sábado, 1 de julio de 2023

Comunicado del NPA. ¡En Nanterre, la policía sigue matando!



En Nanterre, el martes 27 de junio a las 8, 2 policías asesinaron en el volante de su coche a un joven de 17 años. En un vídeo difundido en las redes sociales, se escucha a los policías en moto ordenar al conductor a que abra la puerta del vehículo, uno de ellos con un arma apuntando al conductor y gritando: “Abre o te pego un tiro en la sien”. Se ve después el coche avanzar y el policía disparar al joven a quemarropa, sin estar amenazado en ningún momento por la trayectoria del vehículo. Una vez más, la policía ha matado a una joven de un barrio popular de origen magrebí con la excusa del “rechazo a obedecer”.

No, no son “errores”. Los policías hablan de “legítima defensa”: el coche habría intentado atropellarlos, lo cual ha sido desmentido por el vídeo. La extrema derecha, fiel aliada de este sistema, añade sus ideas racistas a las mentiras de la policía tratando a la víctima de delincuente, ya que proviene de un barrio popular. Esas imágenes serían inimaginables en los barrios ricos. El racismo, el odio antipobre y antiobrero gangrenan a la policía, la cual lleva una verdadera guerra contra los pobres en los barrios populares. Sus “errores”, “accidentes” y su “legítima defensa” son el resultado de ello: los controles arbitrarios y la violencia policial matan a trabajador@s y a pobres, a menudo jóvenes, negr@s y magrebíes.

El número de víctimas provocadas por la policía está en aumento desde que una ley en 2017 facilitara la utilización de las armas en el caso en el que se produjera un rechazo de obedecer. La policía de Macron y de Darmanin se creen con todos los derechos, hasta al punto de asesinar.

Se ha abierto una investigación por “homicidio voluntario por persona depositaria de la autoridad pública”, que llevará a cabo la IGPN (la policía encargada de investigar asuntos internos). Una policía de los policías reputada por su inacción… y su perseverancia para cubrir a sus tropas. En 2022, de trece muertes relacionadas con el “rechazo a obedecer”, sólo 5 casos conllevaron imputaciones de policías. Los otros fueron archivados sin más. Y ¿qué podemos esperar entonces de la justicia cuando los crímenes policiales en contra de Adama Traoré, Lamine Dieng, Ibrahima Bah y muchos más siguen siendo impunes?

¡Sin justicia, no hay paz!

En la noche, enfrentamientos han tenido lugar, primero en Nanterre y en los barrios populares de los alrededores, en Suresnes, Gennevilliers, Colombes, Asnières, y en otras ciudades como Mantes-la-Jolie, Aulnay-sous-Bois, Burdeos o Roubaix. La revuelta es legítima y debe expresarse y profundizarse. Es una fracción del mundo del trabajo, una de sus fracciones más precarias, que está siendo particularmente golpeada y que reacciona hoy. Macron y sus ministros llaman a la “calma”. Ni una palabra sobre la violencia cotidiana en contra de los jóvenes de los barrios. Al contrario, la policía responde a la ira mediante detenciones y golpes, mientras Darmanin despliega gendarmes como refuerzos.

El NPA no llama a la calma: sin justicia, no hay paz. Nuestra ira legítima debe expresarse para conocer la verdad y para que se haga justicia, en contra de esta policía que mata, en contra de sus socios del gobierno y en contra de todos aquellos que avivan el odio racista. A pesar de los grandes discursos republicanos, el papel de la policía, es la represión. Represión de los movimientos sociales, intensificada desde hace unos años bajo las órdenes de Hollande, Valls, Cazeneuve, Macron y Darmanin. Represión en contra de los chalecos amarillos, del movimiento de los trabajador@s en contra de la reforma de las pensiones, de l@s huelguistas de Verbaudet, de los movimientos ecologistas y de los migrantes…

El NPA se suma a todas las manifestaciones que serán convocadas para denunciar este nuevo asesinato. Hace un llamamiento para que l@s trabajadoras y la juventud se reúnan en los centros de trabajo, en los centros de estudio y los barrios para decidir los medios para expresar esa ira legítima y para hacer retroceder a los responsables de esa represión cada vez más violenta al servicio de un orden social desigual.

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