El actor recupera Autorretrato de
un joven capitalista español en el teatro Alfil de Madrid y prepara
para diciembre un cambio de la también madrileña sala Triángulo para
transformarla en el Teatro del Barrio, su contribución artística a los
movimientos sociales que claman por el cambio de sistema.
PAULA CORROTO
Hace unos meses, el actor Alberto San Juan (Madrid, 1968) se
encontraba sin trabajo y lleno de deudas. Atrás había quedado la época
de las películas, los premios y las obras de teatro con Animalario.
También la entrada del dinero y los viajes. Y todo esto, que como él
dice “sucedió en cinco minutos”, decidió contarlo en el texto teatral
Autorretrato de un joven capitalista español, estrenado en la sala
Triángulo y que ahora se puede ver todos los miércoles en el teatro
Alfil de Madrid. Un monólogo de más de hora y media en el que San Juan
intenta explicar su desastre personal –y el de otros tantos ciudadanos- a
partir del relato mítico de la Transición y la posterior Democracia.
Pero no es su único proyecto ligado a la situación actual. A partir de
diciembre se hará cargo de la sala Triángulo para transformarla en el
Teatro del Barrio, donde habrá propuestas lúdicas que reflexionen sobre
los movimientos sociales y lo que está ocurriendo. Es, cómo él sostiene
en esta entrevista, su “humilde” contribución a un movimiento social
cada vez más extendido que clama por un cambio del sistema.
¿Cómo nace ‘Autorretrato de un joven capitalista español’?
De una doble necesidad. Una, la económica. No tenía trabajo y tenía
que inventármelo. Y otra, la necesidad de hablar en mi trabajo de lo que
está ocurriendo ahora, aquí, en la comunidad en la que vivo. Yo adoro
el repertorio dramático universal, pero en este momento, por primera vez
en mi vida, no tenía ganas de hacer Otelo, ni Esperando a Godot ni Tío
Vania, que son tres obras que me fascinaría hacer. Necesitaba hacer algo
sobre lo que está pasando. Yo no creo que [con esta obra] esté
haciendo nada especial, sino que con mi trabajo contribuyo humildemente
al movimiento ciudadano que cada día está más articulado y está más
extendido por un cambio social.
La obra está marcada por la sensación de fraude en toda una
generación que estudió, que creía en un futuro, que creyó tenerlo y que
ahora se encuentra con la nada.
Era mentira. Hemos sido engañados. Los principales engaños fueron que
vivíamos en una democracia donde colectivamente decidíamos cómo
funciona esta sociedad y que era la sociedad del Bienestar. Era mentira.
Y no porque haya llegado un tsunami y haya destruido las
infraestructuras, sino porque el desmantelamiento del Bienestar estaba
planificado. La crisis del sistema financiero era previsible y
simplemente se ha dejado que suceda para que se desarrolle esta etapa
del capitalismo que consiste ya en la guerra abierta contra el ser
humano.
¿La culpa es nuestra por habérnoslo creído? Tú mismo dices en
la obra que hubo un tiempo en el que compraste una casa, dos coches,
viajes maravillosos a Europa todos los fines de semana…
Todos tenemos una parte de responsabilidad. Cuando vives con los ojos
cerrados, como me pasaba a mí, te los han cerrado, pero tú no los
abres, así que evidentemente tenemos una responsabilidad. Ahora, no es
la misma responsabilidad la que tiene mi madre como la que tiene el
señor Botín. Yo creo que no habría tiranos si no hubiera esclavos, pero
no tienen la misma responsabilidad ni mucho menos.
En la obra hay un ajuste de cuentas con la Transición.
Yo he crecido con un relato mítico de mi país. Un relato mítico
fundacional. Desde pequeño se me ha contado que esta es una sociedad
democrática que comienza en 1975 gracias a la generosidad y la
inteligencia de los padres de la patria, héroes fundadores gracias a los
cuales, como decía Baltasar Garzón hace unos días, se hizo la paz, la
democracia y la prosperidad. Y que fue una Transición modélica,
exportable, hecha por seres superiores, por las elites de referencia,
como dice Felipe González. Y me he dado cuenta de que esas élites eran
poco más que una mafia que, diciendo servir al conjunto de los intereses
de los ciudadanos, servía a los intereses privados de unos pocos, de
los mayores poderes económicos. Fue una absoluta estafa. El cuento con
el que me han dormido en la infancia y en la juventud era mentira y
resultó ser una pesadilla.
¿Si no hubiera habido crisis económica, estas altísimas
cifras de paro etc, si continuaras viviendo bien, seguirías creyéndote
este cuento? Porque lo cierto es que hasta hace cinco años apenas se
criticaba a la Transición.
La autoconciencia ha despertado en los últimos cinco años, desde
luego. En las librerías especializadas había libros que lo contaban
desde siempre, pero, ¿quiénes los leían? Cuatro. Y esos cuatro lo
contaban y la gente se descojonaba. Ha habido esta crisis como la hubo
en los setenta y en 1929. Pero desde los años setenta ha habido muchas
crisis lo que ocurre es que esta es más fuerte. Pero entra en la lógica
del capitalismo. Las bases del supuesto estado social español eran tan
débiles que estaban condenadas, preparadas para ser rotas. Acabamos de
comprar una vacuna para él [y señala a su hijo Máximo, de dos meses] que
la Comunidad de Madrid dice que es obligatoria. Cuando ella [y señala a
su chica] tuvo su anterior hijo, que tiene cuatro años, era gratuita, y
ahora vale 76 euros. Son tres dosis. Y hay mucha gente que no puede
pagarlo. ¿Qué hace? No vacunar a un niño de dos meses porque no puede
pagarlo. Eso es terrible.
¿Eso es lo que diferencia a esta crisis de las que hemos
tenido anteriormente, como la de los noventa, después de los JJOO y la
Expo? ¿Es una crisis que dispara al estómago de una generación que hasta
ahora siempre lo ha tenido lleno?
Esta crisis es especial por su extensión y afecta a mucha más gente.
Para un sector de la población esta crisis es lo de siempre: miseria,
sólo que más, porque ahora hay menos cobertura social. Y sí, yo creo que
tiene mucho que ver con eso que dices de nuestra generación. Para mi
padre, el hecho de que no hubiera dictadura formal es fundamental y para
él, criticar la Transición es muy duro. Yo no comparo lo que hay con
una dictadura sino con lo que creo que debería ser una democracia. Por
tanto, para mí es absolutamente, no solo cuestionable, sino de obligado
cambio este sistema. Entiendo que quien ha vivido la dictadura me diga,
“mira, no compares, una cosa era Franco y otra cosa esta”.
Y que puedas salir al teatro y hacer esta obra, que no te va a pasar nada.
Sí, pero ¿existe algún canal de televisión que diga eso?
¿Cuál es la capacidad de difusión de otras ideas? Los canales masivos de
información están absolutamente bajo control con lo cual, la libertad
de expresión es muy relativa.
Te comentaba lo de la generación porque en el monólogo
afirmas que mientras la generación que era joven en los setenta
“ascendió” de clase, sus hijos la han bajado: las casas son más
pequeñas, ganan menos, no tienen coches…
Hemos vuelto a nuestro lugar natural, sí. Para los padres debe ser
súper triste. Mi padre cuando visitaba nuestras casas se ponía triste.
Pero en vez de pensar en qué sociedad vivíamos, decía, “qué hemos hecho
mal”. Nuestros padres han tenido que dar dinero a todos, a sus padres, a
nosotros. Es la gente que está sosteniendo a gran parte de la sociedad
cuando debería estar disfrutando de su jubilación y ahorros.
Aun así los sondeos no reflejan una gran caída en votos para el PP o incluso el PSOE.
El discurso del Gobierno es de amenaza porque dicen, “esto es malo”,
pero la alternativa es el fin del mundo. Y entonces… Yo creo que ahora
ha habido una toma de conciencia por la cual la mayoría de la sociedad
piensa que este sistema no vale, pero todavía es minoritaria la idea de
que hay otros sistemas posibles y de que es posible organizar desde la
base social otro sistema. Eso la gente todavía no se lo cree.
En la obra criticas por igual al PP y al PSOE, ¿crees que son lo mismo?
No, no son iguales. El PP es el heredero directo del franquismo en
mucho casos por vía familiar y en otros no. Y hacen una política
coherente con su tradición, que es la de privilegiar a las clases más
poderosas económicamente, lo que pasa es que partir de la Transición lo
revisten de un discurso democrático. EL PSOE ha hecho una política de
fondo estructural social y económica muy parecida, es decir,
capitalista, y por tanto, que privilegia a los mismos sectores poderosos
a través de dejar puertas abiertas para ir desmantelando los mismos
sistemas sociales que ellos han contribuido a crear. Pero luego el PSOE
tiene una responsabilidad específica y es ocupar nominalmente el espacio
de la izquierda para hacer una política que no era de izquierdas. Y eso
es muy grave. Aquella frase de Eduardo Haro Tecglen sobre que Felipe
González había dinamitado la posibilidad de la izquierda en este país,
es muy acertada. Y luego, creo que el PCE tiene una parte muy importante
de responsabilidad. Yo he votado siempre a Izquierda Unida, pero creo
que no puedo volver a votar a IU mientras IU no se aclare hasta qué
punto está dentro o fuera de este sistema. Creo que IU tiene que iniciar
algún camino de rebelión o transgresión porque si no lo que va a
conseguir es tener 30 diputados en el parlamento y eso no sirve para
nada. Creo que el PCE también ha contribuido a que este sistema sea lo
que es. Los militantes comunistas se han dejado la vida, pero la
dirección del PCE ha colaborado en que esto sea lo que es. Y si en IU
siguen ocupando puestos de responsabilidad gente corrupta como Morales
Santín, que era el viceconsejero de Cajamadrid, eso no puede ser. IU
tiene que sumarse al movimiento ciudadano para crear otro mundo.
Lo que dices es lo que mucha gente piensa de los grandes
partidos y que ahora se encuentra ante la tesitura de a quién votar, un
pensamiento que lleva directo hacia la abstención.
Ahora mismo hay gente como Izquierda Anticapitalista o en Cataluña la
CUP, que creo que son distintos, pero tiene que surgir una alternativa
electoral, donde las listas sean abiertas, el funcionamiento interno sea
democrático, los cabezas de lista sean elegidos por la bases… Un camino
es lo que han impulsado en Cataluña Arcadi Olivares, Teresa Forcadas y
Ester Vivas, que es el Proceso Constituyente, un proceso democrático,
desde abajo, y que lleva su ritmo. Tiene que surgir una nueva
Constitución hecha, no por los padres, sino por aquellos a los que
consideraban hijos. Tiene que haber un debate social sobre cómo queremos
que sean las leyes fundamentales.
También se apunta que puede estar habiendo una cierta
radicalización de los movimientos sociales con manifestaciones como la
pasada ‘Jaque al rey’. ¿Estás de acuerdo con esto?
Para mí ser radical es imprescindible hoy en día. No vale una
reforma, es necesaria una ruptura. Igual que en la Transición donde se
hizo una reforma y no valía. No se puede reformar el fascismo, no se
puede reformar el capitalismo. Hay que romper con ello para crear otra
cosa.
¿Y el peligro del populismo?
Puede surgir, y de hecho hay señales de agitación fascista y neonazi.
Y no se trata con el mismo rigor a quienes desde el poder se les tacha
de radicales de derechas o radicales de izquierdas. La dureza con la que
se ha tratado al mundo abertzale es una cosa; la suavidad con la que se
trata al mundo de extrema derecha e incluso neonazi, es muy distinta.
¿Has tenido problemas con esta obra?
No. Siempre he pensado que algún día saltaría un militante del PP o
del PSOE al escenario, pero no. Sí he hablado con mucha gente, sobre
todo antiguos militantes del PCE que han ido a verla. Pero no, no he
tenido problemas, aunque es cierto que hace mucho tiempo que no tengo
trabajo. Estuve haciendo una telenovela [Gran Reserva] a base de llamar
yo a muchos directores de casting, productoras… Y sí he tenido
discusiones con gente del mundo del cine, sobre todo en el sector de la
producción, que dicen que los posicionamientos políticos públicos por
parte de algunos compañeros sí han hecho mucho daño al cine español. Y
de hecho, en los últimos Goya se desató toda una discusión al respecto.
¿Crees que hay algún tipo de venganza por parte del Gobierno hacia el sector del cine?
Creo que hay una guerra del poder contra el pueblo. Nunca ha habido
una guerra contra la pobreza, pero hoy hay una guerra contra el pobre. Y
evidentemente, igual que privatizan ahora el teatro Fernán-Gómez, quizá
lo hagan con el Price y después con el Matadero… ¿Por qué van a
respetar las infraestructuras públicas culturales si no respetan las
sanitarias? Que dentro de eso le metan una caña especial al mundo del
cine como han hecho con los presupuestos, quizá haya en ello algo de
venganza, pero es en medio de tal ataque que no me llama la atención.
Han dejado al cine al borde de la desaparición. Y un país sin cultura y
sin educación está condenado al esclavismo. En cualquier otro país,
Javier Bardem sería tratado de la hostia [sic] y aquí lo ponen a parir
porque expresa su desacuerdo con la política del Gobierno, como es su
derecho legítimo. Sí, creo que la gente del cine le toca los huevos [al
Gobierno].
Y, sin embargo, en estos presupuestos se ha insuflado más dinero al teatro. ¿Es una victoria de las gentes del teatro?
No lo sé. Quizá hay grandes productoras comerciales que hacen su
labor de diálogo con las administraciones. Pero estamos en una situación
en la que muchas compañías de teatro independiente han cerrado, también
han cerrado salas péquelas, aunque otras hayan abierto porque hay una
necesidad de contestar al saqueo. La crisis afecta al ámbito teatral
como a todos, y está muy difícil. Todos los sueldos han bajado, se
trabaja por mucho menos… Y eso no es tanto problema con los sueldos de
los protagonistas, pero sí de los secundarios.
¿Y se tiene pensado hacer algo desde el gremio?
Desde el sindicato de la Unión de Actores de Madrid se está
intentando crear una plataforma que reúna a todos los artistas escénicos
de España, actores, bailarines etc, y técnicos. Una confederación
sindical del espectáculo con representación sindical porque ahora los
convenios del teatro y el cine los negocian CCOO y UGT. Hay un intento
de crear una marea de la cultura, y la gente se está moviendo. En mi
caso voy a abrir un teatro en Lavapiés donde estaba la sala Triángulo.
Se va a llamar Teatro del Barrio y va a ser un proyecto que consiste en
sumarse a este movimiento ciudadano para promover un cambio desde el
teatro. Será un teatro con una programación que hable de lo que está
pasando aquí y ahora. Y haciéndolo desde la alegría y el humor.
Rechazamos la solemnidad y la amargura y la tristeza y la depresión,
porque son una victoria del sistema. Un individuo en depresión ha sido
conquistado por el sistema. Por eso reivindicamos la alegría y la
fiesta. No olvidarnos que la vida puede ser en gran parte una fiesta.
Habrá también un curso de enero a diciembre de Historia Contemporánea de
España. Están colaborando Emilio Silva,Juan Carlos Monedero, Ariel
Jerez, que es el vicedecano de Políticas de la Complutense, y Pablo
Sánchez León, que es otro historiador. Va a ser contar la Historia de
España desde la II República hasta hoy para tratar de contrastar el
relato dominante sobre la II República, el franquismo, la Transición y
la Democracia posterior.
Ahora que nombras esta unión sindical, con respecto a los sindicatos actuales, ¿crees que ya no sirven?
Los actuales no. Las centrales sindicales deberían romper con el
sistema. Si IU o los sindicatos quieren defender a la clase trabajadora,
tienen que posicionarse desde la clase trabajadora frente a un poder
que está sirviendo a los mayores capitales. Los sindicatos, CCOO y UGT,
están a medio camino, y lo están desde la Transición. Están a todo, con
los trabajadores y con la CEOE. Y han firmado muchas reformas laborales.
Y cuando se les dice, “montad una huelga general potente”, te dicen que
no tienen fuerza. Y, ¿por qué no la tienen? Porque no se cree en ellos.
La Patronal quiere la destrucción de los sindicatos, y si desde el
poder se les ha dejado espacio no es para que se desarrollen sino para
que disminuyan hasta desaparecer. Tienen que aclararse, ¿seguir en el
sistema o arriesgarse? Ahora bien, creo que una organización sindical es
absolutamente necesaria.
Otro lema que está en la calle: ¿todos los políticos son malos, son corruptos?
No, no diría eso en ningún caso. Malo es una palabra que no
utilizaría porque una cosa es que una persona haga el mal, pero los
malos solo existen en los cuentos. Pero sí hay personas que hacen el
bien y otras que hacen el mal. Yo creo que políticos somos todos,
incluso los que dicen que pasan de política. Pero los profesionales para
mí es un gremio muy dudoso. Para mí la política la tendrían que hacer
los ciudadanos, arquitectos, ingenieros, albañiles, pescaderos… No
entiendo la profesión de político. El ingeniero que deje la ingeniería
para dedicarse a la política, mientras lo haga tiene que ganar un sueldo
por ello, un sueldo digno, sin ningún privilegio. Pero creo que las
administraciones actuales están secuestradas por el poder económico. Y
la clase política profesional son los funcionarios de ese secuestro.
¿Te gustaría que fuera a verte al teatro Ana Botella?
Me da un poco igual. Me gustaría charlar con ella, pero como estudio
antropológico. Viene gente que me interesa mucho. Gente del mundo
académico, periodístico o político. Y creo absolutamente en diálogo como
forma resolver las cosas. Pero para mí el ejemplo de acción es la PAH
porque llevan la acción al extremo de la transgresión. Están planteando
que las leyes son injustas y que hay que desobedecerlas, y lo hacen
desde el pacifismo. Cuando ocupan una sede no pegan a nadie, les pegan a
ellos en todo caso. Y donde no hay una sola Ada Colau sino cientos. Son
gente que no repiten un discurso de libro sino que hablan de lo que les
pasa y lo que necesitan. Y lo que necesita uno es lo que necesitamos
todos.
Esta apertura de nuevas salas, el movimiento ciudadano…
Recuerda un poco a lo que hemos leído sobre lo que ocurría en los
setenta.
La efervescencia de los años setenta es brutal y se acabó con la
llegada de PSOE al poder. Hay una relación entre la España de la II
República, la Transición y ahora. Un contexto de crisis económica
fuerte, una deslegitimización de la clase política, y una efervescencia
social diciendo a ver cómo vivimos. La II República terminó a sangre y
fuego, la Transición se disolvió porque se traicionó en la izquierda, y
ahora vamos a ver qué pasa. La llegada del PSOE al poder hizo
desaparecer la cultura crítica. Esto ya lo dice Sánchez Ferlosio de
finales de los ochenta. El PSOE atrajo a una serie de intelectuales a su
órbita de influencia anulando su capacidad crítica y colmándolos de
parabienes, y a los que no anuló su capacidad crítica los marginó, como
por ejemplo Javier Krahe.
¿Añoras la época de Animalario, los premios, los aplausos?
Añoro Animalario. Muchísimo. Animalario ha tenido dos etapas. En la
primera todo lo hacíamos sin un duro y no cobrábamos casi nunca. Y
éramos felices. En la segunda etapa nos alegrábamos mucho que nos dieran
premios y nos llamaran del CDN o del Festival de Mérida. Pero sabíamos
que hoy eran unos y mañana serían otros. Era algo caprichoso. Lo que
añoro es Animalario, a las personas, a Andrés Lima, Willy Toledo,
Roberto Álamo… Pero ya volveremos a trabajar juntos.
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