martes, 5 de abril de 2016

Francia: ¿hacia una primavera caliente?

Este mes dedicamos nuestro dossier a la movilización contra la reforma laboral llamada “Loi du travail” y conocida como Ley El Khomri por el nombre de la ministra que la impulsa. El cierre de esta revista se lleva a cabo antes de la huelga general del 31 de marzo.

Nos paramos aquí para analizar este inicio de lucha contra esta reforma laboral a la “española” que intenta imponer el gobierno social liberal del presidente Hollande. Lo hacemos ya que existe la posibilidad de un movimiento de conjunto en el que converjan estudiantes y trabajadorxs como ya ocurriera durante el gran movimiento contra el CPE (Contrato Primer Empleo) que tenga la fuerza suficiente para obligar al gobierno del partido socialista francés a dar marcha atrás. Para ello, contamos con un artículo elaborado por un compañero de la corriente de Anticapitalisme & Révolution del NPA en el que explica las potenicalidades de dicho movimiento y qué persigue dicha reforma laboral. Y por último, una entrevista a dos compañeros del NPA que recuerdan la lucha y la victoria contra el CPE con el fin de sacar las enseñanzas para hoy. Para nosotr@s, la lucha de la juventud y de la clase obrera en Francia es importante ya que a parte de sus enseñanzas para nuestras luchas aquí, una victoria allí puede dar ánimos para las luchas que nos esperan aquí.


Movilizaciones contra la Ley Trabajo: las posibilidades para un movimiento de conjunto.

Porque ha codificado los diferentes derechos conquistados por la clase obrera durante décadas de lucha de clases, el Código del trabajo (el estatuto de lxs trabajadorxs) siempre ha sido objeto del odio particular de la burguesía francesa. Las declaraciones sobre su supuesta “obesidad”, las diatribas sobre su carácter “obsoleta” sólo reflejan una cosa: la voluntad de la patronal de acabar con ese Código que les impide explotar como lo desearían a los y las trabajadoras. Frente a la nueva crisis económica y financiera que se avecina, se entiende las prisas de los burgueses para acabar con él.

El gobierno responde a una reivindicación histórica de la patronal.

El proyecto de la ley El Khomri se inscribe en una misma lógica de ataques que vienen padeciendo lxs trabajadorxs en contra de sus derechos. La primera brecha fue abierta por la ley Aubry en el aó 2000 que, a la vez que instauraba la jornada semanal de las 35 horas, abría la posibilidad de anualizar el tiempo de trabajo. O lo que es lo mismo, modular el tiempo de trabajo de lxs asalariadxs en función de los deseos de la empresa. Por otro lado, esta ley debía traducirse por una serie de acuerdos de empresas, a costa de los acuerdos en el sector.

Los ataques de la patronal se han en efecto concentrado particularmente en un punto concreto, el “principio de favor”: hasta el día de hoy, un acuerdo de empresa no podía, salvo algunas disposiciones particulares, ser menos favorable para lxs asalariadxs que un acuerdo del sector. Después de una década de ataques sobre esa cuestión (ley Fillon en 2004, ley del 20 de agosto de 2008, ley Warszmann), el ANI (Acuerdo Nacional Interprofesional de 2013 ha ido hasta el final de esa lógica suprimiendo el principio de favor y facilitando la puesta en marcha de los “acuerdos de competitividad”.

La patronal del automóvil ha sido el primero en aplicar esa política. El objetivo es en todos sitios el mismo: amplificar la flexibilidad y reducir los costes de producción combinando congelación o bajada de salarios con un aumento del tiempo de trabajo. El caso de los obreros de Continental en Clairoix, a finales del 2007, es sintomático, con una dirección que impuso pasar a 40 horas semanales pagando solamente 37,5, supuestamente para salvar los empleos. Resultado: la fábrica cerró a principio de 2010. Lo mismo pasa con el acuerdo de Renault firmado el 13 de marzo de 2013 por sindicatos complacientes que validaron la supresión de 8 560 puestos de trabajo, con el aumento de la duración del trabajo tanto en lo que se refiere a ritmo diario como a supresión de días de descanso, así como la disminución del poder adquisitivo. Siempre que esos tipos de acuerdos han sido aceptados por los sindicatos, el resultado ha sido el mismo: nuevas supresiones de puestos de trabajo, con cada vez más chantaje por parte de la patronal para bajar los salarios y aumentar los ritmos…

La ley El Khomri es el toque final de toda esa política, declarando de forma explícita que lo que debe ser el centro del Código del trabajo, es la “buena salud” de la empresa. Hablando claro, todas las reivindicaciones de lxs trabajadorxs deben estar sujetas a los beneficios de los capitalistas. El corazón de este proyecto de ley es la atomización de la clase obrera: con la “Cuenta Personal de Actividad”, la noción de “derechos individuales” substituye la de los derechos colectivos. Uno de los objetivos más importante de este gobierno con este proyecto es conseguir que los supuestos “acuerdos de empresa”, al margen de los sindicatos, pasen a sustituir los convenios colectivos. La empresa se convierte de ese modo en la norma social. El objetivo es por tanto acabar con todo lo que fundamenta al movimiento obrero. Eso es lo que permite llevar a cabo las demás medidas anti obreras: el aumento del tiempo del trabajo, fraccionamiento del descanso diario de 11h, ataque contra los prud’hommmes (los tribunales especiales para resolver cuestiones laborales con participación paritaria entre trabajadores-empresarios)....

Este proyecto no es por tanto ni enmendable, ni negociable. La reivindicación de la retirada completa de la ley es un elemento central; y debemos oponernos a cualquier intento de negociación del texto.

Organizar la movilización de la juventud y del mundo del trabajo: una tarea inmediata.

Este conjunto de medidas concentradas en un solo proyecto de ley ha provocado inmediatamente una enorme indignación en la población. Prueba de ello, el apoyo histórico conseguido por la petición “Ley trabajo, no, gracias” que, en pocas semanas, ha alcanzado el millón de firmas, lo nunca visto. 70% de los franceses afirman oponerse a la ley, mientras que el 57% de los encuestados dicen “apoyar” las movilizaciones previstas para la retirada de la ley.

El llamamiento a la movilización del 9 de marzo por parte de las organizaciones de la juventud ha abierto una brecha. Ha creado la posibilidad de una movilización masiva de la juventud y, por extensión, la posibilidad de un movimiento de conjunto, 10 años después del CPE (Contrato Primer Empleo). La participación en las manifestaciones (450 000 personas en toda Francia, varias decenas de miles en París), la presencia masiva de la juventud (con Asambleas Generales en la mayoría de las facultades, un centenar de institutos bloqueados…) pero también de una franja significativa de militantes sindicalistas, muestra que la reivindicación de la retirada de la ley El Khomri está empezando a ser el catalizador del enfado obrero y popular contra este gobierno. Con este principio de movilización, se abre la posibilidad de derrotar a este gobierno.
Frente a esa movilización masiva, el gobierno ha empezado una serie de maniobras para que su proyecto siga adelante. El papel de la CFDT (sindicato ligado al Partido Socialista francés), apoyado por Martine Aubry, es central para el él. Es vital para Hollande y su gobierno conseguir el apoyo de ese sector del PS para poder aprobar su ley. Es en ese sentido que se enmarcan los anuncios hechos por Valls (primer ministro) el pasado 14 de marzo, que le permitieron ligarse a la CFDT. En realidad, esos anuncios no solucionan nada: al contrario de lo que dice Laurent Berger (Secretario General de la CFDT), el límite de las indemnizaciones de los tribunales especiales antes mencionados no está suprimido pero se convierte en algo “indicativo”. La definición del despido económico se mantiene ampliado, aunque el perímetro haya sido un poco repasado. Pero sobretodo, el alma de la ley subsiste: la inversión de la jerarquía de las normas, es decir hacer que todas las negociaciones se lleven a nivel local, en cada empresa.

La mejor manera de poner en jaque esas maniobras es de desarrollar la auto organización de los sectores movilizados, en primer lugar en la juventud. Es importante construir Asambleas Generales, así como contribuir en la construcción de una coordinación nacional estudiantil, con el fin de emanciparse de los aparatos sindicales. Debemos desarrollar nuestros argumentarios para que cada estudiante esté en capacidad de contrarrestar esas maniobras. Para ello, la cuestión de la huelga estudiantil es ya un elemento clave. Se trata, en las Asambleas Generales más avanzadas, de convencer a los estudiantes que es necesario dejar de ir a clase para poder utilizar ese tiempo para hacer pasaclases, y para visitar centros de trabajo de los alrededores con el fin de explicar su lucha.

En 2010, los sectores del asalariado más movilizados eran aquellos que se movilizaban también sobre sus propias reivindicaciones. Hay que combinar por tanto las reivindicaciones sectoriales con la de la retirada de la ley. La lucha contra la reforma El Khomri puede de ese modo convertirse en el catalizador de las movilizaciones existentes en diferentes sectores. Por consiguiente, conviene darle una importancia particular a la lucha de los ferroviarios contra el “decreto-base”; el éxito de la huelga en la SNCF (RENFE) el 9 de marzo y la perspectiva de una huelga reconductible en las semanas venideras (a pesar de las dificultades) hacen de los ferroviarios un sector puntal, al lado de la juventud. Pero los otros sectores que se han movilizados estos últimos meses – los docentes contra la reforma del “collège” y las supresiones de puestos de trabajo, los carteros contra las reestructuraciones, etc – pueden también jugar un papel. En todo sitios se lleva a cabo la misma política: intentos por romper los marcos colectivos para atomizar las resistencias, voluntad de reventar los derechos de lxs asalariadxs… Es por tanto en una perspectiva de movilización de conjunto que debemos abordar cada movilización sectorial.

Una lucha política contra el gobierno y el capitalismo.

En las discusiones sobre el proyecto de ley, un rechazo de toda una política anti obrera y xenófoba es palpable en una parte de la juventud y del mundo del trabajo. Un sentir de puesta en tela de juicio más global de la política del gobierno e incluso de la sociedad actual, que estaba presente de manera soterrada en toda una serie de luchas. Nuestro papel, es dar una expresión a ese rechazo más general. De ese modo, debemos combatir el discurso según el cual sería necesario “hacer propuestas” para “mejorar” el Código del trabajo. En efecto, explicar que hace falta hacer propuestas a este gobierno, es hacer creer que sería posible, de una manera o de otra, responder positivamente a las expectativas de lxs trabajadorxs y de lxs jóvenes. Lejos de ser el amigo de lxs trabajadorxs, es un gobierno de combate al servicio de la patronal. Debemos decirlo claramente en nuestra propaganda: hay que acabar con este gobierno.

Debemos visibilizar nuestro programa de urgencia: la semana de 32 horas, única medida que puede permitir solucionar el problema del paro; el final de los contratos precarios; la apertura de los libros de cuenta, con el fin de contrarrestar el discurso de los capitalistas sobre la “competitividad”. Debemos ser capaces de explicar de manera sencilla, con audiencia de masas, que medidas como éstas son incompatibles con el mantenimiento del régimen capitalista. Lo cual significa no solamente poner sobre la mesa la cuestión de la convergencia y del “tous ensemble”, sino también la lucha contra la política securitaria y racista de este gobierno. En efecto, con el estado de urgencia, el gobierno tiene no solamente la posibilidad de prohibir las manifestaciones, sino también de disolver a toda organización que represente una “amenaza para la seguridad”.

La lucha contra la ley es por tanto a la vez un combate contra el gobierno y contra el régimen capitalista que gestiona de manera leal. En las movilizaciones podemos defender abiertamente una política anticapitalista. Es toda esta sociedad en crisis, con todos sus horrores, que podemos denunciar a la vez que hay que expresar la aspiración a una nueva sociedad.

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