
En este escenario tenemos un doble reto por adelantado: primero,
garantizar que la consulta se celebre, manteniendo la presión social
para que el gobierno de CiU y ERC no se eche atrás y las maniobras
represivas del gobierno de Rajoy con la complicidad del PSOE no consigan
pararla; segundo, evitar que CiU y ERC la capitalicen en beneficio
propio y de su política económica.
Hay que conseguir que el ejercicio de la consulta permita abrir un
proceso democratizador de todas las esferas de la sociedad. El primer
paso para hacerlo es relanzar las luchas contra los nuevos recortes y
las políticas de ajuste que nos caerán los próximos meses de la mano del
gobierno de Mas, del de Rajoy y de la Troika. Al mismo tiempo, el
conjunto de la izquierda social y política, de los movimientos sociales,
sindicales, vecinales... tienen que tener también una política de
intervención activa en el debate sobre la consulta y sobre la
independencia, y no dejar que la iniciativa se quede en manos de Mas y
Junqueras. Es necesario articular un amplio polo social y ciudadano
favorable a la consulta y contrario a la política de recortes lo más
amplio, unitario y fuerte posible.
La aceptación de las reglas de juego de la UE y de la Troika por
parte del gobierno de Mas vacían el ejercicio del derecho a decidir. Una
independencia tutelada por la Troika será una soberanía sin contenido
al servicio del 1% y no del 99%. El caso de Grecia es muy claro. La
soberanía real implica una ruptura con las políticas de austeridad y con
la sumisión neocolonial a la Troika. La consulta sobre la independencia
no puede asociarse a la aceptación de las reglas de juego de una UE
que, más que dar libertad y soberanía a los pueblos, se la toma en favor
de los intereses de la minoría financiera.
Queremos una consulta donde el pueblo de Catalunya pueda decidir
sobre la independencia y sin condicionantes económicos internacionales.
Pero el derecho a decidir no se tiene que limitar a eso. Hace falta
dedicir sobre todo aquello que afecta a nuestras vidas y aprovechar el
potencial democrático que abre el debate sobre la consulta para
“desbordar” el derecho a decidir y ampliar la reivindicación de decidir
al terreno de la política económica, de la política internacional y
exterior, de los derechos de ciudadanía, del modelo alimentario, del
derecho al propio cuerpo...Catalunya necesita un proceso constituyente
que permita discutir qué modelo de sociedad y qué marco institucional
tiene que tener una nueva República catalana. Un proceso constituyente
propio que puede ser un elemento decisivo para contribuir también al
derrumbe del Régimen de 1978 al conjunto del Estado español, así como
para permitir que el potencial democratizador abierto en Catalunya se
extienda al conjunto de los Països Catalans, en el País Valencià y en
les Illes.
La nuestra es una apuesta en favor de una Catalunya por el 99%, en
favor de los intereses de la mayoría, donde ninguna persona sea
discriminada en virtud de su género, etnia, opción sexual, cultura o
religión, y solidaria con el resto de pueblos de Europa y del mundo.
Para conseguirlo no tenemos que ir a remolque de Mas y Junqueras, sino
desbordarlos
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