miércoles, 9 de marzo de 2016

LxS TRABAJADORxS DE PAKISTAN INTERNATIONAL AIRLINES VAN A LA HUELGA


Desde Pakistán se ha encendido una mecha en la lucha de clases que señala las posibilidades reales de enfrentarse organizadamente a una compañía y realizar con determinación un paro que pone en jaque a sectores empresariales. A inicios de febrero los sindicatos de la Pakistan International Airlines (PIE) se plantaron y se atrevieron a desafiar al prohibición por decreto del gobierno de llevar a cabo actividades sindicales. Decidieron llevar a cabo una huelga votada en asambleas previamente contra la privatización de la compañía estatal.

El 3 de febrero en la capital, Islamabad, habían recurrido a una ocupación del aeropuerto y de una parte de sus pistas, lo que se saltó con la muerte de 2 trabajadores. Previamente como respuesta los oídos sordos de la compañía habían incrementado el nivel de exigencia en la negociación, y la dirección de la compañía, sentada negociar a regañadientes, se levantó de la mesa. Ante la amenaza de huelga, el gobierno recurrió a una ley de los años 50 que anulaba las huelgas en sectores estatales por 6 meses.

La policía antidisturbios y luego el ejército se distribuyeron por los aeropuertos del país, en especial en las ciudades de Jinnah y Karachi. Cuando los trabajadores de este último avanzaron para ocupar la pista principal, se respondió con una fuerza descomunal con cañones de agua gases lacrimógenos, balas de goma, además de porras, causando numerosos heridos. El gobierno trató de asegurar los vuelos contratando a pilotos provenientes de compañías aéreas privadas y trató de mantener firmeza.

Los sindicatos no se achantaron y anunciaron que la huelga seguiría durante toda la semana. Los vuelos nacionales tuvieron que ser cancelados y los medios de comunicación descargaron una dura campaña de desprestigio sobre los trabajadores, pero contra todo pronóstico a finales de la semana lograron el apoyo de los sindicatos de ferrocarriles, telecomunicaciones y correos, que llevaron a cabo paros parciales. Ante la enorme presión, el gobierno no tuvo más que ceder y accedió a frenar la privatización, evitando así el ERE masivo y retrasar el estudio de la situación de esta compañía en quiebra.

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