
El
referéndum se desarrolló, independientemente de las intenciones de
SYRIZA, en una clara confrontación de clase. Los trabajadores
votaron NO y rechazaron masivamente el acuerdo, a pesar de la
traición histórica de la burocracia de la confederación sindical
GSEE, que hizo abiertamente campaña por el SÍ y por los
capitalistas. La burguesía, incluso aquellos sectores no hostiles a
SYRIZA, dio una dura batalla por el SÍ. Los sectores medios parecía
que tenían poco que perder y se integraron finalmente junto a la
mayoría de la clase trabajadora por el NO.
A pesar de
todos los que llamaban a la unidad nacional y a la concordia, es más
que evidente que hay dos sociedades diferentes irreconciliables: los
explotadores y los que sufren la explotación. La agudización de la
conciencia de clase de un sector mayoritario de los trabajadores
dentro de esta confrontación causa mucho terror a los que temen una
clara expresión de clase, y eligen como lema central la unidad
nacional, para sembrar de nuevo la complacencia y la paz social.
Quienes
trataron de rehuir tomar una posición en esta confrontación de
clase se situaron, y con razón, al margen. El KKE principalmente,
con su línea de voto en blanco/abstención, ofreció un pésimo
servicio a la clase trabajadora, haciendo una reverencia una vez más,
como en Diciembre de 2008, a los miedos pequeñoburgueses y dando
credenciales de legalidad a la burguesía. Afortunadamente, la base
del KKE ignoró los dictados burocráticos de la dirección y votó
mayoritariamente NO.
Esta batalla
de clase no se dio sólo en las urnas. También se dio en la calle,
en los centros de trabajo, en las escuelas y en los barrios. Sin las
enormes manifestaciones y concentraciones, el miedo no habría sido
vencido y probablemente el resultado habría sido diferente.
La izquierda
anticapitalista y las organizaciones revolucionarias jugaron sin duda
un papel protagonista en el movimiento del NO, como también en la
presión que obligó a SYRIZA a no firmar inicialmente el acuerdo.
Principalmente ANTARSYA, a pesar de los errores en el reparto de
campaña, se distinguió como el polo más fuerte del ala más
combativa y decidida del movimiento. La izquierda anticapitalista es
una realidad en las calles y centros de trabajo. SYRIZA no tiene
ningún derecho a considerar suyos ni el movimiento ni el NO.
La
autoconfianza que da la victoria del NO no debe convertirse en
autocomplacencia. El día de mañana debe convertirse en un día de
luchas más duras. Sin duda, SYRIZA volverá a la mesa de
negociaciones y discutirá medidas de austeridad para los
trabajadores y trabajadoras, con la esperanza en la indulgencia de
las instituciones. Es indudable también que las burguesías del país
y de Europa, con los tecnócratas de la UE, intentarán vengarse. No
podemos dejar que el NO sea derrotado, ni interceptado ni degenerado
en la mesa de negociación.
El frente de
clase que dio la batalla del NO tiene que derribar cualquier acuerdo
y cualquier nueva medida. Para exigir de inmediato aumentos en los
salarios y convenios colectivos. Para imponer la ruptura con el FMI y
la UE. Para reclamar la nacionalización de los bancos y de las
grandes empresas bajo el control de los trabajadores, como la única
solución frente a los chantajes financieros y el sabotaje de los
empresarios.
También
para desarmar a la policía, que incluso bajo el gobierno del NO
reprimió las manifestaciones del NO y protegía el SÍ. Para
aplastar finalmente a los nazis de Amanecer Dorado, que intentarán
traficar con una parte del NO, el que apoyaron por razones de
supervivencia. No tenemos ninguna falsa ilusión de que el gobierno
SYRIZA-ANEL pretenda tales medidas. Confiamos en cambio en la fuerza
de los trabajadores para conquistarlas.
La clase
trabajadora ha demostrado, de hecho, su fuerza frente a la coalición
de los principales partidos del capital, el terrorismo patronal, la
burocracia sindical y los mecanismos de represión del estado. Con
luchas masivas y firmes, manifestaciones y huelgas sostenidas en el
tiempo, haremos crecer la brecha abierta en la estabilidad del
sistema y no dejaremos que se cierre de nuevo. En este combate el
papel de una fuerte izquierda anticapitalista, independiente del
reformismo y del gobierno, es fundamental.
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