Un año más nos vemos obligadas y
obligados a salir a la calle para reivindicar el día contra la
violencia de machista, violencia que se repite todos los días,
durante todo el año, aunque no lo registre la prensa, no se llegue a
denunciar en comisaria o no quede reflejada en una lápida. Esta
violencia está presente en la mayoría de las relaciones familiares,
personales y laborales: invisible, silenciosa y, en muchos casos,
mortal.
El año 2012 ha sido especialmente duro
para todas las mujeres victimas de cualquier tipo de violencia: la
crisis económica, política, social y de régimen en la que las
mujeres están inmersas resulta en violencia cotidiana fruto de las
relaciones patriarcales que marcan sus vidas, en violencia
estructural derivada de los agresivos programas de austeridad
impuestos sobre la población y en violencia institucional como
resultado del ascenso de la derecha, la cual embiste contra la
libertad de las mujeres de decidir sobre sus cuerpos y vidas y
reprime su denuncia de las política actuales a golpes de porra y
criminalización.
La polémica creada por el PP sobre la
reforma de la ley del aborto, por otro lado, es solo otro intento más
de recuperar en el imaginario colectivo la idea de la mujer sumisa y
complaciente. Sus ataques sobre el derecho a decidir de las mujeres
van de la mano de sus recortes educativos, sanitarios y sociales.
Los discursos y prácticas de las derechas en el poder contribuyen a
excluir a las mujeres del mercado laboral y dejar bajo su
responsabilidad el cuidado de las personas dependientes, tanto sus
mayores como sus hijas e hijos, eliminando, por otro lado, las ayudas
y subsidios que la ley de dependencia, entre otras, ofrecía. En
definitiva, las mujeres siguen cuidando de todas, de todos y de todo.
En el actual contexto de crisis, las políticas impuestas por los
gobiernos obligan a las mujeres a consumir todas sus energías en una
lucha individual por su supervivencia, aislándolas del apoyo y la
fuerza del conjunto social y dejándolas solas frente a la dictadura
patriarcal. Es más, si bien el capitalismo ya se ha sustentado
históricamente sobre el trabajo invisible y “altruista” de las
mujeres, en el momento actual dicho peso se multiplica y son las
mujeres las que acaban asumiendo gran parte de las responsabilidades
de cuidados que las administraciones, subordinadas a los mercados y
la Troika, se sacuden de encima.
Rechazamos la falsa igualdad
autocomplaciente, superficial y a todas luces insuficiente promovida
por el feminismo institucionalizado y buscamos acabar con el sistema
capitalista y patriarcal, el cual fomenta una educación que obliga a
las mujeres a permanecer calladas tras hombres que dicen hablar en su
lugar y que se creen con derecho a decidir sobre sus cuerpos, su
futuro y sus vidas.
Desde Izquierda Anticapitalista hacemos
un llamamiento a la movilización, a la lucha con, por y para las
mujeres víctimas de violencia y oprimidas. Remarcamos la necesidad
de mantener una lucha constante y radical ante cualquier atisbo de
violencia machista ya que, como no nos cansamos de repetir, ¡si
tocan a una, nos tocan a todos y todas!
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