Entrevista
a Xavier Chiarelli y Sébastien Bouvier. Xavier, cartero a día de
hoy en París era estudiante en Nanterre y miembro de la dirección
de las JCR (Juventudes Comunistas Revolucionarias) en 2006. Sébastien
era estudiante en Metz, ciudad en la que acabó integrando las JCR
durante el movimiento contra la precariedad. A día de hoy, Sébastien
es técnico en el sector de la construcción en la región de “les
Vosges”. Han contestado a unas preguntas sobre su experiencia y las
enseñanzas sacadas del movimiento en contra del CPE (Contrato Primer
Empleo). El CPE era un contrato que otorgaba el derecho a las
empresas con más de 20 trabajadorxs, a contratar durante un tiempo
de prueba de hasta 24 meses a jóvenes de menos de 26 años y de
poder realizar su despido sin tener que justificarlo. La fuerte
movilización (millones de personas en las manifestaciones) y las
huelgas en los centros de trabajo y en los centros de estudio
lograron acabar con el CPE y con el primer ministro francés.
¿El
movimiento fue espontáneo, como se suele dejar entrever algunas
veces?
XC:
La huelga estudiantil no fue para nada evidente. Recuerdo nuestra
primera asamblea general en Nanterre: éramos 50. Durante las
primeras manifestaciones éramos menos que en las propias asambleas…
y eso que las primeras asambleas eran pequeñas. En Nanterre nuestro
grupo local contaba con unxs 15 estudiantes de universidad y algunos
de medias que estuvieron multiplicando durante varias semanas la
difusión de panfletos, haciendo pasaclases o lo que es lo mismo un
trabajo de convicción partiendo de un argumentario redactado por la
JCR. Recuerdo el día, difícil decir la fecha con exactitud, cuando
al salir de la asamblea ya éramos más fuera que dentro, en la
estación aún más y mucho más al inicio de la manifetsación.
¿Sébastien,
por qué integraste las JCR al prinicpio del movimiento contra el
CPE? ¿La necesidad de estar organizado para ser eficaz en dicho
movimiento te parecía algo evidente?
SB:
Conocí por primera vez a los militantes de las JCR durante la
primavera de 2005, en el momento de la campaña contra la
Constitución Europea. Después de haber sido simpatizante, fue
durante el movimiento contra el CPE que tome conciencia
verdaderamente de la utilidad de una organización revolucionaria. A
pesar de ser una organización humilde, las JCR me parecieron tener
un impacto importante en la lucha, lo que me convenció para entrar a
formar parte.
¿Cuáles
eran el funcionamiento y la aparición de la JCR en el movimiento?
SB:
Había reuniones regulares de células de las JCR, en concreto todas
las semanas. Pero durante la huelga, hacíamos balance de la
situación al menos una vez al día. Debatimos mucho de las
posiciones que teníamos que defender en las Asambleas Generales, del
reparto de las tareas, etc. Durante el movimiento, la aparición
política de las JCR se hizo mediante pegadas de carteles, repartos
de panfletos – además de los del comité de huelga en el que
teníamos un papel importante – y la venta de nuestra revista RED
cuya periodicidad, de costumbre mensual, acabó siendo durante el
movimiento semanal con menos páginas. La revista era una herramienta
muy importante ya que contenía artículos sobre lo que estaba
pasando en otras universidades, sobre los llamamientos de la
coordinación y sobre preguntas importantes que se hacía el
movimiento. Como éramos la única organización que tenía esta
orientación, nuestra revista era bastante atractiva para muchos
jóvenes.
¿El
balance de la anteriores luchas de la juventud ayudó a definir cual
era la mejor orientación para construir y estructurar el movimiento?
XC:
Efectivamente. El bloqueo de los centros de estudio viene de lejos:
fue experimentado en 2004 en un instituto de Cergy donde teníamos a
un militante. Intentamos generalizar esta experiencia en el
movimiento de medias de 2005, dónde esa táctica, en parte debida a
nuestra iniciativa, fue utilizada por numerosos estudiantes de
medias. Los estudiantes la retomaron durante el CPE. En cuanto a la
cuestión de la coordinación era a la vez fruto de una pelea
política que llevamos a cabo en referencia al programa “troskista”
(el papel estratégico de la auto organización), pero también fruto
de un balance del movimiento estudiantil de 2003 dónde las
coordinaciones estudiantiles habían llegado demasiado tarde y habían
sido demasiado espaciadas para influir positivamente en el
movimiento.
El
“bloqueo” se convirtió rápidamente en el símbolo del
movimiento, provocando a menudo debates animados. ¿Qué papel jugó
y como veíais esta cuestión?
SB:
El bloqueo fue la señal de una intensificación del movimiento.
Permitió darle más amplitud, masificarlo. No se trataba de un fin
en sí mismo: era una herramienta que había que utilizar en el
momento adecuado, ya que con el bloqueo de una facultad, existía el
riesgo que los estudiantes no fuese al campus y se quedaran en su
casa. Es precisamente por esa razón que algunos decanos tomaron por
costumbre cerrar sus establecimientos para romper los movimientos
estudiantiles. Hubo un aspecto gradual: en un primero momento
bloqueamos u ocupamos algunos edificios antes de bloquear toda la
facultad. Pasado un tiempo, las Asambleas Generales no cabían ya en
las aulas más grandes debido a la gran afluencia y tenían que
llevarse a cabo en la calle.
XC:
Defendimos la necesidad del bloqueo, sin llevarlo a cabo sin embargo
antes de haber convencido varios centenares de estudiantes de la
necesidad de la huelga. En Nanterre también, hicimos esto por
etapas, primero mediante cordones permeables, que fueron una de las
herramientas para ampliar la movilización. Cuando ya fuimos varios
centenares en las Asambleas Generales, bloqueamos la parte de
“Sociales” de la facultad (la parte más a la izquierda) y por
fin toda la facultad. Una Asamblea General tuvo entonces lugar,
reuniendo a más de 1500 personas, en la que se votó
mayoritariamente el bloqueo después de un debate contradictorio.
La
unión con lxs trabajadorxs era central: ¿puedes darnos ejemplos de
los que hicisteis en Nanterre en ese sentido?
XC:
Como militantes estudiantiles de Lucha Obrera, de la Fracción de
Lucha Obrera y de las JCR, teníamos contactos con militantes
obreros, lo cual nos permitió con cierta facilidad organizar
intervenciones de grupos de estudiantes en Asambleas Generales de
asalariadxs, como en Correos o en PSA Poissy (Peugeot- Citroën).
También fuimos unos 400 estudiantes en el centro de reparto de
correos de Nanterre, que estaba al lado de la facultad. Ese tipo de
intervención animó el inicio de la huelga reconductible (una huelga
que a diario y en asamblea lxs propixs trabajadorxs en asamblea
deciden si siguen o no con la huelga) de varias oficinas de correos
en el departamento… Recuerdo también que los llamamientos
aprobados en la coordinación estatal eran utilizados por nuestrxs
camaradas de empresa para debatir con sus compañerxs sobre la
necesidad de la huelga: los lazos también se forjaban de esa forma,
una forma más indirecta, pero también muy importante.
La
aprobación de la ley conllevó un giro en la movilización. ¿Cómo
intervinisteis en aquel momento?
XC:
Explicamos simplemente que “lo que el parlamento ha hecho, la calle
puede deshacerlo”. Pero en esta ocasión no fue necesario insistir
mucho: esto era un sentimiento muy extendido. Incluso en el momento
de la promulgación de la ley, lxs universitarixs y lxs estudiantes
de medias movilizadxs respondieron de manera muy espontánea. En
París, una concentración había sido organizada por las
organizaciones juveniles en la plaza de la Bastilla. Cuando se
informó de la promulgación de la ley, grupos de jóvenes salieron
en manifestación de manera espontánea. La dirección de la JCR tomó
la iniciativa de organizar con la ayuda de otros militantes y
estudiantes movilizados una manifestación no autorizada, que duró
una buena parte de la noche llegando incluso a las puertas del
parlamento.
El
movimiento representó un momento importante de politización para
numerosos jóvenes. Acostumbramos a decir que es en el transcurso de
la lucha que las ideas cambian. Sébastien, ¿es algo que pudiste
observar? ¿Tus propias ideas evolucionaron?
SB:
Recuerdo haber visto alrededor nuestro a jóvenes politizarse gracias
a los debates que tenían a diario y a la experiencia de la
movilización: por ejemplo, la cuestión del sexismo y de la
homofobia con respecto a algunas consignas, o sobre la legitimidad
democrática del movimiento después de la aprobación de la ley. En
lo que se refiere a mi, aunque el movimiento contra el CPE no
respondiera a todos mis interrogantes, un elemento en concreto me
hizo evolucionar: cuando comprobé el nivel de confrontación con el
Estado había que alcanzar para lograr la retirada de este ataque –
y estamos hablando de una simple cuestión defensiva – entendí,
aunque aún no de manera muy teórica sino simplemente por la
práctica, que era imposible conseguir una sociedad comunista
mediante la vía reformista.
Xavier,
¿sacaste una lección del movimiento del 2006 que a día de hoy siga
teniendo una vigencia particular en tu actividad militante y en tu
reflexión política?
XC:
Es una lección muy sencilla: juntos, la juventud y la clase
obrera pueden con todo. Recuerdo el sentimiento de potencia y de
fuerza que daba la vista del cortejo estudiantes de
medias-universitarixs-asalariadxs de los Hauts-de-Seine (departamento
de la región parisina) durante la manifestación del 7 de marzo de
2006. Nada mejor que ver a varios miles de jóvenes y trabajadorxs,
que toman juntxs la calle, para convencerte de la fuerza potencial de
nuestra clase social...
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