lunes, 18 de mayo de 2015

LAS CUP CATALANAS BUSCAN ESPACIO PROPIO EN BARCELONA

En la política catalana se está produciendo una escisión histórica, profunda y muy relevante, que tiene lugar de forma explícita en Barcelona. Para decirlo de una manera clara, es la demarcación entre los partidarios de la “vía Guanyem” y la “vía CUP”. Los medios lo han presentado como una batalla entre independentistas y federalistas o no independentistas, pero la cosa va mucho más allá y el soberanismo no es el centro.
La “vía CUP” conecta con el modo con el que han entendido la política los movimientos sociales desde la derrota de la izquierda radical tras la Transición: priorizar el trabajo de base y picar piedra en los barrios para transformar de abajo a arriba. Es la que pasa por lograr la hegemonía social con el apoyo del movimiento militante para después abordar las instituciones. La candidatura de Unidad Popular en 2012 al Parlament encabezada por David Fernández fue un auténtico caballo de Troya. Su máxima podría ser la zapatista: “Vamos lentos porque vamos lejos”.

Este análisis, hasta hace poco bastante unánime, ya ha sido cuestionado y contestado por los partidarios de la “vía Guanyem”. Son quienes creen que se ha abierto una ventana de oportunidad para tomar el poder ante los estragos de la crisis capitalista y que sería irresponsable no aprovechar. Esta vía quiere acelerar los tiempos del 15M y apuesta por modular un discurso que huya de lo identitario para ser de mayorías. La 

alianza con ICV-EUiA no pone en riesgo el proyecto gracias al liderazgo de Ada Colau.
A raíz de las desavenencias entre la CUP de Barcelona y Guanyem, el choque se ha hecho visible. Para muchos de la última vía la CUP es una organización sectaria y con miedo a hacer “política de verdad”. Para los cercanos a la vía más soberanista, Guayem es un grupo de profesores politólogos vendidos al reformismo ecosocialista y movidos por alcanzar la parcela generacional de los diplodocus del 78 aún en activo. Quienes priorizan la línea anticapitalista añaden que quienes ponían “peros” a la actividad de la CUP en el Parlament no tuvieron problemas en pactar puestos con EUiA y Podemos.
Los de la “vía CUP” retratan a la contraria como un movimiento débil en la calle y artificiosamente electoralista y que Ada Colau no explica cómo imponer medidas con la movilización cada vez más desactivada. Además, el teórico proceso de confluencia 

ha acabado pareciéndose mucho a una alianza de 5 partidos, lo que ha generado cierto desencanto, especialmente en quienes veían con ilusión a la CUP dentro. Los puestos de salida para ICV y Podemos han “reformistizado” si cabe aún más a Guanyem.

La no integración en Guayem es legítima aunque puede generar un efecto similar al de las europeas: regalar más espacio del propio a Podemos. En Catalunya se configuran dos espacios a la izquierda de la izquierda, herederos de las luchas de los años 90 y 2000: uno nítidamente rupturista, y otro partidario de establecer frentes amplios. O quizás estamos ante la búsqueda de un dique anticapitalista ante los cantos de sirena de una izquierda antineoliberal de nuevo traje.

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