
La chispa de
la resistencia la iniciaron al principio del verano del año pasado
los compañeros mineros. En todo el estado la simpatía prendió
masivamente a raíz de la muy digna y enorme huelga sostenida durante
más de un mes de las cuencas de Asturias. La brutal represión
ejercida, entrando a balazos en las casas de los pueblos y deteniendo
arbitrariamente a familias, espoleó una solidaridad que superó
todas las expectativas imaginables. El recibimiento de la marcha a
Madrid fue histórico.
Con el mismo
impulso desbordante dio a luz la Marea Blanca, enorme bandera de
dignidad de la sanidad pública madrileña, en pie de guerra desde
hace casi un año. En Noviembre y Diciembre de 2012 médicos,
enfermeros, técnicos y no sanitarios convocaron varios paros
generales contra la privatización de 6 hospitales. Se realizaron
encierros en veinte centros, empezando por La Princesa, y fue crucial
el apoyo de los usuarios en las sucesivas manifestaciones.
La inacción
del corporativismo de los sindicatos sanitarios fue fácilmente
superada por las intensas movilizaciones y hasta se recabó la
solidaridad de otras luchas en el sector sanitario del resto del
estado, como el de los MIR andaluces, cuya semana de huelga coincidió
en el tiempo. Desgraciadamente no se logró dar el salto cualitativo
para la convocatoria de una huelga sanitaria estatal.
Ni en el
caso de los mineros, a pesar de que se hacía más difícil, ni en
éste la izquierda social pudimos o llegamos a tiempo para estar en
condiciones de influir en el rumbo de la lucha y la agenda de
movilizaciones. Cuando un inminente ataque al sistema público de
pensiones, herido de muerte con la reforma pactada con Zapatero,
vuelve a azuzar la necesidad de levantar un plan de lucha sostenido
desde abajo, el maremoto verde de la enseñanza es una ilusionante
bocanada de aire combativo.
La
experiencia de la huelga indefinida de Baleares: una lección de
dignidad
Días antes
de que comenzara un difícil curso escolar mermado por los graves
recortes en las islas, campeonas de la austeridad, entre otros
sectores, en el de las ayudas a la dependencia, asambleas de
docentes, coordinadas en todo el archipiélago de manera horizontal
junto a padres, madres y estudiantes, han conseguido que las clases
no vean sus puertas abiertas en los 300 centros de las Baleares
convocando una inédita huelga indefinida que ya cumple las dos
semanas.
Los
profesores pitiusos se enfrentan con esta decidida y audaz
movilización a la agenda educativa de tijeras afiladas, con recortes
salariales y en becas de transporte y comedor, del gobierno de Bauzá
y su modelo trilingüe (TIL) que resta peso al catalán. Asimismo, el
ejecutivo balear del PP ha sido el primero en prohibir llevar puesta
la “camiseta verde”, lo que se añade a una ley de símbolos que
impide exhibir banderas.
La
complicidad de las familias ha sido clave: la federación de padres y
madres apoya la huelga y contribuye a su impacto a pesar de las
amenazas de intentar sancionarlos por absentismo de sus hijos.
Indudablemente otro éxito de las asambleas de docentes, nacidas
desde abajo, ha sido lograr arrastrar a los sindicatos STEI, CCOO y
UGT a la huelga indefinida, algo sin precedentes, como a que ANPE, de
derechas, se adhiera y la escuela católica se muestre comprensiva.
Esta marea balear también ha mojado a la universidad, donde los
rectores han mostrado su apoyo.
La valiente
huelga indefinida de los compañeros docentes de Baleares constituye
una oportunidad única, a la vista de los resultados, que basculan
entre el 95% de la primera semana y el 70% del séptimo día, de las
que desgraciadamente no habrá muchas, para tensionar al máximo
nivel las movilizaciones de profesores y estudiantes que se retoman
este trimestre contra las políticas neoliberales que plantea el
gobierno a través de su ministro Wert.
Tumbar
los ataques a la educación: de Baleares a la huelga del 24 de
Octubre
Este
conflicto posee la suficiente capacidad para generar solidaridades de
toda la comunidad educativa a nivel estatal. El objetivo debe ser que
la huelga en enseñanza del próximo 24 de Octubre sea un éxito y
suponga un punto de no retorno. Tumbar la LOMCE puede ser un fin
ambicioso aunque no imposible, pero derribar a un ministro
amortizado, que se mofa de las lenguas nacionales, insulta a
profesores y estudiantes y hace ostentosa gala de su incapacidad debe
convertirse en el regalo de esta Navidad.
Precisamente
es en el sector de la enseñanza y el ámbito estudiantil donde
Izquierda Anticapitalista está mejor implantada y donde, conociendo
nuestra limitada influencia, tenemos algo que decir a una audiencia
que es mayor. No hace falta recordar las potencialidades de la
juventud en las etapas media y universitaria, como tampoco el
carácter poco movilizado y cada vez más acomodado del profesorado.
Con todo
esto, debemos aprovechar el momento de respuesta de toda la comunidad
educativa, en los niveles estatal y autonómico, para intensificar
este amplio rechazo y revertir los ataques a la educación pública,
laica, de calidad y respetuosa con la realidad plurilingüe del
estado español allí donde nos encontremos. En aquellos sitios en
que reine el aparente mar en calma de los inevitables recortes habrá
que ser capaces de hacer soplar los vientos del descontento y agitar
la marea verde.
Los docentes
y militantes que participamos activamente en Marea Verde-Andalucía
envidiamos la ofensiva de los compañeros de las islas y creemos que
su huelga es un ejemplo que no hay que pasar por alto ni
desaprovechar. Nuestra movilización el curso pasado ha obligado a la
consejería a nuevas aunque insuficientes contrataciones. En una
comunidad con más alumnos en las aulas pero con 4500 profesores
menos y tasas universitarias aumentadas, la urgente respuesta
solidaria no podía hacerse esperar.
Del último
y cuarto encuentro andaluz del movimiento, en el que participaron
también nuestros estudiantes organizados en el sindicato BASE, salió
aprobada una resolución de apoyo, concentraciones en las principales
ciudades y la creación de una caja de resistencia. Este importante
gesto suponer asumir la huelga como herramienta básica de lucha y
permite una mayor coordinación regional de las diferentes mareas
verdes.
El maremoto
balear que tenemos como ejemplo nos señala que la propia
organización desde abajo y la toma de conciencia por medio de la
experiencia en la lucha son un valor añadido que provoca chispazos
imprevisibles y decisivos, el ariete para ensanchar las grietas del
muro en el que se cobijan quienes nos hacen pagar la crisis. Debemos
convertir la Marea Verde balear de Septiembre y del 24 de Octubre en
un tsunami.
No podemos
dejar que se cierren estas brechas sin abrir zanjas en ellas. Tanto
aquí como en los estallidos abiertos antes mencionados, la
perspectiva a defender como organización es la de tejer y unificar
las luchas que marquen el paso, trillar el terreno para disponer de
influencia con el fin de orientarlas en un sentido de ruptura.
Los
profesores de las islas nos señalan una vez más el camino: la lucha
sostenida mueve las solidaridades de los de abajo y bloquea el poder
de los de arriba.
Tomás
Martínez, militante de Izquierda Anticapitalista-Granada y Marea
Verde
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