lunes, 7 de marzo de 2016

La reivindicación del Pacto de Estado contra la violencia machista a debate.

Desde el pasado 7 de noviembre, fecha en la que tuvo lugar en Madrid la multitudinaria marcha estatal contra las violencias machistas, parte del movimiento feminista debate sobre la exigencia de un pacto de estado como medida para atajar los asesinatos machistas. Esta reivindicación no  es nueva, ya que viene siendo una exigencia del feminismo más institucional y e incluso una petición central en algunas organizaciones políticas. Concretamente,  en los ultimos años hemos visto cómo se ha convertido en la principal consigna del PSOE en materia de violencia contra las mujeres. Sin embargo, debemos reflexionar sobre qué significa realmente un pacto de estado en este sentido, en qué medida podría abarcar las violencias machistas y si debe ser una reivindicación que el feminismo de clase y combativo acoja también entre sus exigencias cuando sale a la calle a luchar contra todas las violencias que sufrimos día a día las mujeres.

En primer lugar, deberíamos plantearnos el concepto de pacto de estado y quiénes son los principales protagonistas para entender qué implica y si puede responder a las exigencias del movimiento feminista y a la realidad en la que nos encontramos. Un pacto de estado se basa en el acuerdo entre las fuerzas políticas  en cuanto a las medidas legislativas a adoptar ante una situación de emergencia social. Firmado por las fuerzas políticas que consigan llegar a unos puntos en común, puede ser suscrito por otras organizaciones, sindicatos, colectivos, etc. con los que en teoría, se mantiene un intercambio de aportaciones y debates en aquellos ámbitos donde tengan responsabilidades. Por lo tanto, con las experiencias históricas previas, debemos preguntarnos ¿qué tipo de consenso esperamos obtener de partidos como el PP y PSOE?, Es de una hipocresía intolerable que los partidos que han contribuido a los recortes y pérdida de derechos laborales y sociales en materia de sanidad, dependencia, cuidados, igualdad, educación, provocando una rehogarización de los trabajos de cuidados que ha recaído sobre nuestras espaldas, que nos niegan el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos, que no han sido capaces de dotar económicamente unas leyes que supuestamente nos protegen de los asesinos, como hemos visto con La ley actual (Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), recojan entre sus consignas la necesidad de un pacto de estado contra la violencia que sufren las mujeres.

Exigir un pacto de estado contra la violencia machista sería inocente por nuestra parte, es una forma indirecta de confiar que la solución al problema va venir de los de siempre y por medio de sus instituciones e implica no asumir que es un problema estructural que guarda una relación directa con el sístema económico actual. No nos engañemos: los pactos de estado no los acuerda la sociedad ni los colectivos afectados, en este caso, las mujeres.

Para  alcanzar el  hipotético  pacto de estado que nosotras podríamos valorar como útil, sería imprescindible, entre otras cosas, entender cuáles son  las causas de las violencias machistas y en qué se materializan en  nuestro día a día, que  va mucho  más allá de los asesinatos de mujeres a  manos de sus (ex) maridos o (ex) parejas.  No consideramos la violencia machista como una sola tal y como la caracterizan las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad en general. La violencia que se ejerce sobre las mujeres está lejos de restringirse a la violencia física o psicológica y no se trata de sucesos puntuales sino de un problema enraizado en lo más profundo del sistema en el que los feminicidios son solo la punta del iceberg.

No podemos consentir que nuestras vidas dependan de una medida que acalle conciencias ni de un acuerdo de mínimos que contente a la derecha más recalcitrante y a los que no dudan en cargar en las espaldas de los y las trabajadoras esta crisis.

Nosotras apostamos por un feminismo de clase, un feminismo que cuestione las limitaciones que conlleva la vía institucional, que no es más que un lavado de cara de aquellos partidos que velan por los intereses de la burguesía, enriqueciéndose día a día a costa del sudor del conjunto de la clase trabajadora, pero más concretamente a costa del trabajo eternamente no reconocido, invisible, pero a la vez indispensable para que el sistema siga funcionado y que es ejercido por las mujeres.
 
Mientras el  capitalismo siga en pie, la opresión del sistema heteropatriarcal seguirá vigente en todos  los ámbitos de nuestras vidas, por lo tanto desde IZAR defendemos un movimiento  feminista que luche de forma combativa, en las calles, en los barrios,  en los puestos de trabajo, desde organizaciones anticapitalistas y  sindicales, para poder acabar con esta opresión y explotación que sufrimos las mujeres reivindicando medidas que de verdad atajen las violencias machistas desde la raiz del problema.

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