
Miguel Ayuso, en El Confidencial
En situaciones de alarma social, como hoy en día en España, se puede
declarar que una deuda es ilegítima y no pagarla”. Así de contundente se
expresa François Chesnais, veterano economista francés profesor de la
Universidad de Paris 13, que ha venido a Madrid a presentar su último
libro, Las deudas ilegítimas (Clave Intelectual), un manual económico
que busca explicar de dónde vienen las deudas europeas, por qué una
parte de ellas se podrían considerar ilegítimas y qué mecanismos se
pueden usar para no tener que afrontar el pago.
El primer paso, según Chesnais, es declarar una “moratoria
obligatoria para examinar el contenido de la deuda y la identidad de los
acreedores”. En su opinión, es inconcebible que se hayan hecho tres o
cuatro auditorías a los bancos y ninguna a la deuda, algo que debería
ser una gran “demanda popular”. Después de esto habría que analizar
detenidamente de dónde surge cada deuda y ver cuáles de ellas no
responden al bien común, objeto último por el que el estado contrae una
obligación. En opinión del economista, si la deuda no responde al
interés de los ciudadanos es ilegítima, y se debe renunciar a su pago.
Para Chesnais la situación española “es un desastre” y tiene claro
por qué hemos llegado a este punto: “No sé quién es realmente
responsable de este proceso, pero sí sé que el sector inmobiliario se
convirtió en el motor de un país que hace 30 años tenía una base
industrial importante en Cataluña, el País Vasco y Madrid, que se ha
liquidado casi por completo”.
Pese a que los análisis de Chesnais son fundamentalmente económicos
–su libro es un duro tratado sobre la deuda, difícil para un lector no
especializado– su crítica es en esencia política. Para el economista
francés el trabajo de análisis detenido de la legitimidad de la deuda
tiene que hacerse país por país, pero está estrechamente vinculado a
dimensiones políticas relacionadas con el contenido mismo de la palabra
democracia: “¿Qué es una democracia en la que los políticos explican sus
políticas de forma engañosa y donde los grandes medios son controlados
por intereses financieros? Todo esto crea unas condiciones de
culpabilización. Una situación donde no se ponen en relación cosas que
están totalmente relacionadas. Hay una relación directa entre las
condiciones de salud de los niños y la deuda y la situación de los
bancos”.
Mirando a Europa y América Latina
Para Chesnais, la salida de la crisis sólo llegará mediante el
“trabajo político” y deja claro que este no se puede dejar en manos de
los mercados, que “sólo piensan en sus propios intereses, los de la
burguesía financiera, que está cometiendo unas agresiones bestiales y de
forma consciente”. Chesnais reconoce que España depende de lo que pase
en Europa, pero es muy crítico con la gestión del Gobierno: “Lo que
llama la atención realmente cuando uno llega a España es el increíble
grado de dependencia de este Gobierno hacia el alemán. Ayer todos los
periódicos llevaban en portada la misma foto de Rajoy con Merkel, como
un hijito con su madre. No pueden no depender de Europa, pero podrían
aprovechar otras oportunidades acercándose a otras países”.
Al margen de nuestra dependencia lógica a lo que pase en Europa, el
economista cree que la solución a nuestros problemas a largo plazo pasa
por buscar nuevas medidas en las que colaboren pensadores críticos de
todas las naciones. En concreto Chesnais insiste en su libro en los
ejemplos que se pueden encontrar en Latinoamérica, la única región del
mundo con experiencia real a la hora de declarar deudas ilegítimas. En
su opinión, debemos dejar de “ver a América Latina como unos locos,para
verles como unas sociedades en torno a las cuales se han dado procesos
de resistencia social y se han propuesto formas distintas de encarar
algunas gestiones”.
Chesnais recuerda el ejemplo de Argentina y Ecuador, dos países que
han dejado de reconocer parte de sus deudas y se han negado a pagarlas.
Aunque insiste en la necesidad de que cada país encuentre soluciones
adecuadas para su caso, cree que se puede aprender de estas
experiencias. En la conversación aparece sin remedio el polémico caso de
la nacionalización de Repsol. El economista francés no se corta: “Si se
nacionaliza YPF significa que se puede renacionalizar la banca o
Telefónica. Sería bueno para España”.
¿Se puede ser marxista hoy en día?
Chesnais, además de ser un destacado economista, es un importante
activista político, consultor de la Asociación por la Tasación de las
Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) –una
importante organización que tomó mucha fuerza en el movimiento
antiglobalización y actualmente en nuestro país ha estado muy vinculada
con el 15-M– y reconocido pensador marxista.
La pregunta es inevitable, ¿de verdad se puede seguir siendo marxista
hoy en día? El economista es claro al respecto: “El marxismo como punto
de apoyo para un pensamiento de resistencia a esta barbarie sigue
totalmente vigente”. En su opinión sigue siendo imprescindible, pero
debe ser revisado en profundidad. “Paradójicamente”, explica, “uno de
los lugares donde el pensamiento marxista está más vivo es en EE.UU”. La
clave, insiste, es pensar la organización económica de una forma
totalmente distinta, pero desde la democracia: “No se puede repetir la
economía planficada, ni la colectivización, pero se puede defender una
organización democrática de la producción y la vida social”.
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