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Alborán Martínez, estudiante universitario en cuarto curso de
Historia, fue detenido en un piquete a las puertas de la fábrica Dhul,
en Granada, durante la pasada huelga general. El juez le mandó a prisión
provisional durante doce días acusado de atentado contra la autoridad,
donde el joven permaneció finalmente una semana. Sin embargo, un abanico
amplio de formaciones locales, desde el PSOE o Izquierda Unida hasta
sindicatos como CCOO, UGT o CGT, respaldaron al joven y aseguraron que se trata de una detención totalmente arbitraria.
Tras el juicio, Martínez, que a duras penas tiene medios económicos para seguir estudiando, se enfrenta a una multa de 2.500 euros, que tendrá que pagar a plazos a lo largo de seis meses. Mientras, ayuda económicamente a su padre minusválido a salir adelante, entre recortes a la dependencia.
¿Qué pasó aquella noche durante el piquete en el momento de tu detención?
A partir de las tres de la madrugada, en la puerta de la fábrica de
Dhul había ya unos cuantos miembros del piquete de CCOO y UGT. El
ambiente era totalmente pacífico y el dispositivo policial estaba
formado por uno o dos coches, creo que municipales. Luego, conforme se
iba acercando la hora del cambio de turno, fueron llegando más piquetes
hasta que se formó un grupo nutrido de personas.
En ese momento comenzaron a llegar más policías, en concreto de la
Unidad de Intervención Policial (antidisturbios). En un principio
trataron de disolvernos a empujones y golpes, pero nosotros permanecimos
en el sitio y tratamos de hacer resistencia pasiva. Formábamos parte de
un piquete informativo y estábamos allí legalmente para informar de la
huelga. Había sido el propio comité de empresa de Dhul el que lo había
organizado, por lo que la Policía no tenía por qué disolvernos.
A partir de entonces, la tensión fue en aumento y la policía sacó las
porras y los cascos. En ese momento el comité de empresa se acercó a la
policía para avisarles de que el piquete estaba preparado por ellos y
para pedirle que no cargasen. Después se produjeron algunos forcejeos, e
intentaron echarnos a golpes hacia la carretera. La gente no podía
retroceder. Fue en ese momento cuando se inició la carga.
En uno de aquellos forcejeos, vi que uno de los agentes se fijó en mí,
me apuntó y dijo: “A por ese”. Entonces, vinieron varios policías a por
mí. Varios compañeros míos me intentaron agarrar para protegerme, pero
me estaban lloviendo golpes por debajo del pecho, por la zona de las
costillas. También me dieron patadas. Por eso decidí tirarme al suelo,
para que se viera lo que me estaban haciendo.
¿Cómo fue el trato policial una vez que se produjo la detención?
El trato en la comisaría fue totalmente distinto. A mí me llevaron en
la furgoneta policías nacionales que no eran de la UIP. El ambiente era
relajado, y me dieron incluso el típico sermoncillo preguntándome por
qué me metía en esos jaleos.
Una vez en prisión, mi situación también fue bastante bueno, en ese
punto no tengo queja ninguna. Vinieron tres o cuatro funcionarios,
familiares de amigos míos, a verme a mi módulo, así que he sido bien
tratado. Eso sí, estar allí te deja un mal sabor de boca, sobre todo al
conocer a otros reclusos, que a lo mejor están condenados tres años por
robar algo sin mucha importancia. En ese momento piensas en ciertos
personajes de nuestro país que sí deberían estar entre rejas.
A la semana, cinco días antes de lo previsto, te sacan de la
cárcel. Para meterte allí, el juez habían alegado que podías reincidir.
¿Por qué cambia de criterio y, de pronto, decide que no hay peligro?
Por la torpeza de la Policía y del propio juez. En un primer momento
cambiaron la declaración que le presentaron los agentes. Esperaron a que
llegara el jefe del operativo para que él mismo construyera una
declaración en base a lo que les convenía. Llegué a escuchar, incluso,
la palabra escarmiento.
Me metieron en prisión provisional por dos motivos: por peligro de
reincidencia y por antecedentes. El primero era absurdo, y alegar el
segundo era sencillamente anticonstitucional. Ya hacía más de cinco años
que se habían extinguido dichos antecedentes. Nada tenían que ver con
esto. Por eso, ante los recursos que interpone mi abogado, el juez
decide sacarme de la cárcel tras una semana. Supongo que también ayudó
la movilización que hubo detrás, que contribuyó a destapar el montaje
que querían hacer con mi caso.
Mi abogado me contó que estuvieron a punto de revocar la orden, pero
supongo que es difícil. Es muy raro que un juez admita que se le ha ido
de las manos. Mi abogado presentó los recursos, el fiscal los aceptó y
modificó la petición. Mantuvo, sin embargo, la de dos años de cárcel o
multa. Que el fiscal modifique una petición que era firme también dice
mucho, fue un “a ver si cuela”.
Te acusan de atentado grave a la autoridad, de dar una patada en la “zona testicular” a un policía. ¿Es cierto?
No, por supuesto que no. La verdad es que en el forcejeo, cuando nos
empujan hacia la carretera, pudo haber golpes pero, en contra de lo que
se mantiene en la versión policial, no soy tan imbécil de lanzarme hacia
un muro de policías fornidos e intentar pegarle a uno de ellos una
patada en los huevos cuando mido, como mucho, 1,71.
Después mi abogado ha podido saber, y tenemos informes médicos que lo
atestiguan, que el agente tenía una hernia inguinal, así que es muy
posible que con el mismo esfuerzo de la carga se hiciera daño él mismo.
De hecho, simplemente pasó siete días de cura en los que estuvo
trabajando, cobrando un extra de 35 euros al día.
¿Cuál ha sido la condena que te ha puesto el juez?
El fiscal presentó un trato a última hora y me propuso, en lugar de
ir a juicio, elegir entre dos años de suspensión de condena, que sería
prácticamente una condicional, o pagar una multa de 2.500 euros. A un
chico de la CNT, también de Granada, le han caído 6.000 euros,
supuestamente por lanzamiento de botellas. A Antonio Morillo, el
estudiante detenido en el mismo piquete que yo, le han condenado a lo
mismo que a mí.
Y elegiste pagar la multa…
El juicio podía haber ido muy bien o muy mal y la condicional era
peligrosa, porque cualquier problema con la justicia a partir de
entonces podría tener la cárcel como consecuencia, así que elegí la
multa. Tenemos el historial médico del agente, varios vídeos sobre los
hechos pero, como mucho, podría haber acabado en una multa menor y, si
hubiera salido mal, en condicional. No me he querido arriesgar.
Sois estudiantes y por ello, presumiblemente, sin demasiados recursos económicos. ¿Cómo vais a hacer frente al pago?
Tanto a Morillo como a mí nos preguntó el juez que si teníamos medios
para pagar. Les dijimos que, siendo estudiantes y tal como está el
panorama en este país, no los tenemos, así que nos propuso amablemente
pagar 400 euros cada mes durante seis.
Yo con mi beca hago lo que puedo para mandar algo a mi familia, y luego
si puedo busco algún currillo. Mi padre es minusválido y mi madre tiene
que cuidarlo. Ahora están cobrando menos ayudas con los recortes en
dependencia. Así que esto me ha venido en el peor momento, justo antes
de terminar la carrera, con vistas de que se me termine la beca.
Para pagar las multas, Morillo y yo estamos organizando fiestas. Ayer
hicimos la primera y se recaudó bastante. Conseguimos amortizarlo todo y
ha sido un éxito dentro de lo que cabe. El próximo día 13 tenemos
barriles, y los sindicatos nos han dicho que pueden traer a Paco Ibañez
para que dé un concierto. También queremos intentar que nos adelanten,
si pueden, algún plazo de la multa.
¿Cuál ha sido el apoyo de los colectivos sociales en Granada?
Bastante bueno, lo viví como algo bastante fuerte, tanto por la parte
sindical como por la parte estudiantil. Los mismos estudiantes de mi
facultad se movilizaron, recogiendo firmas, y mis profesores dedicaron
algunos minutos de sus clases para hablar del tema. No habia visto una
implicación asi tan grande nunca.
¿Esta situación te ha quitado fuerzas para seguir luchando?
Para nada. Al contrario, me reafirma en mi posición. El Estado está
buscando precisamente disuadir a los movimientos juveniles. Si te fijas,
en toda españa se ha arrestado injustamente a estudiantes.
Sindicalistas también, pero sobre todo gente relacionada con el
movimiento estudiantil, debido a que hay cada vez mayor implicación de
éste contra los recortes.
Están intentando acojonar a los estudiantes, que no tienen medios
económicos, y además amenazarlos con prisión preventiva. A mí me todo
esto que me ha pasado me crea aún mayor repulsa hacia los gobiernos y
hacia este sistema, hacia todo este entramado político, financiero y
policial. Lo que pretenden es mantenernos en casa y no lo van a
conseguir.
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