¿Qué es la revolución permanente?
Con las revoluciones árabes, un concepto que muchos pensaban anticuado vuelve a estar de moda: la revolución permanente. Pero ¿qué es? ¿Es hoy una noción útil?
Inicialmente, se trata de una teoría formulada por Trotsky. Apoyándose en ideas desarrolladas por Marx y Engels así como en sus experiencias de las revoluciones rusas de 1905 y 1917, Trotsky explicaba que los trabajadores constituían la única clase verdaderamente revolucionaria.
Por el lugar que ocupa en la sociedad, decía, la clase obrera es de todas las clases sociales la que no solamente tiene más interés pero también la que tiene la fuerza colectiva para lograr un cambio democrático real capaz de barrer todos los vestigios del antiguo régimen.
Haciendo eso, y porque una autentica democracia significa tanto la libertad económica como la política, los trabajadores se ven entonces rápidamente enfrentados a los limites del capitalismo y deben pelearse para llevar la revolución lo más lejos posible. En efecto, si los trabajadores descubren que son capaces de derribar a un tirano y de desmantelar su aparato de Estado represivo, ¿por qué razón seguiría tolerando ser explotada por sus patrones? Si detienen el poder de derribar el antiguo régimen y de establecer una democracia, utilizarán ese poder para servir sus intereses sociales y económicos. Las reivindicaciones económicas y sociales fusionan entonces con las reivindicaciones políticas y democráticas. La revolución debe de ese modo convertirse en permanente hasta la victoria del socialismo.
Para los trabajadores, todo cambio sólo puede ser colectivo. Los campesinos expoliados por los grandes propietarios pueden apropiarse de las tierras para repartírselas. Pero los trabajadores, ellos, no pueden repartirse las máquinas de sus fábricas para hacerlas funcionar para sus propios intereses. Deben continuar a trabajar juntos. El poder de los trabajadores, la base del socialismo, se basa en la propiedad común de los medios de producción. Los trabajadores en lucha pueden arrastrar detrás de si al pequeño campesinado, a los estudiantes, a los pequeños comerciantes y todas las clases oprimidas de la sociedad. Por su capacidad a organizarse colectivamente, tienen la posibilidad de dar un peso económico y político a las demás luchas.
Es lo que ha ocurrido hoy en Túnez, dónde numerosas estructuras locales de la central sindical UGTT constituye el núcleo a partir del cual formas de poder alternativo se desarrollan. Es lo que pasa también en Egipto dónde, después de haber jugado un papel decisivo en la caída de Mubarak, las oleadas de huelgas portadoras de reivindicaciones sociales y económicas en todos los sectores constituye el principal obstáculo para que los generales vuelvan a tomar la riendas de la situación. Aunque simplemente fuese para contentar las reivindicaciones democráticas del movimiento, el centro de gravedad de la lucha se ha de ese modo desplazado en los lugares de trabajo, lugares de organización colectiva por excelencia.
La lección que se debe sacar para la izquierda es clara: en cada rincón del mundo, los trabajadores deben estar en el centro del combate por la transformación social y democrática. Es cierto en los países dominados por el imperialismo como en los propios países imperialistas.
Por ello el segundo aspecto de la revolución permanente es el internacionalismo. Siendo el capitalismo un sistema global, cada lucha en un lugar del mundo debe ser pensada en su relación con el contexto mundial. Por ejemplo, la liberación de Palestina depende más que nunca de la lucha de los trabajadores de Oriente Medio, dónde las revoluciones tunecinas y egipcias han ya de por sí logrado propagar un soplo revolucionario. Si los trabajadores logran tomar el poder en un país, la revolución para sobrevivir debe extenderse a escala internacional y hacerse permanente, hasta la victoria del socialismo en el conjunto del planeta. Ya que en el mundo entero, millones de trabajadores, miles de millones de individuos tienen interés en acabar con el sistema que les explota. Varias oleadas revolucionarias han ya sacudido el mundo en el pasado. Una nueva oleada se prepara. ¡Adelante con la revolución permanente!
Cédric Piktoroff
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