionari@s, la finalidad de la unidad va siempre orientada hacia abrir brechas para
favorecer la ruptura con el sistema capitalista y no lo contrario. La unidad en la acción y en la confrontación permite la autoorganización de la clase y por tanto la posibilidad de desbordar a las direcciones reformistas.
2.- La unidad popular a día de hoy en el Estado Español.
La unidad popular en el Estado Español responde a una cuestión electoral. Responde a una ilusión de que tomando las instituciones se gana. Por tanto es un fin en sí mismo. Todo vale para alcanzar dicho objetivo. Esa ilusión ha calado con fuerza en las clases populares y en la clase trabajadora hasta el punto de no ver que la unidad por la unidad sin delimitaciones políticas claras, sin un programa de ruptura y sin la movilización de la clase para imponerlo tiene grandes posibilidades de acabar estando subordinada a la colaboración de clase.
¿De qué hablamos y qué defienden las experiencias de unidad popular?
Nos vamos a centrar aquí en tres ejemplos claves: Ahora Madrid, Barcelona en Común y las Mareas Atlánticas (A Coruña)
Si bien es cierto que es un poco pronto para hacer un balance exhaustivo de su política en las instituciones si podemos por un lado analizar algunos puntos de sus programas así como, por otro, analizar algunas decisiones políticas ya tomadas por dichos gobiernos con el fin de intentar sacar algunas enseñanzas.
Las tres candidaturas parten de un análisis parecido al de PODEMOS. La situación de crisis actual está causada por la mala gestión de las instituciones, por la corrupción, la falta de democracia y la falta de transparencia.
En términos económicos, tanto Ahora Madrid como Barcelona en Común se centran en el estímulo de la pequeña y mediana empresa o en el fomento de la economía basada en el I+D.
En lo que se refiere a la vivienda no entran a cuestionar la propiedad de las viviendas vacías en manos de bancos o de grandes grupos inmobiliarios o la intervención en las empresas de suministros. La candidatura más avanzada en ese sentido quizás sea la Marea Atlántica que propone un aumento del IBI del 50% en las viviendas vacías de los bancos. Tanto Ahora Madrid como Barcelona en Común se sentran casi exclusivamente en ofertar alternativas habitacionales y en la cuestión de asegurar los suministros. Lo cual está muy bien pero no entra en contradicción con la propiedad privada, con el acaparamiento de la mayor parte de las riquezas por una minoría o de lo que es lo mismo con la propia lógica del sistema capitalista. Lo cual es central si realmente queremos hacer valer los intereses de la mayoría.
En cuanto a los servicios públicos, las tres candidaturas defienden lo mismo. Sin embargo sobre las contratas de los ayuntamientos, los máximos que proponen son introducir dentro de los contratos elementos de sostenibilidad ambiental y condiciones laborales sin cuestionar la gestión privada de ciertos ámbitos municipales. A día de hoy por ejemplo está a debate qué hacer con el servicio de la limpieza viaria al tenor de las últimas declaraciones de Manuela Carmena que habla de “conseguir que las empresas cambien de actitud” refiriéndose al ERTE que afecta a l@s trabajadorxs de dicho sector pero no de remunicipalización.
Por último la cuestión de la deuda. No hay cuestionamiento de la misma en ninguna de las tres candidaturas. No más allá de auditorías de la gestión municipal (Ahora Madrid). El argumento que utilizan es decir que no es competencia del ayuntamiento. Esto es poco serio y por dos motivos. El primero porque un ayuntamiento también tiene que poner sobre la mesa cuestiones políticas que no son estrictamente de su competencia para generar debate y elevar el nivel de conciencia y en segundo lugar porque sin embargo sí hablan del cierre de los CIE's en sus programas y sin embargo tampoco eso es competencia del ayuntamiento.
Una vez analizado algunos elementos de sus programas, ¿qué primeras experiencias podemos sacar de esos gobiernos llamados de unidad popular?
La primeras tendencias que podemos sacar es que dichas candidaturas no están alertando sobre el papel de las instituciones en nuestro sistema sino que están -al contrario- contribuyendo (tal y como lo hace PODEMOS a nivel estatal) en generar ilusiones sobre éstas y sobre la idea que se puede cambiar nuestras vidas desde ahí. Sin embargo la historia ha demostrado que las condiciones de vida de los de abajo se mejoran desde la movilización de l@s trabajadorxs y de la juventud. Esa es la única garantía para no sucumbir a las presiones de los de arriba. Seguramente las contradicciones y las presiones vayan en aumento con el debate sobre los presupuestos y cuando pasen las elecciones generales y acabe el ciclo electoral. Tres meses después de las elecciones municpales tenemos ya algunos ejemplos de esas presiones.
El primer desahucio en la ciudad de Madrid (Ciudad Lineal) después de que Ahora Madrid llegara al gobierno generó las críticas por parte de las PAH ya que la responsable del Área de Gobierno de Equidad Derechos sociales y empleo (Marta Higueras) dijo públicamente refiriéndose a ese desahucio que el “ayuntamiento no puede parar desahucios” y “que nosotros [el ayuntamiento] estaremos en la legalidad”. Sin embargo en el programa de Ahora Madrid venía recogido que se pondrían “todos los medios y recursos municipales para la paralización de desahucios y desalojos forzosos de primera vivienda”. En lugar de eso la recién nombrada alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, decidía reunirse con Bankia para convencer a dicho banco que pusiera las viviendas vacías a disposición de la gente en alquiler a un módico precio. Esto no significa que Manuela Carmena esté entregada a los intereses de los bancos y se olvide de los desahucios. No pretendemos hacer demagogia. Sin embargo sí significa por un lado que al reunirse con Bankia contribuye a crear falsas ilusiones sobre la idea de que a los bancos se les puede convencer, cuando eso no es así y por otro deja entrever que frente a presiones más fuertes es un gobierno que puede facilmente acabar reculando.
Algo parecido le pasó a Ada Colau en Barcelona, que acabó “reColaundo” tal y como lo han dicho l@s propios trabajadorxs en lucha de Movistar. En plena ocupación del Mobile World Congress (Congreso mundial de telefonía que se celebra anualmente) por parte de l@s trabajadorxs de Movistar con el fin de denunciar a Telefónica y después de 54 días de huelga, éstos lograron el compromiso de Ada Colau de no firmar, si llegase a la alcaldía, el acuerdo que permitía que el MWC se quedase en Barcelona. Eso significaba presionar a Telefónica para que se sentara a negociar con l@s trabajadorxs. Ese fue el compromiso de Ada Colau para que l@s huleguistas dejaran la ocupación. Sin embargo una vez levantada la ocupación y ganadas las elecciones, el gobierno de Ada Colau firmo de nuevo un acuerdo para que el MWC se quedara en Barcelona hasta 2023.
En cuanto a la Marea Atlántica y en concreto en A Coruña hay ya un ejemplo que parece anecdótico - por el sector del que hablamos - pero que permite hacerse una idea sobre como podría reaccionar en el futuro dicho go-
bierno local ante la presión de los que detienen las riquezas. Hablamos aquí de la renuncia por parte de la Marea Atlántica de municipalizar la ORA (servicio de aparcamiento) tal y como venía en su programa electoral para acabar adjudicando el servicio de nuevo a una empresa privada (SetexAparkisa).
¿Qué ralación con el PSOE de las candidaturas de Unidad Popular?
Si bien es cierto que a día de hoy dichas candidaturas gobiernan en solitario. No es menos cierto que han recibido el apoyo del PSOE para la investidura. Como es el caso de numerosos ayuntamientos más allá de A Coruña, Barcelona o Madrid como puede ser el caso por ejemplo de Cádiz. Pero ese apoyo del PSOE ha tenido contrapartidas evidentes. El apoyo del PSOE a “Kichi” en Cádiz ha conllevado el apoyo al PSOE de candidaturas de unidad popular ligadas a PODEMOS como puede ser el caso por ejemplo en Sevilla o en Córdoba de Participa Sevilla o de Ganemos Córdoba.
Esa política de apoyar por parte del PSOE las investiduras de candidaturas de “unidad popular” tiene por tanto una contrapartida muy clara. Te apoyo y tu me apoyas. Esto contribuye a generar ilusiones de que las políticas de austeridad del PSOE son menos malas que las del PP. Hemos pasado de la consigna del 15M, “PP, PSOE la misma mierda es” a las declaraciones de Teresa Rodriguez en las que dice que prefiere “el susto a la muerte” refiriéndose con el susto al PSOE y con la muerte al PP. Esta política de pactos de investidura que podrá convertirse después de las generales en pactos de gobierno está contribuyendo a recomponer al menos a una parte del régimen del 78 (al PSOE) en lugar de seguir abriendo las brechas ya existentes de fuerte deslegitimización de los partidos del régimen mostrando una total independencia con respecto a ellos.
¿Las candidaturas de Unidad Popular pretenden ser herramientas para la movilización? ¿Fomentan la particpación y/o ponen en movimiento a la clase trabajadora y la juventud?
Al igual que decíamos al principio con las experiencias de Unida Popular en Chile o de los Frentes Populares, las experiencias de unidad popular aquí y ahora han sido conformadas mediante acuerdos entre direcciones reformistas. En concreto PODEMOS e IU y sus diferentes componentes en Catalunya (ICV e EuiA). No hay más que ver las listas para las elecciones municipales. Para Barcelona en Común los 14 primeros de la lista son de ICV (5), Porcés + PODEMOS (3), sector Ada Colau (3). En cuanto a Ahora Madrid, los 19 concejales son de IU (5), de PODEMOS (6) y de un sector autónomo (5). Por más que se intente decir lo contrario, esas candidaturas han podido ver la luz gracias a acuerdos por arriba, entre diferentes aparatos y no porque las bases las hayan desbordado. Eso es importante sobretodo de cara a lo que puedan ir defendiendo esas organizaciones en el terreno de la lucha de clases.
A día de hoy esas experiencias no tienen vida por la base más allá de para cuestiones puramente institucional como es el caso en Madrid de la elección de las Juntas de distrito. Pero nada más. Dichas iniciativas de unidad popular no están a día de hoy impulsando ninguna autoactividad por abajo. Lo cual tiene su sentido ya que las direcciones de esos procesos sólo tienen como objetivo darle un rostro más humano al sistema capitalista y aportar otra cara a las instituciones y no romper con dicho sistema y con dichas instituciones. Para eso no hace falta poner en movimiento a la clase obrera.
3.- ¿Qué tareas para l@s revolucionari@s?
Para aquell@s que pensamos que es necesario romper con el sistema capitalista para cambiar nuestras vidas, pensamos que es necesario visibilizar un discurso independiente de las direcciones reformistas y claramente de ruptura.
Para ello, hay que debatir con los sectores hoy más avanzados que se han movilizado desde el inicio de la crisis. Ya sea desde el 15M, hasta las Mareas o las Marchas pasando por las huelgas en centros de trabajo o por el movimiento por una vivienda digna. Hay que proponerles defender junt@s una política de ruptura y de independencia de clase.
Esta política también debe de ser propuesta y debatida en todos los marcos posibles en los que nos encontremos con compañer@s dispuestos a romper con el régimen del 78. Eso significa que hay que asumir esos debates en el seno de PODEMOS y también en el seno por ejemplo de Ahora en Común. En todos esos espacios y a tod@s es@s compañer@s hay que poner sobre la mesa unas delimitaciones políticas que recojan:
- Elementos programáticos: el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca bajo control social, la expropiación de las viviendas vacías de los bancos, los despidos 0, la reforma agraria, el derecho de autodeterminación de los pueblos, la apertura de las cuentas, el aumento de los salarios al mismo nivel que el aumento del coste de la vida...Muchas de esas reivindicaciones no son cuestiones que no puedan ser entendidas. Muchos de esos elementos aparecían por ejemplo tanto en el programa de las Marchas de la dignidad que congregaron hasta dos millones de personas en Madrid en el 2014 como por ejemplo en el Manifiesto inicial de PODEMOS “Mover Ficha”.
- Los límites de las instituciones: no cambiaremos nuestras vidas ni impondremos un programa coherente para nuestros intereses y por tanto en contradicción con los de los de arriba, únicamente mediante el “asalto” a las instituciones. Éstas son un lugar más que debemos disputar para poder utilizarlas como altavoces y seguir aumentando el nivel de conciencia. Sin embargo, hay que asumir que para imponer un programa de ruptura democrática y económicamente con el régimen del 78 es necesario que la mayoría, es decir l@s que producimos las riquezas y la juventud, nos movilicemos y nos autoorganicemos.
- Independencia 100% con aquellas organizaciones políticas y sus direcciones que han aplicado políticas de recortes y de ajustes: eso significa que para cambiar realmente nuestras vidas solamente lo podremos hacer contando con nuestras propias fuerzas y no con organizaciones como el PSOE que defienden intereses diferentes a los nuestros. No debemos olvidarnos de la política económica llevada a cabo por el PSOE para responder a la crisis: pensionazo, reforma laboral, artículo 135 de la constitución, recortes, rescate a los bancos...Al igual que no podemos olvidarnos de la política llevada a cabo por la dirección de IU al aceptar cogobernar con el PSOE en Andalucía y aplicar recortes a la mayoría. Eso no quiere decir que no pensamos que hay que ligarse con sus bases ya que con muchos nos encontramos en la lucha y en el mismo bando social. Sin embargo sí pensamos que eso hay que proponerselo para la movilización y no para gestionar las instituciones. En la movilización nos relacionaremos con sus bases y será más fácil desbordar a sus direcciones, en las instituciones, nuestra dirección se relacionará con las suyas y sabemos como suele acabar eso.
A día de hoy, un proyecto de ruptura con el sistema capitalista probablemente no será comparable a nivel de audiencia de masas con proyectos neo reformistas. Eso es algo normal dado el nivel de conciencia actual de nuestra clase social. En el periodo actual, una organización anticapitalista y revolucionaria será seguramente pequeña sin embargo hay espacios para poder dar saltos. La cuestión es intentar estar en las mejores disposiciones cuando esos saltos se den. Algunas ideas para caminar en esa dirección:
- Emplazar para la movilización contra las políticas de ajustes a todas las organizaciones de la “izquierda” tradicional con el fin de desbordar a sus direcciones en la acción.
- Reconstruir una izquierda sindical partiendo de aquellas luchas más emblemáticas del último periodo: Movistar, Panrico, Coca Cola...Luchas que comparten muchas experiencias desde la unidad de acción hasta el enfrentamiento con sus direcciones sindicales pasando por la autoorganización de l@s trabajadorxs.
- Estructurar a la juventud en sus centros de estudio y fuera.
- Tener una práctica común con tod@s l@s revolucionari@s aunque vengamos de tradiciones políticas diferentes para desarrollar esas tareas.
Las elecciones generales del próximo mes de diciembre deberían permitirnos también ir en esa dirección. A día de hoy es probable que nos encontremos ante dos escenarios posibles. Por un lado, dos candidaturas a la izquierda del PSOE: PODEMOS y AeC. Ambas con un programa de corte reformista y dirigidas por direcciones reformistas (PODEMOS e IU). Por otro lado, un acuerdo de última hora entre la dirección de IU y de PODEMOS con el apoyo de Anticapitalistas para tener una sola candidatura que venderán como de Unidad Popular pero que de popular habrá tenido muy poco tanto en su elaboración (lista) como en su programa definitivo.
En ambos casos, hay que partir de esos procesos para defender con todo el mundo que quiera (dentro y fuera de dichos procesos) la necesidad de visibilizar una candidatura unitaria de ruptura con el sistema capitalista que recoja las delimitaciones políticas anteriormente enunciadas. Esa perspectiva deberá ser propuesta tanto en PODEMOS (en los espacios en los que aún se puede debatir y verse con la gente) como en AeC por ejemplo en el encuentro estatal del 12 de septiembre en Madrid. Es muy probable que no logremos reorientar dichas candidaturas pero estaremos, de haberse creado una cierta dinámica con los sectores más combativos, en mejores disposiciones tanto para resistir en la calle después de las generales - esté el gobierno que esté - como para poder proponer en el futuro una alternativa de clase al reformismo también en las urnas.
El debate sobre la unidad popular en el Estado Español recuerda debates y experiencias históricas como la Unidad Popular Chilena de los años 70 pero también los Frentes Populares de los años 30 o los diferentes intentos de unión de la izquierda.
Aunque existan diferencias entre unas experiencias y otras y a su vez entre esas y el debate que tenemos hoy en día en el Estado Español. Por ejemplo la implantación en el movimiento obrero no tiene nada que ver en los frentes populares y en PODEMOS. Sin embargo, también es cierto que hay similitudes que merecen ser analizadas. Dichas similitudes tienen que ver con elementos programáticos, con la relación con las instituciones con el respeto de la propiedad así como con la cuestión de la falta de autoactividad de la clase trabajadora.
A lo largo del dossier iremos detallando estas cuestiones. En lo que se refiere a los programas - aunque estén mucho más a la izquierda que los de PODEMOS o los de candidaturas municipalistas como Ahora Madrid por ejemplo - no asumen la cuestión del enfrentamiento de clase. Existe un respeto del orden burgués y de la propiedad privada. Lo cual puede acabar conduciendo a una futura colaboración de clase como ha sido el caso por ejemplo en Grecia con Syriza.
En el Estado Español, el Frente Popular no proponía la nacionalización de la banca bajo control obrero y en cuanto a la reforma agraria, los repúblicanos no aceptaban el principio de nacionalización de la tierra y su entrega gratuita a los campesinos. El Frente Popular mantenía también fuertes compromisos institucionales con la burguesía con respecto a la cuestión nacional y al derecho de autodeterminación de los pueblos o con respecto a la cuestión colonial (Marruecos).
En cuanto a la Unidad Popular en Chile, la nacionalización de la banca se “limitó” a la compra de acciones de bancos privados al igual que con la nacionalización de empresas (indemnización y compra de acciones). En cuanto a la reforma agraria, se entregaron tierras pero a la vez se respetó a la burguesía agraria.
Otro elemento importante para el análisis es que ese tipo de unidad, de frente no tenía como finalidad poner en movimiento a la clase ya que su objetivo no era romper con la lógica capitalista. Eran acuerdos por arriba entre direcciones y aparatos que estaban muy supeditados a la cuestión electoral. Es lógico por lo tanto que dichas direcciones no tuvieran ningún interés en poner en movimiento a la clase trabajadora ya que esa es la clave para tratar de desbordar por su izquierda a dichos aparatos con el fin de ir mucho más allá que darle un simple rostro humano al sistema. Por ejemplo en Chile, los comités de unidad popular tenían una vertiente básicamente electoral y no estaban orientados hacia la acción tal y como lo acabaron denunciando los Cordones industriales.
Por tanto, esos frentes no iban acompañados de lo que Trotsky llamaba Comités de acción (compuestos por todos los órganos y grupos que participan en la movilización en centros de trabajo por ejemplo) para favorecer la unidad de la clase por la base. Dichos Comités tendrían como función aportar respuestas a problemas como los salarios, los despidos y cierres de empresa, el salarios mínimo, las nacionalizaciones...lo cual dificultaría que las direcciones reformistas rompieran con esas demandas. Por esa razón éstas nunca hacen llamamientos apelando a la necesidad de unidad por abajo construyendo reuniones intersindicales, asambleas en centros de trabajo o en barrios. La unidad que suelen defender está relacionada con la unidad en las elecciones y en base a un control por arriba con el fin de controlar los procesos. Los reformistas no buscan la ruptura con el sistema capitalista sino en todo caso darle un rostro más humano. Sin embargo para l@s revolucionari@s, la finalidad de la unidad va siempre orientada hacia abrir brechas para
favorecer la ruptura con el sistema capitalista y no lo contrario. La unidad en la acción y en la confrontación permite la autoorganización de la clase y por tanto la posibilidad de desbordar a las direcciones reformistas.
2.- La unidad popular a día de hoy en el Estado Español.
La unidad popular en el Estado Español responde a una cuestión electoral. Responde a una ilusión de que tomando las instituciones se gana. Por tanto es un fin en sí mismo. Todo vale para alcanzar dicho objetivo. Esa ilusión ha calado con fuerza en las clases populares y en la clase trabajadora hasta el punto de no ver que la unidad por la unidad sin delimitaciones políticas claras, sin un programa de ruptura y sin la movilización de la clase para imponerlo tiene grandes posibilidades de acabar estando subordinada a la colaboración de clase.
¿De qué hablamos y qué defienden las experiencias de unidad popular?
Nos vamos a centrar aquí en tres ejemplos claves: Ahora Madrid, Barcelona en Común y las Mareas Atlánticas (A Coruña)
Si bien es cierto que es un poco pronto para hacer un balance exhaustivo de su política en las instituciones si podemos por un lado analizar algunos puntos de sus programas así como, por otro, analizar algunas decisiones políticas ya tomadas por dichos gobiernos con el fin de intentar sacar algunas enseñanzas.
Las tres candidaturas parten de un análisis parecido al de PODEMOS. La situación de crisis actual está causada por la mala gestión de las instituciones, por la corrupción, la falta de democracia y la falta de transparencia.
En términos económicos, tanto Ahora Madrid como Barcelona en Común se centran en el estímulo de la pequeña y mediana empresa o en el fomento de la economía basada en el I+D.
En lo que se refiere a la vivienda no entran a cuestionar la propiedad de las viviendas vacías en manos de bancos o de grandes grupos inmobiliarios o la intervención en las empresas de suministros. La candidatura más avanzada en ese sentido quizás sea la Marea Atlántica que propone un aumento del IBI del 50% en las viviendas vacías de los bancos. Tanto Ahora Madrid como Barcelona en Común se sentran casi exclusivamente en ofertar alternativas habitacionales y en la cuestión de asegurar los suministros. Lo cual está muy bien pero no entra en contradicción con la propiedad privada, con el acaparamiento de la mayor parte de las riquezas por una minoría o de lo que es lo mismo con la propia lógica del sistema capitalista. Lo cual es central si realmente queremos hacer valer los intereses de la mayoría.
En cuanto a los servicios públicos, las tres candidaturas defienden lo mismo. Sin embargo sobre las contratas de los ayuntamientos, los máximos que proponen son introducir dentro de los contratos elementos de sostenibilidad ambiental y condiciones laborales sin cuestionar la gestión privada de ciertos ámbitos municipales. A día de hoy por ejemplo está a debate qué hacer con el servicio de la limpieza viaria al tenor de las últimas declaraciones de Manuela Carmena que habla de “conseguir que las empresas cambien de actitud” refiriéndose al ERTE que afecta a l@s trabajadorxs de dicho sector pero no de remunicipalización.
Por último la cuestión de la deuda. No hay cuestionamiento de la misma en ninguna de las tres candidaturas. No más allá de auditorías de la gestión municipal (Ahora Madrid). El argumento que utilizan es decir que no es competencia del ayuntamiento. Esto es poco serio y por dos motivos. El primero porque un ayuntamiento también tiene que poner sobre la mesa cuestiones políticas que no son estrictamente de su competencia para generar debate y elevar el nivel de conciencia y en segundo lugar porque sin embargo sí hablan del cierre de los CIE's en sus programas y sin embargo tampoco eso es competencia del ayuntamiento.
Una vez analizado algunos elementos de sus programas, ¿qué primeras experiencias podemos sacar de esos gobiernos llamados de unidad popular?
La primeras tendencias que podemos sacar es que dichas candidaturas no están alertando sobre el papel de las instituciones en nuestro sistema sino que están -al contrario- contribuyendo (tal y como lo hace PODEMOS a nivel estatal) en generar ilusiones sobre éstas y sobre la idea que se puede cambiar nuestras vidas desde ahí. Sin embargo la historia ha demostrado que las condiciones de vida de los de abajo se mejoran desde la movilización de l@s trabajadorxs y de la juventud. Esa es la única garantía para no sucumbir a las presiones de los de arriba. Seguramente las contradicciones y las presiones vayan en aumento con el debate sobre los presupuestos y cuando pasen las elecciones generales y acabe el ciclo electoral. Tres meses después de las elecciones municpales tenemos ya algunos ejemplos de esas presiones.
El primer desahucio en la ciudad de Madrid (Ciudad Lineal) después de que Ahora Madrid llegara al gobierno generó las críticas por parte de las PAH ya que la responsable del Área de Gobierno de Equidad Derechos sociales y empleo (Marta Higueras) dijo públicamente refiriéndose a ese desahucio que el “ayuntamiento no puede parar desahucios” y “que nosotros [el ayuntamiento] estaremos en la legalidad”. Sin embargo en el programa de Ahora Madrid venía recogido que se pondrían “todos los medios y recursos municipales para la paralización de desahucios y desalojos forzosos de primera vivienda”. En lugar de eso la recién nombrada alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, decidía reunirse con Bankia para convencer a dicho banco que pusiera las viviendas vacías a disposición de la gente en alquiler a un módico precio. Esto no significa que Manuela Carmena esté entregada a los intereses de los bancos y se olvide de los desahucios. No pretendemos hacer demagogia. Sin embargo sí significa por un lado que al reunirse con Bankia contribuye a crear falsas ilusiones sobre la idea de que a los bancos se les puede convencer, cuando eso no es así y por otro deja entrever que frente a presiones más fuertes es un gobierno que puede facilmente acabar reculando.
Algo parecido le pasó a Ada Colau en Barcelona, que acabó “reColaundo” tal y como lo han dicho l@s propios trabajadorxs en lucha de Movistar. En plena ocupación del Mobile World Congress (Congreso mundial de telefonía que se celebra anualmente) por parte de l@s trabajadorxs de Movistar con el fin de denunciar a Telefónica y después de 54 días de huelga, éstos lograron el compromiso de Ada Colau de no firmar, si llegase a la alcaldía, el acuerdo que permitía que el MWC se quedase en Barcelona. Eso significaba presionar a Telefónica para que se sentara a negociar con l@s trabajadorxs. Ese fue el compromiso de Ada Colau para que l@s huleguistas dejaran la ocupación. Sin embargo una vez levantada la ocupación y ganadas las elecciones, el gobierno de Ada Colau firmo de nuevo un acuerdo para que el MWC se quedara en Barcelona hasta 2023.
En cuanto a la Marea Atlántica y en concreto en A Coruña hay ya un ejemplo que parece anecdótico - por el sector del que hablamos - pero que permite hacerse una idea sobre como podría reaccionar en el futuro dicho go-
bierno local ante la presión de los que detienen las riquezas. Hablamos aquí de la renuncia por parte de la Marea Atlántica de municipalizar la ORA (servicio de aparcamiento) tal y como venía en su programa electoral para acabar adjudicando el servicio de nuevo a una empresa privada (SetexAparkisa).
¿Qué ralación con el PSOE de las candidaturas de Unidad Popular?
Si bien es cierto que a día de hoy dichas candidaturas gobiernan en solitario. No es menos cierto que han recibido el apoyo del PSOE para la investidura. Como es el caso de numerosos ayuntamientos más allá de A Coruña, Barcelona o Madrid como puede ser el caso por ejemplo de Cádiz. Pero ese apoyo del PSOE ha tenido contrapartidas evidentes. El apoyo del PSOE a “Kichi” en Cádiz ha conllevado el apoyo al PSOE de candidaturas de unidad popular ligadas a PODEMOS como puede ser el caso por ejemplo en Sevilla o en Córdoba de Participa Sevilla o de Ganemos Córdoba.
Esa política de apoyar por parte del PSOE las investiduras de candidaturas de “unidad popular” tiene por tanto una contrapartida muy clara. Te apoyo y tu me apoyas. Esto contribuye a generar ilusiones de que las políticas de austeridad del PSOE son menos malas que las del PP. Hemos pasado de la consigna del 15M, “PP, PSOE la misma mierda es” a las declaraciones de Teresa Rodriguez en las que dice que prefiere “el susto a la muerte” refiriéndose con el susto al PSOE y con la muerte al PP. Esta política de pactos de investidura que podrá convertirse después de las generales en pactos de gobierno está contribuyendo a recomponer al menos a una parte del régimen del 78 (al PSOE) en lugar de seguir abriendo las brechas ya existentes de fuerte deslegitimización de los partidos del régimen mostrando una total independencia con respecto a ellos.
¿Las candidaturas de Unidad Popular pretenden ser herramientas para la movilización? ¿Fomentan la particpación y/o ponen en movimiento a la clase trabajadora y la juventud?
Al igual que decíamos al principio con las experiencias de Unida Popular en Chile o de los Frentes Populares, las experiencias de unidad popular aquí y ahora han sido conformadas mediante acuerdos entre direcciones reformistas. En concreto PODEMOS e IU y sus diferentes componentes en Catalunya (ICV e EuiA). No hay más que ver las listas para las elecciones municipales. Para Barcelona en Común los 14 primeros de la lista son de ICV (5), Porcés + PODEMOS (3), sector Ada Colau (3). En cuanto a Ahora Madrid, los 19 concejales son de IU (5), de PODEMOS (6) y de un sector autónomo (5). Por más que se intente decir lo contrario, esas candidaturas han podido ver la luz gracias a acuerdos por arriba, entre diferentes aparatos y no porque las bases las hayan desbordado. Eso es importante sobretodo de cara a lo que puedan ir defendiendo esas organizaciones en el terreno de la lucha de clases.
A día de hoy esas experiencias no tienen vida por la base más allá de para cuestiones puramente institucional como es el caso en Madrid de la elección de las Juntas de distrito. Pero nada más. Dichas iniciativas de unidad popular no están a día de hoy impulsando ninguna autoactividad por abajo. Lo cual tiene su sentido ya que las direcciones de esos procesos sólo tienen como objetivo darle un rostro más humano al sistema capitalista y aportar otra cara a las instituciones y no romper con dicho sistema y con dichas instituciones. Para eso no hace falta poner en movimiento a la clase obrera.
3.- ¿Qué tareas para l@s revolucionari@s?
Para aquell@s que pensamos que es necesario romper con el sistema capitalista para cambiar nuestras vidas, pensamos que es necesario visibilizar un discurso independiente de las direcciones reformistas y claramente de ruptura.
Para ello, hay que debatir con los sectores hoy más avanzados que se han movilizado desde el inicio de la crisis. Ya sea desde el 15M, hasta las Mareas o las Marchas pasando por las huelgas en centros de trabajo o por el movimiento por una vivienda digna. Hay que proponerles defender junt@s una política de ruptura y de independencia de clase.
Esta política también debe de ser propuesta y debatida en todos los marcos posibles en los que nos encontremos con compañer@s dispuestos a romper con el régimen del 78. Eso significa que hay que asumir esos debates en el seno de PODEMOS y también en el seno por ejemplo de Ahora en Común. En todos esos espacios y a tod@s es@s compañer@s hay que poner sobre la mesa unas delimitaciones políticas que recojan:
- Elementos programáticos: el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca bajo control social, la expropiación de las viviendas vacías de los bancos, los despidos 0, la reforma agraria, el derecho de autodeterminación de los pueblos, la apertura de las cuentas, el aumento de los salarios al mismo nivel que el aumento del coste de la vida...Muchas de esas reivindicaciones no son cuestiones que no puedan ser entendidas. Muchos de esos elementos aparecían por ejemplo tanto en el programa de las Marchas de la dignidad que congregaron hasta dos millones de personas en Madrid en el 2014 como por ejemplo en el Manifiesto inicial de PODEMOS “Mover Ficha”.
- Los límites de las instituciones: no cambiaremos nuestras vidas ni impondremos un programa coherente para nuestros intereses y por tanto en contradicción con los de los de arriba, únicamente mediante el “asalto” a las instituciones. Éstas son un lugar más que debemos disputar para poder utilizarlas como altavoces y seguir aumentando el nivel de conciencia. Sin embargo, hay que asumir que para imponer un programa de ruptura democrática y económicamente con el régimen del 78 es necesario que la mayoría, es decir l@s que producimos las riquezas y la juventud, nos movilicemos y nos autoorganicemos.
- Independencia 100% con aquellas organizaciones políticas y sus direcciones que han aplicado políticas de recortes y de ajustes: eso significa que para cambiar realmente nuestras vidas solamente lo podremos hacer contando con nuestras propias fuerzas y no con organizaciones como el PSOE que defienden intereses diferentes a los nuestros. No debemos olvidarnos de la política económica llevada a cabo por el PSOE para responder a la crisis: pensionazo, reforma laboral, artículo 135 de la constitución, recortes, rescate a los bancos...Al igual que no podemos olvidarnos de la política llevada a cabo por la dirección de IU al aceptar cogobernar con el PSOE en Andalucía y aplicar recortes a la mayoría. Eso no quiere decir que no pensamos que hay que ligarse con sus bases ya que con muchos nos encontramos en la lucha y en el mismo bando social. Sin embargo sí pensamos que eso hay que proponerselo para la movilización y no para gestionar las instituciones. En la movilización nos relacionaremos con sus bases y será más fácil desbordar a sus direcciones, en las instituciones, nuestra dirección se relacionará con las suyas y sabemos como suele acabar eso.
A día de hoy, un proyecto de ruptura con el sistema capitalista probablemente no será comparable a nivel de audiencia de masas con proyectos neo reformistas. Eso es algo normal dado el nivel de conciencia actual de nuestra clase social. En el periodo actual, una organización anticapitalista y revolucionaria será seguramente pequeña sin embargo hay espacios para poder dar saltos. La cuestión es intentar estar en las mejores disposiciones cuando esos saltos se den. Algunas ideas para caminar en esa dirección:
- Emplazar para la movilización contra las políticas de ajustes a todas las organizaciones de la “izquierda” tradicional con el fin de desbordar a sus direcciones en la acción.
- Reconstruir una izquierda sindical partiendo de aquellas luchas más emblemáticas del último periodo: Movistar, Panrico, Coca Cola...Luchas que comparten muchas experiencias desde la unidad de acción hasta el enfrentamiento con sus direcciones sindicales pasando por la autoorganización de l@s trabajadorxs.
- Estructurar a la juventud en sus centros de estudio y fuera.
- Tener una práctica común con tod@s l@s revolucionari@s aunque vengamos de tradiciones políticas diferentes para desarrollar esas tareas.
Las elecciones generales del próximo mes de diciembre deberían permitirnos también ir en esa dirección. A día de hoy es probable que nos encontremos ante dos escenarios posibles. Por un lado, dos candidaturas a la izquierda del PSOE: PODEMOS y AeC. Ambas con un programa de corte reformista y dirigidas por direcciones reformistas (PODEMOS e IU). Por otro lado, un acuerdo de última hora entre la dirección de IU y de PODEMOS con el apoyo de Anticapitalistas para tener una sola candidatura que venderán como de Unidad Popular pero que de popular habrá tenido muy poco tanto en su elaboración (lista) como en su programa definitivo.
En ambos casos, hay que partir de esos procesos para defender con todo el mundo que quiera (dentro y fuera de dichos procesos) la necesidad de visibilizar una candidatura unitaria de ruptura con el sistema capitalista que recoja las delimitaciones políticas anteriormente enunciadas. Esa perspectiva deberá ser propuesta tanto en PODEMOS (en los espacios en los que aún se puede debatir y verse con la gente) como en AeC por ejemplo en el encuentro estatal del 12 de septiembre en Madrid. Es muy probable que no logremos reorientar dichas candidaturas pero estaremos, de haberse creado una cierta dinámica con los sectores más combativos, en mejores disposiciones tanto para resistir en la calle después de las generales - esté el gobierno que esté - como para poder proponer en el futuro una alternativa de clase al reformismo también en las urnas.
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