lunes, 26 de noviembre de 2012

14 de noviembre: algo nuevo a escala europea. Nuestra Europa, la de los trabajadores y las luchas.

Crónicas del 14-N en Bélgica, Italia, Grecia, Estado español y Portugal

¡No todos los días las organizaciones sindicales lanzan una acción coordinada en 29 países! Lo que es llamativo, es el muy desigual nivel de movilización. Igual que las formas de lucha: huelgas (4 horas en Italia convocadas por la CGIL), 24 horas en España, en Grecia y en Portugal, manifestaciones, acciones simbólicas masivas, etc.

También desde el punto de vista geográfico: en el Sur, en países que salen de varios movimientos sucesivos de huelga, convocatorias nacionales seguidas masivamente mientras en otras partes es mucho más variado, como en Bélgica o Francia... e incluso barricadas en Vigo (estado español). Nuestro país (Bélgica) ha sido un ejemplo flagrante de esta desigualdad, con huelgas y acciones bien seguidas en Valonia y una calma casi plana en Flandes.

A pesar de todo, esta jornada de acción europea ha puesto en evidencia el hartazgo generalizado en Europa contra las políticas de austeridad. Poco a poco está emergiendo una conciencia de lo que está en juego. “Huelga general. Nos dejan sin futuro” afirmaba una banderola cerrando la entrada de la fábrica de Volkswagen en Pamplona, en el norte de España. En esos momentos, en Forest, Audi hacía huelga. “Estamos en huelga contra la reforma laboral, contra los recortes presupuestarios en todo, en la educación, en la justicia, las subidas de impuestos. Pues estamos perdiendo todo lo que se había obtenido gracias a mucho trabajo y a muchos esfuerzos” resumía una huelguista cerca de la estación de Atocha en Madrid. Y al tema de la huelga general, añadía, “hay culpables, hay soluciones”. Símbolo internacionalista, 1500 trabajadores de la provincia de Hainaut de Bélgica han ido a manifestarse a Lille, con los sindicalistas franceses.

Corresponsal de la LCR (Bélgica)

Italia: la juventud sale a la calle. 
Italia hasta ahora había permanecido al margen de las movilizaciones, bloqueada por la crisis del sistema político producida por el hundimiento del berlusconismo y por la espera inquieta de las medidas del gobierno Monti. El 14 de noviembre la paz social parecía haberse roto. Centenares de miles de personas, sobre todo jóvenes y muy jóvenes estudiantes de enseñanza media se han servido (a pesar de la moderación de las reivindicaciones) de la huelga general convocada por el sindicato CGIL para ocupar la calle y, un poco en toda Italia, para enfrentarse a la policía que ha sido desplegada para defender los edificios oficiales. En Roma, en Milán, en Turín, en Padua y luego en muchas ciudades más pequeñas, decenas de miles de estudiantes y de trabajadores se han manifestado contra el gobierno Monti. Si la preocupación de la Troika ha sido hasta ahora evitar el contagio monetario entre los diferentes países, el miércoles ha habido claramente un contagio social.

¡50.000 en Roma!
La manifestación más dinámica y más importante ha sido la de Roma, donde desde hace ya semanas los institutos han sido ocupados por estudiantes y enseñantes, por primera vez juntos, contra la reducción de los gastos en la escuela pública. Roma ha sido literalmente invadida por decenas de miles de estudiantes que se han manifestado desde la mañana en todos los barrios. Salieron de los institutos y de la universidad para encontrarse hacia mediodía en un único cortejo de al menos 50.000 personas que, desde le centro de la ciudad ha intentado llegar (como había sido anunciado desde hacía días) hasta el Parlamento donde se discutían los presupuestos, al estilo griego, dictados por la Troika.

Represión feroz
Pero el poder de la movilización y el nivel de cólera expresada en la calle por las nuevas generaciones comienzan a asustar al gobierno “técnico” de los banqueros, que ha respondido con una represión feroz cargando contra el cortejo con camiones blindados, dispersándole y lanzándose a una verdadera caza al hombre a base de porrazos. Ha habido detenciones de muchachos y muchachas muy jóvenes.
Por el momento, el único resultado ha sido la multiplicación de las ocupaciones de institutos y de universidades y la preparación de nuevas manifestaciones ya para la semana que viene. Desde las jornadas de Génova en 2001 no se había asistido en Italia a una represión tan violenta contra una movilización de masas. El gobierno Monti comienza a temer la revuelta social... ¡Esperemos que ese temor esté fundado!

Flavia d´Angeli (Sinistra Critica)

Grecia: dos semanas de grandes movilizaciones
Estas dos últimas semanas, los trabajadores y trabajadoras y los jóvenes han intensificado sus movilizaciones en un contexto cada vez más insoportable de miseria y de represión. Manifestaciones, huelgas, ocupaciones: si la “troika interna” de los tres partidos del gobierno ha logrado imponer las órdenes de la troika del FMI, del Banco y de la Comisión Europea, la resistencia sobre el terreno sigue siendo fuerte, a pesar de la falta de salidas políticas.

Huelga nacional de 48 horas contra las nuevas medidas
No vamos a analizar aquí los nuevos recortes impuestos, ni el simulacro de rechazo que algunos diputados del PASOK o de DIMAR (centro izquierda aliados a la derecha del primer ministro Samaras) han escenificado. El 7 de noviembre, los 100.000 manifestantes reunidos alrededor del Parlamento, aunque fueran expulsados por un impresionante dispositivo policial, han mostrado la potencia de la calle. Esas medidas han sido adoptadas, además, por solo 3 votos de mayoría, y el PASOK ha debido expulsar a 6 diputados, entre ellos un antiguo secretario general.

La debilidad del gobierno es extraordinaria, su ilegitimidad aún más, y la carta que aparentemente intenta jugar Samaras, al que nadie cree cuando explica que son las últimas medidas de austeridad, es marchar resueltamente hacia la derecha, provocando en el terreno del racismo. Acaba de lanzar una bomba, anulando las medidas que permitían conceder menos difícilmente la nacionalidad griega. Tanto como decir que es un SOS en dirección de los nazis de Chryssi Avgi (Amanecer Dorado) y el ministro de los policías está a la cabeza de esta política racista, con redadas contra los inmigrantes a las que se atreve a calificar como operaciones “Zeus hospitalario”.

Manifestaciones menos grandes, movilizaciones in crescendo
Luego, el domingo 11 de noviembre, hubo poca gente contra la votación del presupuesto, adoptado incluso con los votos de los excluidos del PASOK. No se puede mostrar mejor que no hay nada que esperar ya de los electos que quedan o de los recién excluidos del PASOK, y si una izquierda verdadera debe dirigirse a los centenares de miles de ex o aún electores populares del PASOK, ¡está claro que una alternativa de izquierdas no tiene nada que esperar de esos electos!

Para el 14 de noviembre no se podía esperar una gran movilización debido a la convocatoria de la burocracia sindical europea y del coste para cada asalariado de 48 horas de huelga general (y así la confederación GSEE había llamado a una huelga de 3 horas). Ciertamente la manifestación no era ridícula en este contexto, con cerca de 10.000 personas. Pero no deja de ser una ocasión perdida de ligarse a las movilizaciones de los trabajadores de toda Europa, y de luchar así contra un nacionalismo que en última instancia influye en las luchas... pero también en las orientaciones políticas en la izquierda, sobre los temas de la salida de Europa o de construcción de otra Europa social y política.

En fin, el sábado 17 de noviembre tenían lugar las manifestaciones de conmemoración de la masacre de los estudiantes de la Politécnica por la junta militar en 1973. Tras las provocaciones de los nazis que decían que no había habido entonces ningún muerto, los cortejos tenían claramente un fuerte contenido antifascista, y deberían tener lugar el sábado próximo movilizaciones, siendo quizá el comienzo de un trabajo unitario al lado de las iniciativas demasiado aisladas como la gran manifestación motorizada de los anarquistas el 15 de noviembre.

Para cerrar provisionalmente este repaso de las luchas, hay que mencionar, entre otras movilizaciones, las de los empleados municipales, con ocupaciones de las alcaldías, contra los despidos de una primera ola de empleados municipales exigidos por la Troika y, como en Salónica, la privatización de servicios municipales para los que Alemania propone sociedades privadas. Se comprende porqué el cónsul alemán ha vuelto embadurnado de café y yogures de la sala de congresos en la que burgueses griegos y alemanes querían tranquilamente discutir de todo eso, ambiente que los trabajadores y trabajadoras fueron a alterar un poco.

A. Sartzekis

España: éxito, límites y perspectivas de la respuesta social
El elemento más interesante para estudiar el cambio de período político que vivimos no se encuentra solo en las estadísticas económicas ni en las cifras de la pobreza, del paro y de la pérdida de salario real sino que se encuentra sobre todo en la participación masiva en la protesta social contra las medidas de los diferentes gobiernos, antes con el PSOE y ahora con el PP.

La huelga ha sido un éxito y aún más las enormes manifestaciones que la han acompañado en todo el país. Manifestaciones que no habrían tenido esa amplitud si no hubiera habido convocatoria de huelga general, que sigue siendo una expresión clave del conflicto social.

Y ha sido un éxito, aunque el miedo a los despidos y el paro (con una cifra alarmante de casi 6 millones de parados) refuerza la presión patronal. A pesar también de la hostilidad y la brutalidad de la policía.

Un enorme éxito
La huelga ha sido un éxito a pesar también de la orientación de las direcciones sindicales mayoritarias incapaces de emprender un plan de lucha a largo plazo. Permanecen en su lógica de paz social, de ese falso discurso cínico de las responsabilidades compartidas en el origen de la crisis y, por consiguiente, de la lógica de los sacrificios compartidos para salir de ella. Esta desastrosa orientación ha suscitado dudas entre quienes habían participado en las dos huelgas generales precedentes. Tras la primera huelga general, las direcciones sindicales de CCOO y de la UGT firmaron una contrarreforma de las jubilaciones con el precedente gobierno PSOE, engendrando una enorme desconfianza en los sectores que habían participado en las dos huelgas generales precedentes, creando un sentimiento de indignación en ciertos sectores. Tras la segunda huelga general, el pasado 29 de marzo, no hubo ningún plan para impulsar la lucha.

Una debilidad de esta huelga es que no ha habido aún, de forma generalizada, fenómenos de autoorganización por abajo, que puedan perdurar, implicando a los sectores intermedios que participan en las movilizaciones. Eso debe ser una de las tareas de los militantes de Izquierda Anticapitalista. Si no lo hacemos, mucha gente pude desmoralizarse en esta guerra a medio plazo, pues las direcciones sindicales no nos llevan a ninguna parte.

La huelga ha paralizado de nuevo el transporte y la industria. Y ha recibido el apoyo, mesurado, pero progresivo, de pequeños comerciantes. Hemos tenido dificultades para hacer cerrar los bancos y los grandes establecimientos comerciales protegidos por la policía. El sector de los empleados públicos progresa muy lentamente en su nivel de conciencia y de organización a pesar de las “mareas” (formas de organización por abajo que han marcado los meses precedentes algunas resistencia contra los recortes presupuestarios y los despidos en el sector público).

Construir una perspectiva
Se puede también señalar la participación de la juventud, tanto en los piquetes de huelga como en las movilizaciones. Una nueva generación está politizándose lentamente, haciéndose muy visible, no solo en las movilizaciones estudiantiles, sino también convirtiéndose en el motor de todas las iniciativas, como la huelga general.

Izquierda Anticapitalista debe luchar por cambiar la orientación de las luchas. Será importante obtener éxitos para que la politización de una amplia fracción de la clase trabajadora vaya más allá del populismo, pero también y más allá del espectro electoral de la izquierda reformista (PCE, Izquierda Unida) que hoy continúa teniendo un doble discurso y una doble práctica: de un lado, una retórica contra los recortes con la participación en las movilizaciones, y del otro, la participación en gobiernos regionales que aplican políticas de austeridad, como en Andalucía.

Jesús Rodríguez (Izquierda Anticapitalista)

Portugal: una de las mayores huelgas de la historia
La semana de lucha comenzó el 12 de noviembre con la llegada de Angela Merkel. Dos manifestaciones en Lisboa -una organizada por la Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP) y la segunda por los movimientos que estuvieron en el origen de la manifestación ciudadana del 15 de septiembre- reunieron a miles de personas en protesta contra la austeridad y la dictadura de la deuda que hunde al país en la recesión.

La huelga general del 14 de noviembre ha sido convocada por la CGTP y se ha enfrentado con la negativa del secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), que firmará el acuerdo con el gobierno y los patronos. Sin embargo, algunos sindicatos de la UGT han llamado a la huelga, colocando a su secretario general en la posición ridícula de tener que justificar ante la prensa, la víspera del 14, que haría huelga, puesto que su sindicato era uno de los que la convocaban, aún estando en contra....

¡Incluso el sector privado!
Las cifras de la huelga confirman su éxito. A pesar de los descuentos salariales que les hacen perder una jornada, hubo más huelguistas que en el pasado. Los transportes y la función pública han contribuido a la parálisis de la actividad, pero el elemento nuevo es la participación del sector privado. Los astilleros de Lisnave han visto el 96% de participación, la fábrica Bosch el 90% y la central hidroeléctrica de Energias De Portugal (EDP) de Sines ha cerrado. Varias fábricas del automóvil, de la celulosa o de la metalurgia han registrado tasas superiores al 60% de huelguistas.

39 manifestaciones habían sido convocadas en el país. La de Lisboa reunió a miles de personas, sindicalistas, estudiantes y militantes de otros movimientos sociales. Terminó ante la Asamblea, donde horas más tarde, aunque después de que la CGTP hubiera desmontado la tribuna, una decena de jóvenes enmascarados, aislados del resto de los manifestantes, pasaron más de una hora lanzando piedras contra la policía, sin que esta última intentara impedírselo.

Justo antes de la conferencia de prensa de balance del dirigente de la CGTP, el ministro dió la orden a la policía de cargar violenta e indistintamente contra los miles de manifestantes, sembrando el pánico e hiriendo a decenas de personas, procediendo luego a un centenar de detenciones aleatorias por las calles. Los detenidos permanecieron horas en comisaría sin acceso a un abogado o derecho a una llamada de teléfono. La mayoría fue soltada hacia la media noche, a cambio de la firma de un atestado en blanco.

Violencias policiales
Como había que esperar, las imágenes de violencia han dominado este fin de huelga. No han logrado sin embargo apagar la extraordinaria movilización de los trabajadores en un período de grave crisis. Como prueba la participación elocuente del sector privado, las razones y la oportunidad de esta huelga se han atraído esta vez la simpatía de una gran parte de la población. En efecto, el gobierno va a aprobar un presupuesto en el que nadie tiene confianza, ni siquiera su propia base social. Prevé un brutal aumento de impuestos para los trabajadores y los jubilados, el equivalente a dos salarios, y limitará las prestaciones sociales, reduciendo el montante y la duración de las indemnizaciones de despido, los subsidios de desempleo y las ayudas a los más pobres y a las personas mayores.

La movilización proseguirá con las manifestaciones de estudiantes del día 22 y de los trabajadores el 27, es decir el día de la votación del presupuesto. El gobierno está amarrado a la Troika y a Merkel, el PS tiene un pie en el memorándum y otro en la oposición. Los sindicatos y las fuerzas políticas de izquierda han hecho proposiciones alternativas en ruptura con el memorándum de la Troika y proponiendo renegociar la deuda, concentrando los recursos en el apoyo al empleo y a la economía y no en el pago de los intereses de la deuda, que representan en este presupuesto una franja superior al gasto total del sector de la educación.

Luis Branco (Bloque de Izquierdas).

Traducción: Alberto Nadal

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